Cazador de meteoritos. No es ni el título de una serie de los 90 ni una profesión inventada, es completamente real y, pese a que son unos pocos los que han logrado hacer de ella su método para ganarse la vida, cada vez atrae a más adeptos que no solo quedan fascinados por el proceso, sino por el dinero que se puede llegar a ganar con la venta de los meteoritos que se encuentran en sus expediciones.
Los meteoritos, eso que nos imaginamos como grandes piedras que impactan en la Tierra y que son capaces de acabar con toda una especie, como los dinosaurios, son exactamente eso, piedras que proceden de objetos celestes que consiguen sobrevivir a la entrada en la atmósfera y chocan con el suelo. Realmente solo las rocas más grandes pueden acabar llegando a nuestra superficie, objetos que son de lo más preciados por lo cazadores que andan siempre en su búsqueda.
Hay quienes ven en esto una simple afición más, mientras que otros se dedican en cuerpo y alma a su búsqueda tras haber hecho un negocio con ellas. “Son algo increíble, no solo por sus vínculos por la ciencia, sino porque los hombres han estado históricamente fascinados por ellas”, confesaba hace unos años el leonés José Vicente Casado a Europa Press, uno de los mayores expertos en meteoritos de nuestro país.
Saber dónde cae un meteorito actualmente no es una tarea demasiado complicada gracias a la tecnología que registra los cuerpos que entran en la atmósfera y la zona en la que ha caído, facilitando a los cazadores dónde buscar. Parece fácil, pero no siempre lo es, pues la piedra puede caer sobre el océano o en una zona geográficamente complicada para acceder. Además, cuanto antes se recoja mejor, pues las inclemencias meteorológicas pueden afectar a su estructura.
Más allá de la investigación, los meteoritos son todo un negocio, pues según su rareza o tamaño se puede pagar una cantidad u otra, algunas muy elevadas que permiten a los buscadores ir amasando fortunas con la compraventa de estas piedras. Hace unos años un meteorito procedente de la Luna llegó al Sáhara y la piedra fue subastada por 2’5 millones de dólares.
Los más baratos, por sus características, pueden acercarse a un precio de casi 100 euros el kilo. Sin embargo, las piedras más raras, por su origen o su forma, pueden oscilar los 1.500 euros por cada gramo, pero se puede llegar a pagar hasta 3.000 euros por gramo.
En una entrevista con National Geographic el cazador de meteoritos Michael Farmer explicó que vendió un meteorito lunar por 100.000 dólares, aunque con tres socios descubrió 53 kilos más de un meteorito descubierto en 1931 que, debido a su rareza y antigüedad (unos 4.500 millones de años), lograron vendérselo al gobierno canadiense por casi un millón de dólares.
Estas rocas guardan mucha información sobre nuestro universo, por eso muchos hallazgos se conservan para que sean valorados en los laboratorios, lo que también puede ayudar a certificar las piedras y darles aún más valor del que tenían inicialmente. También se cuenta con una Base de Datos del Boletín Meteorítico, que con las aportaciones individuales se permite ir completando el puzle de nuestro universo.