Álex Ubago: “Para el público soy un tristón; para mis amigos, un tío muy bobo y payaso”

  • El cantante y compositor vasco publica ‘Galerna’, su primer disco con canciones nuevas en siete años.

  • “El romanticismo no es tóxico”, asegura. “Ees expresar un sentimiento de forma bonita”.

  • “Cuando quiero tocar una canción a mi esposa, me dice: ‘Sí, sí, luego me la enseñas que ahora hay que buscar a los niños al cole”, explica.

Es la pregunta que quita el sueño a sus fans: ¿es de verdad Álex Ubago tan romántico como sus canciones? “Lo más romántico que he hecho en mi vida —explica— fue pedirle matrimonio a mi mujer a la antigua usanza, hincando rodillas en el suelo, con un anillo… Estábamos en un pueblito de Cantabria que se llama Isla, en una escapada de fin de semana, y fue una cosa un poco improvisada, aunque, bueno, ya lo había preparado. Nunca había pensado en casarme, y de repente un día me dio el punto y lo hice, pero con mi mujer llevaba ya muchos años y, realmente, el hecho de estar casados no cambia mucho la película”.

Y añade: “Pienso que mi lado romántico lo saco más en las canciones. En el día a día creo que soy un tipo sensible, o dulce; es decir, con una chica mi manera de ser va un poco por ahí, pero soy un tío probablemente mucho menos romántico de lo que la gente pueda creer”.

Durante varios años fui subdirector de un canal musical de televisión por cuyos estudios Ubago aparecía con persistente frecuencia para presentar sus primeros discos. No me parecía entonces un tipo romanticón, ni el “hombre blandengue” acuñado por de El Fary. Se dejaba caer por allí con una actitud más bien rockera. Se lo recuerdo, para saber si se identifica más con un perfil que con el otro.

“No puedo negar cómo son mis canciones —dice— y las connotaciones que tienen de melancólicas o románticas. Pero mis colegas de toda la vida, la gente que me conoce de verdad, siempre se han descojonado del concepto que la gente tiene de mí; culpa mía por las canciones que hago. Igual delante de una cámara me corto más, soy un poco más correcto, pero en mi entorno, cuando me siento más libre o menos observado, soy de hacer muchas tonterías. Soy un tío muy bobo, muy payaso, muy chorra. Una de las cosas que más resaltan de mí es mi sentido del humor. Para el público soy un chaval tímido y tristón, pero hay un abismo entre lo que ve y lo que soy realmente”.

Siete años sin nuevas canciones

El cantante y compositor nacido en Vitoria en 1981, aunque crecido en San Sebastián, acaba de publicar un nuevo disco titulado Galerna. Es el primero que publica, con canciones inéditas, en siete años. “No me había parado a pensar que había pasado tanto tiempo”, admite. “Para no quedar como un vago, he de decir que este disco iba a sacarlo en 2020. Quedó congelado por la pandemia hasta nueva orden. Lo tenía muy avanzado”.

Lo que lanzó en su lugar, en 2021, fue 20 años, un álbum conmemorativo de sus primeras dos décadas en el oficio, en el que recreaba sus canciones más conocidas a dúo con otros artistas. “Ese proyecto ha dado una gira de dos años y medio. Hemos hecho más de cien conciertos en diez o doce países”, dice. Concluido el exigente periplo, se enfrascó en terminar el disco que tan adelantado tenía, el que ahora ve la luz. “Es una colección de las diez canciones que más me gustan de todo lo que he estado escribiendo en los últimos cinco o seis años. Pero no he parado”.

Galerna es distinto a trabajos anteriores: sin renunciar a las baladas lacrimógenas que le dieron fama, cuenta con varios temas más animados de lo habitual, más modernos y electrónicos. “No está pensado en su globalidad. Son canciones escritas en diferentes momentos, con variadas influencias, persiguiendo varios mundos sonoros y producidas por diversos productores. Es la primera vez que hago esto. Antes solo trabajaba con un productor, al estilo tradicional”.

“El reto —añade— ha sido tratar de dar una cohesión a todo eso. Cuando tenía las canciones definitivas, me di cuenta de que la mitad tenía un sonido mucho más moderno y la otra mitad, más orgánico, del estilo de lo que he hecho siempre. En el vinilo la cara A es más moderna, y la B es la calma después de la tormenta, el volver al Álex de siempre. Me parecía atractivo ofrecer algo distinto a mi público, además de unas cuantas canciones como las de siempre”.

