Love of Lesbian, la banda indie española por excelencia (o aquella que lo fue y desde hace ya varios años ha traspasado la barrera que separa lo alternativo de lo comercial), publica este octubre un nuevo disco, décimo de su catálogo, titulado Ejército de salvación. Es un álbum que habla, a grandes rasgos, de relaciones humanas, y, en concreto, de la amistad; enfoque en el que se han visto ayudados de su madurez personal. Santi Balmes, cantante, letrista, teclista y guitarrista, cumple en noviembre 54 años, edad en la que, más o menos, están sus compañeros Jordi Roig (guitarrista), Oriol Bonet (batería) y Julián Saldarriaga (guitarrista).
“Está claro que a nuestra edad hablar de pasiones puede sonar impostado”, dice Balmes, cómodamente repantigado en un sofá de su compañía discográfica. “Hay un gran vacío sobre la amistad en el mundo de la música, cuando en realidad la amistad en ocasiones es mucho más constante que las parejas. En nuestro caso trabajamos juntos, y la amistad está muy presente en nuestras vidas. Era de de ley hablar de ello, y salen sentimientos bonitos, mientras que el amor romántico a veces es egoísta, mezquino incluso. Es difícil hablar en una relación romántica de la fraternidad y la lealtad”.
El tema que da título al disco es una sutil balada (la cual, a medida que avanza, cobra inesperada fuerza) que Balmes dedica a su pareja, Núria: “En esa canción no hablo de pasiones, sino de agradecimiento por estar ahí, por escuchar. Las relaciones tienen esa parte también. Creía más honesto, como letrista, trabajar ese punto de vista”. Es cierto que de un tiempo a esta parte se nos indica que lo mejor para las relaciones sentimentales, a partir de cierta edad, es que cada uno haga vida por su cuenta y solo se encuentren de vez en cuando. “Sí, hay esa tendencia de dormir separados”, tercia Oriol Bonet. “Pero todos los que hemos conocido que dormían separados han acabado separados”.
Temas como “La hermandad” o “Qué vas a saber” abordan directamente la amistad. “Al final —explica Bonet—, la amistad es una responsabilidad, hay que trabajarla, hay que alimentarla y cuidarla. Ser amigo de alguien es una dedicación. En el momento en que en la banda existe, esta amistad es porque se ha vivido eso, y es bonito ensalzarlo”. Aun así, añade, “cuesta mucho. Cuando tienes una decepción de un amigo en el que has invertido tiempo y te falla, es muy heavy. Quizá es más doloroso perder a un amigo que un desamor”. Como dice Balmes, “los cimientos que se forjan en una amistad son más profundos que los de una pareja. Una amistad tiene más parte de racionalidad. La ventaja es que no follas con un amigo”, bromea.
Ejercito de salvación está salpicado de referencias generacionales con las que el público de su edad encontrará fácil conexión. En “El día que Starman huyó”, además de mencionar al personaje de la canción de David Bowie, espetan “nunca quise salir del siglo XX” y atizan al GPS (“Ahora mi coche apenas se pierde, mientras que yo me desubico en toda ocasión”). ¿Se sienten parte de ese grupo de personas que se hallan perdidas en estos tiempos modernos de prisas donde casi todo es superficial?
“Por nuestra profesión tratamos de estar sin perder comba, pero si no estaríamos ya perdidos”, responde Bonet. “Exige un trabajo el estar conectados, de lo contrario estaríamos bastante desubicados. Todo va a una velocidad más rápida de lo que somos capaces de asumir. A nivel global. Toda la revolución digital que ha irrumpido desde hace una década y media ha puesto patas arriba las relaciones. Este tipo de cosas son las que te llevan a pensar que el momento pasado fue mejor”. Apunta Jordi Roig: “Sí que tenemos la sensación de que antes había más tiempo para degustar las cosas. ¿Cuántos discos podíamos descubrir en un año: diez, quince…? Hoy piensas que se te escapa todo, que no vas a tener tiempo suficiente para escucharlo todo”.
En definitiva, es un disco que transmite optimismo, como solo puede hacerlo una celebración de la amistad. “Cuando asumes quién eres y no pretendes ser otra cosa —dice Balmes—, es liberador cien por cien. A partir de ahí, es un disco que da las gracias, y en nuestro caso somos personas muy afortunadas. Vivimos de lo que nos gusta y con amigos. Ayer estaba viendo en un programa de televisión a unos camareros que se quejaban de que llevaban dos años mal tratados por su jefe, y pensé: ‘Guau, cuánta gente hay así’. Recurro a la amistad como salvavidas”.
