Un paso más hacia la desaparición del dinero en efectivo: el euro digital llega en noviembre

El dinero en efectivo tiene sus días contados. Y aunque aún hay mucha gente que sigue pagando en metálico esos pequeños gastos del día a día, desde el café de la mañana a las pequeñas compras en el supermercado, cada vez son más quienes prefieren tirar de tarjeta o de aplicaciones móviles como Bizum. Ahora, Europa da un paso más hacia la desaparición del dinero en efectivo con la llegada del euro digital, pero ¿qué beneficios y qué riesgos traerá consigo?

El Banco Central Europeo (BCE) lleva dos años preparando la que pretende que sea la nueva forma de pago de la eurozona. Una 'moneda' electrónica que podrá utilizarse en cualquier lugar de la zona euro y que en teoría ofrecerá más seguridad y privacidad, además de poner coto a la economía sumergida.

Cómo usaremos el euro digital

El euro digital comenzará su curso a partir de este 1 de noviembre y tiene previsto una vida inicial de dos años, es decir, hasta 2025. En principio, es una forma de pago que convivirá con la forma física, aunque habrá que estudiar si su funcionalidad cala entre la población. "Sobre la base de los resultados de la primera etapa y de la evolución del proceso legislativo, el Consejo de Gobierno decidirá si pasar a una segunda etapa y, en su caso, definiría su alcance y duración", aclara el BCE.

El euro digital se almacenaría en un monedero electrónico creado en un banco o en un intermediario público, lo que permitiría realizar todos los pagos electrónicos cotidianos con un teléfono o una tarjeta, con y sin conexión a Internet y de forma segura. Al igual que el efectivo, un euro digital no tendría riesgos, sería ampliamente accesible, fácil de utilizar y gratuito, según el organismo que lidera Christine Lagarde.

¿Hay riesgos para la estabilidad financiera?

Sin embargo, se desconoce qué límites habrá en su tenencia o si un exceso de esta podría afectar la estabilidad del sistema financiero europeo. Uno de los temores más tangibles es el efecto que podría causar una retirada masiva de fondos de los bancos privados para transformarlos en euros digitales, lo que podría comprometer la capacidad de conceder créditos a la economía real.

Ante esta hipotética contingencia, el BCE ha asegurado que limitará la cantidad que se podrá retirar de los depósitos bancarios "incluso en los momentos de crisis", aunque no ha establecido cuál podrá ser ese límite. En cualquier caso, la intención es que el euro digital sea únicamente un mecanismo de pago, no un mecanismo de inversión. Según el Banco de España, unos 3.000 euros podría ser la cantidad máxima ideal para evitar efectos negativos en el sistema financiero.

Coto a la economía sumergida

Con este método de pago se incrementará el control sobre los negocios no declarados. Si no hay dinero en efectivo, no hay economía sumergida. Por otra parte, la administración de una moneda digital es mucho más simple y barata al carecer de soporte físico. Y también es más sencillo aumentar o disminuir la oferta monetaria.

En ese sentido, el exgobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez apuntaba en la conferencia 'Tech in Finance' hacia la desaparición de la política monetaria, en la medida en que los bancos no tendrán que alterar los tipos de interés para controlar la demanda, sino controlar la emisión de dinero. Todo ello conducirá a suavizar las políticas macroeconómicas y a reducir las intervenciones de los bancos centrales.

Privacidad y ciberataques

Aunque el BCE asegura que no tiene interés comercial en los datos personales de los pagos ni en compartirlos con terceros, existen recelos razonables sobre el control social que el euro digital implica. Porque mientras que el dinero en metálico permite el anonimato, la nueva moneda digital dejará un rastro informático, y eso permitirá a las autoridades controlar todas las transacciones.

Javier Rupérez, ex embajador de España en EEUU, advertía en El Economista que los medios digitales " que se están implantando en China, por ejemplo, están reduciendo la capacidad de libertad de los ciudadanos en sus acciones, decisiones o desplazamientos". La facilidad para seguir el rastro del dinero tiene implicaciones claramente controversiales sobre la privacidad.

Por otra parte, está previsto que el euro digital funcione también sin conexión a Internet, supuesto en el que solo el ordenante y el beneficiario conocerían la información del pago, minimizándose, por tanto, el procesamiento de datos personales. ¿Etará esta moneda digital libre de ciberataques? No se puede eliminar ese riego, pero el BCE ha asegurado que en su diseño se emplearán "las últimas tecnologías para crear un entorno ciberresiliente y preparado para el futuro".

¿Y qué pasa con los mayores?

Por mucho que la tendencia sea hacia la desaparición del dinero físico, muchos de nuestros mayores siguen sin entenderse con la tecnología digital y apenas se las arreglan para retirar o ingresar dinero en los cajeros automáticos. El euro digital solo parece otra forma de complicarles la vida, pero para ellos se planea habilitar en las entidades públicas, como las oficinas de correo, un servicio gratuito de apoyo presencial para garantizar el acceso a las funcionalidades básicas del euro digital.