Sus letras no te provocarán sobresaltos: amor y desamor ocupan su temática general. Discrepa con la idea, últimamente en boga, de que el romanticismo es tóxico: “No, hombre, no”, zanja. “El romanticismo nos transporta a algo anticuado, y no tiene por qué ser así. No es ir con una rosa en la boca y cantarle bajo el balcón a tu chica, ni abrirle una puerta o hacerle una reverencia. El romanticismo son muchas cosas. Los detalles, el decirle que la quieres de una forma bonita, el tener un proyecto de vida en común… Es expresar un sentimiento, hablar a alguien con cariño, confesar que quieres volver a verla… Vivimos en una era en que la música urbana igual eso no se lleva tanto, se tiende a hablar más de sexo, es todo más frívolo, y hace que lo romántico pueda parecer anticuado”.

Sobre su nueva remesa musical, expone: “Kamikaze’ se puede interpretar de muchas maneras. Para mí habla del trauma que produce la pérdida de un ser querido, en el sentido más abierto. Podemos hablar de amor, de amistad o de la muerte. Hablando del amor, hay veces que lo que te une a una persona termina siendo lo que te separa de ella. Bunbury decía: ‘Lo que más te gustó de mí es lo que quieres cambiar’. Esa es una canción de ruptura. ‘Idiota’ habla de desamor, como ‘Ceniza’. ‘Mi golondrina’, de la línea entre el amor y la amistad, cuando empiezas a sentir cosas por un amigo o una amiga. ‘Siete mares’ o ‘Yo no te olvido’ son muy personales: hablan de echar de menos a alguien por mis ausencias fuera de casa. Son escritas directamente para mi mujer, diciéndole: ‘No te olvido aunque esté lejos varios meses”.

Trece años casado y con dos hijos

Ubago contrajo matrimonio en septiembre de 2011 con María Alcorta, química medioambiental y consumada atleta; su novia de toda la vida. Uno imagina el instante especial en que el músico enseña a su esposa una de esas canciones dirigidas a ella. “Te sorprendería: en casa del herrero, cuchillo de palo. Por el paso de los años no hago tanto eso de sentarme frente a ella y tocarle la canción. A veces le digo: ‘Cariño, te he escrito una canción preciosa…’. Y me dice: ‘Sí, sí, luego me la enseñas que ahora hay que buscar a los niños al cole o cambiar el pañal a la niña”. Prosigue: “Cuando regresaba de subidón tras una gira, ella me soltaba: ‘Vale, muy bien: los niños, el cole, la extraescolar…’. Cuando finalmente escucha una canción, se emociona. Es bonito que alguien como mi mujer, a la que he escrito muchas canciones, se siga emocionando”.

¿Acaso los grandes temas no brotan de un estilo de vida desordenado? ¿De verdad le inspira esa sólida estabilidad marital? “Muchas veces me tengo que salir de ahí”, confiesa. “Pero reconozco que las mejores canciones de mi carrera han surgido de sentimientos más caóticos y al límite, ya sea de un enamoramiento muy fuerte o de una ruptura reciente. Digamos que el desamor siempre ha sido más inspirador. Por eso hay veces que me transporto ahí, aunque no lo esté viviendo. Canciones como ‘Kamikaze’ o ‘Ceniza’ no hablan de mi situación actual, sino que me transporto ahí, o me meto en el papel de un amigo que me ha contado su historia. Pero es verdad que la vida ordenada no es tan inspiradora para escribir cosas potentes”.

En cualquier caso, fruto de dicho equilibrio sentimental son sus dos hijos, Pablo, el mayor, y Manuela; pese a su corta edad, ya empiezan a dar muestras de la herencia creativa de su padre. “El niño tiene una parte más tecnológica y a la niña la veo más artista, es muy actriz”, dice Ubago. “Ella tiene un don bastante natural para entonar cuando canta, y le gusta mucho hacerlo, y bailar. A mí hijo también, pero no lo desarrolla tanto. La verdad es que cuando me pongo a componer, me voy al estudio. En casa no estoy tan pendiente de la música. Voy con ellos a jugar, salimos a andar en bici, hacemos viajes, vamos al parque, vemos una peli, vamos al cine o a patinar… En casa la música es una cosa más que les gusta junto a otras”.