¿Te has planteado alguna vez qué tipo de jefe eres? ¿Te gusta mandar con puño de hierro o eres flexible? ¿Empatizas con tus trabajadores o prefieres marcar distancias? ¿Eres un líder para ellos o te tienen miedo? Todas estas preguntas son las que deberías contestarte si quieres saber qué imagen tienen de ti tus empleados, lo que piensan cuando están contigo y, sobre todo, cuando no lo están.
Un dato: según un estudio de Jobatus, el 37% de los trabajadores opina que la comunicación debe ser la mayor aptitud de un jefe, seguido por la capacidad de establecer objetivos claros y el apoyo y comprensión. Pero, además, existen otra serie de cualidades que tiene que tener toda aquella persona que quiera dirigir a un equipo hacia el éxito. En IEBS Business School, la escuela de negocios digital líder en formación online, nos han explicado cuáles son los seis tipos de directivos según su forma de gestionar.
Un jefe coercitivo es rígido e inflexible. Cuando se usa este estilo el responsable opta por dar muchas órdenes directas sin ofrecer a sus subordinados la oportunidad de expresar sus ideas y opiniones. Este jefe no sólo no opta por el sistema de recompensas sino que, además, se centra en criticar y castigar los fallos generados por las desobediencias. Por tanto, la motivación del equipo se resiente enormemente ante la imposibilidad por parte de los empleados de percibir que gracias a su trabajo se están alcanzando los objetivos empresariales.
Esta clase de jefe se centra en crear una visión y explicar a los trabajadores qué hay detrás de ella. En este estilo de gestión sí que se tiene en cuenta la opinión y las ideas de los trabajadores. Respecto a los sistemas de recompensas, el estilo de gestión orientativo premia el buen rendimiento pero también penaliza los fallos. Los trabajadores entienden perfectamente qué es lo que se espera de ellos y son conscientes de su importancia en la organización, maximizando el compromiso hacia los objetivos.
El jefe afiliativo se caracteriza por fomentar lazos afectivos entre los trabajadores. Su prioridad consiste en promover un ambiente agradable en la empresa descuidando aspectos como la dirección y la fijación de objetivos: lo prioritario son las personas. Respecto al sistema de recompensas, este responsable premia el buen desempeño pero es incapaz de castigar el malo para evitar confrontaciones. A pesar de que pueda ser percibido como un jefe débil, lo cierto es que en muchos casos cosecha la lealtad de sus empleados.
Este estilo de gestión se basa en la confianza en los trabajadores, por lo que sus opiniones e ideas son tenidas en cuenta buscando siempre el consenso. Fomenta la confianza, el respeto y el compromiso del grupo. Respecto al sistema de recompensas, se centra en premiar el buen desempeño sin ser demasiado severo con el malo.
Nada más estimulante que comprobar que el jefe se implica en el trabajo predicando con el ejemplo. En el estilo de gestión imitativo el responsable marca unos objetivos elevados y los ejemplifica tomando como estándares la rapidez y la capacidad. Ante los problemas, opta por resolverlos él mismo sin contribuir al desarrollo del empleado. Sin embargo, esto puede convertirse en un problema para la empresa ante situaciones en las que el jefe sea incapaz de atender todo el trabajo personalmente.
En esta última clase de estilo de gestión, el jefe ayuda a sus trabajadores a conocer sus propias fortalezas y debilidades. Ofrece autonomía al equipo para que marque sus propios objetivos proporcionando orientación al trabajador para fomentar su desarrollo profesional. Esta clase de estilo directivo es muy eficaz en el caso de contar con empleados ambiciosos, motivados y dispuestos a tomar decisiones asumiendo riesgos.