Hoy en día, las empresas no solo buscan encontrar profesionales altamente cualificados y que posean los suficientes conocimientos técnicos que requiere el puesto de trabajo, sino que un factor de suma importancia es la capacidad que tengan las personas para comunicarse y adaptarse dentro del ambiente laboral. Es decir, una buena inteligencia emocional.
El psicólogo y periodista americano Daniel Goleman la definió la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”.
La inteligencia emocional en el ámbito laboral es todo un 'must' en los últimos tiempos. Gracias a ella podemos controlar las emociones frente a una situación complicada. Lo que significa que, quienes saben dominar sus emociones y sentimientos, suelen tener relaciones interpersonales positivas. Esto supone la tener la capacidad para mantener el autocontrol o autorregulación dando lugar a la reflexión y al pensamiento más objetivo.
De esta forma, los profesionales que saben controlar sus emociones no sufren de estrés laboral, además son más colaborativos y tienen una participación muy activa en las reuniones de equipo.
En una sociedad cada vez más competitiva e individualista, el fomento del compañerismo laboral puede ser considerado la “receta mágica” para que los trabajadores de una misma empresa compartan, estrechen lazos, se escuchen, apoyen y logren los objetivos comunes, potenciando de esta manera la colaboración y el ambiente de trabajo.
Existen muchos estudios en referencia a cuáles son las cualidades que más valoramos de nuestros compañeros de trabajo y en casi todos, por regla general, se repiten una serie de cualidades que definen al compañero perfecto de trabajo.
Una de las llaves que abre más puertas en la gente es entregar al resto un cordial saludo junto con una sonrisa amistosa. Saludar a una persona es reconocer su existencia y es una importante muestra de afecto y cortesía.
Uno de los elementos que más contaminan un ambiente laboral son los comentarios malintencionados y los rumores que se generan en los pasillos. Los rumores sólo desorientan y desinforman. La mejor forma de enfrentarlos es conversando los temas cara a cara y aclarando las dudas que se tengan.
Ser una persona optimista, que destaca lo bueno de sus compañeros y de la situaciones laborales, permite a un trabajador poseer una mejor disposición hacia el resto, pues dicha actitud eleva el ánimo y suma energías. No hay que olvidar que son los pensamientos los que determinan nuestros sentimientos y éstos influyen en nuestro comportamiento final.
Elevar los niveles de compañerismo pasa, entre otras cosas, por situarse en el lugar de las otras personas que trabajan en la empresa. Esto resulta fundamental sobre todo en aquellas situaciones difíciles que pueden afectar a un compañero. Lo anterior, se traduce en saber lo que le sucede, comprender su problema e inquietudes y solidarizar con él, ya sea con un simple gesto o mediante una acción concreta que contribuya a buscar una solución.
Uno de los factores clave en una comunicación efectiva consiste en prestar atención a quienes nos dirigen la palabra. De esta manera, nuestra comprensión será mucho más certera.
La experiencia siempre es un grado. Si tienes experiencia, compártela a través de sabios consejos al resto de sus compañeros de trabajo. De esta manera, te ganarás el cariño y respeto de ellos.
La mejor publicidad en el mundo laboral es la calidad del trabajo que realizamos, pues ello habla de nuestro profesionalismo. Este debe ser hecho con responsabilidad y prolijidad.
Recuerda que la risa, muchas veces, contribuye a reducir los niveles de estrés en el trabajo, relajar los músculos y atraer al resto de la gente, entre otros beneficios.
Hacer lo que se dice o piensa es la muestra más clara para que el resto de los individuos crea en nosotros y proyectemos confianza.
No basta con decir que algo está mal o que se cometió un error, lo esencial es dar los consejos o pasos necesarios que ello no vuelva a repetirse en el tiempo. Más que centrarse en los problemas hay que poner foco en las soluciones.
Es decir, la persona debe tener la capacidad de decir lo que siente, piensa o cree sin caer en la agresividad, por un lado, y sin someterse a la voluntad del resto, por otro. En otras palabras, consiste en ser objetivo y respetar las ideas de los demás.
Compartir los conocimientos con los compañeros le da un valor agregado a los equipos de trabajo, aumenta la confianza y credibilidad, además de acelerar los planes de trabajo.