Se cumplen ahora veinticinco años del primer disco de Love of Lesbian, Microscopic movies, publicado en 1999 por un sello independiente. Consideran sus tres primeros trabajos (cantados en inglés) casi como maquetas; en cualquier caso, ese cuarto de siglo, y el abrumador éxito logrado, les habilita para dejar de probar sonidos nuevos, de experimentar, y, en cambio, centrarse en aquella estética que conocen bien.
“Es un discurso en el que estamos la mar de cómodos”, dice Balmes. Roig pone un ejemplo: a menudo comenta en la intimidad del cuarteto que le gustaría salir a escena vestido como Julián Saldarriaga (el otro guitarrista, que no está presente en la charla), pero no termina de verlo claro. “Todos tenemos inseguridades —dice Roig—, e igual te pones esa camisa que te aprieta y piensas que hay miles de personas enfrente mirando el botón. Cuando intentas cambiar algo es porque eres así. Para sonar distinto tendría que haber habido un porqué, haber escuchado otra música, haber nacido en otro barrio…”. O como apunta Bonet: “Otra cosa es salir de una zona de confort, coquetear con la electrónica, pero coquetear es una cosa y un cambio estilístico es otra”.
Entre las colaboraciones de Ejército de salvación destacan las de Eva Amaral, Leiva, Jorge Drexler, Zahara y Rigoberta Bandini. El requisito imprescindible para que Love of Lesbian te inviten a participar en uno de sus discos es que medie, precisamente, amistad. “Ha de haber un buen feeling. Tuvimos un intento de colaboración con alguien a quien admirábamos mucho y no fructificó porque las vibras fueron bastante malas”, revela Balmes.
“Al final —dice Bonet— estás compartiendo algo que es tuyo, y hacerlo con extraños… Debe haber buena onda. Tardamos bastante en hacer colaboraciones en México. Hasta que no hemos construido relaciones allí, no hemos empezado a hacerlo. Hay admiración hacia los artistas a los que invitamos, pero si no tienes feeling con alguien, el curro que van a sacar va a ser una mierda. Los colaboradores de este disco han aportado muchísimo a nivel talentoso, pero también a nivel de curro. Ha sido divertidísimo. Por parte de ellos ha habido un trabajo que va más allá de ir al estudio y cantar”.
Desde La noche eterna/Los días no vividos (2012), todos sus discos han sido número uno de ventas en España. La música de Love of Lesbian dejó progresivamente de atraer a unos pocos escogidos y gustar a todo tipo de públicos (también en México, donde son muy apreciados). “Nosotros traspasamos esa frontera junto a Vestusta Morla y Lori Meyers, y fue el fin del fenómeno de festivales”, declara Santi Balmes. “El indie se va reactualizando y saldrán cosas que se van a considerar alternativas y tendrán su momento, aunque acabarán entrando en la autopista principal y haciendo un disco pop. Hasta las propuestas más radicales entran ahí”.
Para Oriol Bonet, todavía existe una frontera, que separa lo inequívocamente popular de lo que no lo es. “Hay un nivel muy por arriba, de artistas que entran en todas las casas”, dice. “Mi abuela sabe quiénes son David Bisbal o Aitana, pero no saben quién es el Noni, de Lori Meyers. Eso es un mercado muy potente. Nos sigue un público festivalero, pero no es enorme”.
Hoy los festivales han abierto sus carteles a grupos comerciales como Hombres G o La Oreja de Van Gogh, como si para el público más joven no existieran diferencias entre lo indie y lo mainstream. “Somos los últimos que todavía vivimos ese cambio radical”, recuerda Bonet. “Si en los ochenta te gustaba Mecano, no podías ir con unas Converse o de heavy por la calle. El modo en que vestías te debía definir. Hoy en día, la gente joven escucha urban, reggaetón, pop, indie… Se define de otra manera. Antes si eras indie y te decían que sonabas comercial, era el peor insulto que te podían soltar. Hoy ese discurso no está en boca de nadie, ni le importa a nadie”.
“Tenemos el nivel perfecto de fama —indica Balmes— y que te salude una persona de cada veinte, seguir siendo anónimo y que puedas irte de vacaciones a Japón y solo te salude una pareja de españoles, mientras el resto no te hace caso, es una maravilla. No es un fama que te cruza la cabeza y hace que necesites encerrarte en una habitación de hotel metiéndote farlopa porque no puedes salir a la calle”.