"Soy músico de nacimiento, alto, flako, ridículo, público, gamberro, lunático y más que otra cosa, persona". Así se definía Pau Donés en sus redes sociales. Y visto las muestras de cariño de decenas de músicos y artistas, tendríamos que añadir buen amigo. Repasamos en esta pieza homenaje su entorno más íntimo, desde su hija Sara a sus cuatro hermanos pasando por sus padres, en el que se apoyó en los momentos más duros y con el que también disfrutó en los más placenteros.
En 2015 le diagnosticaron un cáncer de colon que le hizo pasar por el quirófano varias veces y someterse a un rosario de tratamientos. Cuando parecía que había desaparecido, la enfermedad hacía de nuevo acto de presencia. Explicó a sus seguidores que padecía una mutación en un gen llamado BRAF que hace que las células se repliquen rápido. Solo había un 20% de posibilidad de vida más allá de cinco años.
Ha muerto cuando arrasaba en las plataformas virtuales y en las emisoras nacionales e internacionales con 'Eso que tú me das', el single con el que anunciaba su próximo disco 'Tragas o escupes'. Aparecía consumido por la enfermedad, pero ilusionado por agotar su pasaporte hasta el último segundo. Necesitaba rendir un último tributo a su gente, a sus seguidores y, sobre todo, a su hija Sara, de 16 años.
Por ella cambió canciones por amor y libertad. Fue en agosto de 2018, cuando anunció que colgaba los hábitos de la música para dedicarle tiempo a su hija. Se despidió con un vídeo y un mensaje a sus fans: "La música nos ha conectado estos 20 años y os lo superagradezco". Era un adiós, pero hasta luego. "No sé cuándo, ni cómo, ni de qué manera, pero volveremos". Cumplió su palabra. Apareció en plena pandemia, emocionando con su voz desde su balcón y jaleando mensajes siempre optimistas a quien quisiera escuchar.
El vídeo ’Eso que tú me das’ es muy personal. Sara baila con su padre en una terraza de Barcelona junto al resto de la banda. Sus palabras suenan a despedida agradecida: "Por todo lo que recibí, estar aquí vale la pena. Gracias a ti seguí remando contra la marea. Por todo lo que recibí ahora, sé que no estoy solo. Ahora te tengo a ti, amigo mío, mi tesoro. Así que gracias por estar, por tu amistad y tu compañía. Eres lo mejor que me ha dado la vida".
Pau, que era hombre de grandes amores, encontró en Sara la razón de su vida y se la lleva tatuada en el corazón y en la piel, en los nudillos de su mano derecha. No pudo disfrutar de sus primeros años como le hubiese gustado, pero la amó hasta el infinito.
Era su mayor logro. Cuando nació, emprendió una gira de nueve meses. "Me perdí la infancia de mi hija. El año que nació estuve dos meses en casa. Ahora nos hemos vuelto a encontrar. Estoy encantado de poder empezar a vivir con ella". No se cansó de repetir que es ella era el gran amor de su vida.
Pau Donés Cirera nació en la Clínica de la Sagrada Familia de Barcelona, el 11 de octubre de 1966, y era el mayor de cuatro hermanos. Decía que, a causa de su dislexia, no había leído más de una decena de libros. Pero su gran fortaleza era la música. Su madre, Nuria Cicera, le ponía vinilos desde muy pequeño y le regaló su primera guitarra a los 12.
Tres años después, formaba su primera banda con su hermano Marc a la batería. Fue la época en la que tuvo que enfrentarse al primer mazazo de su vida: el suicidio de su madre una semana después de cumplir los 16 años.
Su padre, Amado, trabajaba como empleado de banca y como primogénito Pau tomó el testigo de su madre. "Pasé de ser un adolescente loco y estúpido que iba sobrado a ser un adulto en plena adolescencia. Aprendí más rápido en el sentido de la responsabilidad, aprendí a pelear en la vida y, de un día para otro, perdí el miedo a vivir y a morir".
Con ese carácter peleón, últimamente se sorprendía a sí mismo con ironía del nivel de conformismo que le había dejado el cáncer. "Enseguida nos contentamos con cualquier cosa". Le hacía feliz arreglarse para ir al cine, comer con los amigos, pasear por la montaña, hacer surf y, sobre todo, estar con su hija. Su último lanzamiento estaba arrancando sucesivas muestras de cariño y felicitaciones por su vuelta al trabajo. Mikel Erentxun, Dani Rovira, la banda italiana Modà, incluso un vecino que le envió una emotiva carta. Cantó hasta que el cuerpo aguantó y ha podido despedirse agradecido y con un mensaje que cargó como bandera: "Sed felices porque la vida es urgente y hay que vivirla a tope".