Hace ya más de 20 años que el euro llegó a nuestras vidas y, por tanto, las pesetas fueron desapareciendo de nuestra vida hasta que en 2021 acabó el plazo para cambiarlas por la moneda que nos lleva acompañando más de dos décadas. Sin embargo, son muchos los que siguen teniendo la moneda antigua en su cabeza, sobre todo cuando ven los precios actuales de las cosas. Otros, en cambio, las tienen en mente porque las coleccionan o buscan las que mayor valor numismático tienen.
Pero probablemente haya una que recuerdas hasta con cariño, quizá no por la cantidad de veces que la usaste porque se desmonetizó, sino por ese nombre tan reconocible que tenía y que incluso de vez en cuando sigues utilizando en alguna expresión. Te hablamos de la moneda de diez céntimos de peseta, a la que todos conocemos mucho mejor como ‘perra gorda’. ¿Por qué la llamábamos así?
Aquella moneda de cobre de diez céntimos tenía en su reverso un león que sostenía el escudo de España, lo que pasa es que más de uno, más bien la mayoría, confundió al gran felino con un perro y así eso de la ‘perra gorda’ comenzó a popularizarse y a ser una expresión cada vez más utilizada para referirse a esa moneda. Tal era la similitud que la de cinco céntimos, más pequeña, pero también con el león, se le llamaba ‘perra chica’.
La moneda de diez céntimos de peseta se acuñó por primera vez en 1870 tras la reforma monetaria y, en el anverso se mostraba a Hispania, la matrona romana, un diseño que corrió a cargo de Luis Plañiol.
No obstante, en 1941 fue desmonetizada tras haber sufrido varias modificaciones por las fluctuaciones de valor de la plata o la financiación de los gobiernos. Así, se sustituyó por la de diez céntimos acuñadas en aluminio, que no mostraban los mismos anagramas y a las que se apodó como ‘rubias’.
Además, la ‘perra gorda’ originó una de las expresiones populares más conocidas de España que ha ido pasando de generación en generación: “para ti la perra gorda”. Una frase que se sigue utilizando con frecuencia cuando, en medio de una discusión que parece que no va a ninguna parte, uno de los dos suelta un “para ti la perra gorda”, desistiendo en la conversación, pero sin querer dar la razón al otro.