Hace 52 años desde el flechazo mutuo entre Nueva York y Joan Manuel Serrat. La ciudad de los rascacielos se convirtió en su hogar durante el exilio del artista, por lo que comenzar la que será su última gira allí mismo es todo un homenaje por parte del artista.
La gira "El vicio de cantar. Serrat 1966-2022", con la que el Noi del Poble Sec dice adiós a los escenarios, zarpa desde la Gran Manzana, en el Beacon Theater de Nueva York, con una maleta cargada de recuerdos que "va a hacer complicado el control de las emociones", tal como reconoció el propio artista cuando anunció su decisión. Todas las entradas vendidas y un sabor agridulce por este "principio del fin".
Serrat estuvo acompañado de siete músicos -órgano, contrabajo, violín, clarinete y batería y guitarra, además de su inseparable pianista Ricard Miralles. Un público entregadísimo cantó los himnos del artista, desde 'Dale que dale' hasta 'Mi niñez', 'Lucía', 'No hago otra cosa que pensar en tí' y 'Algo personal'. También se pudieron escuchar sus poemas musicados de Miguel Hernández, del que dijo que "recordarlo es un deber de España y del mundo". Un arranque épico, al que siguen ocho países latinoamericanos. Un adiós de nueve meses y 70 conciertos que ya es histórico.
Serrat, a sus 77 años, actuará en el mismo lugar donde ya vendió todas las localidades hace tres años, deleitando a un público principalmente de comunidades de América Latina, que no dejó de aplaudirle durante más de dos horas.
Después llegó la pandemia que, entre otras desgracias mayores, ahogó el canto de Serrat y sus giras y le convenció de que lo mejor era despedirse. Así lo relataba en una entrevista a "El País" en la que anunció su gira hace cinco meses, y reconocía que la pandemia había tenido mucho que ver en su decisión, porque le impidió ejercer su oficio de cantar en público y tuvo la sensación de que las circunstancias le estaban alejando inevitablemente de la gente.
Su último concierto fue el 12 febrero de 2020 en el Wizink Center de Madrid, donde actuó junto a su amigo y compañero Joaquín Sabina, que sufrió una caída al foso y tuvo que ser hospitalizado. Después llegó la pandemia y a Serrat no le gustó sentirse "despedido por una plaga", así que, en cuanto vio la posibilidad de volver a los escenarios, optó por organizar una gira ambiciosa y visitar a los millones de personas que conforman su público, para expresarles su gratitud.
La relación de Serrat con el continente americano es larga e intensa, desde que se dio a conocer en Iberoamérica con su canción 'Penélope', ganadora el IV Festival Internacional de Cançao de Río de Janeiro.
En la gira que siguió a este éxito, el flechazo entre Serrat y el público fue instantáneo, sobre todo en Argentina, Uruguay y Chile, país en el que debutó en el Teatro Municipal de Santiago, en un concierto que transmitió en directo la Televisión Nacional de Chile, el mismo año que nació su primer hijo.
Con México la relación se fortaleció poco después, cuando el régimen franquista emitió una orden de búsqueda y captura contra Serrat, y los mexicanos le acogieron con los brazos abiertos, como habían hecho antes con los refugiados españoles republicanos.
En aquellos años, el catalán recorrió América cantando y dejándose influenciar por grandes poetas latinoamericanos como Pablo Neruda, Eduardo Galeano y Mario Benedetti, al que dedicó su disco 'El sur también existe'. También ha versionado a lo largo de su carrera a Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui y Víctor Jara, y ha sido crítico con las dictaduras americanas, como la de Pinochet, que le negó la entrada a Chile en 1988.
La gira que comenzó ayer, tendrá cinco conciertos en México, dos en Ciudad de México y otros tres en Puebla, Guadalajara y Monterrey, y pase antes por Miami (Estados Unidos), San Juan (Puerto Rico) y Santo Domingo (República Dominicana), y después por Colombia, donde las entradas ya están agotadas tanto en Bogotá como en Medellín, así como por Costa Rica, Chile, Uruguay y Argentina, con cuatro fechas en Buenos Aires.
Después, Serrat recorrerá España y acabará en su ciudad natal, Barcelona, con dos conciertos en los que va a ser difícil contener las lágrimas, aunque el artista ha prometido dar muchas alegrías y luchar para que "a la gente no se le caiga la sonrisa de los labios".