¿Puede llegar la Gran Dimisión a España? La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, asegura que no, pero varios indicios apuntan a que el fenómeno por el cual 50 millones de trabajadores descontentos en Estados Unidos dejaron sus trabajos voluntariamente en 2021 podría tener réplica en nuestro país, a una escala mucho menor, eso sí. De hecho, hay inquietud en el sector empresarial y el Gobierno ya está estudiando cómo abordar la situación.
En España la cifra de dimisiones voluntarias es aún demasiado baja como para hablar de una Gran Dimisión, pero aún así número de trabajadores que renuncian a su empleo se ha disparado un 100% en marzo, hasta los 4.006 empleados, rozando un récord histórico de dimisiones y absentismo. En la historia reciente solo se superaron estos número en septiembre de 2007, en plena burbuja inmobiliaria.
Más de la mitad de los españoles están desmotivados en su trabajo, pero no lo dejan, según un informe de la Guía Hays. El 77% de los encuestados asegura que cambiaría de empleo si pudiera, y el 68% de ellos confiesa que está buscando otro trabajo de forma activa. ¿El motivo? encontrar un salario mejor. Y, ojo, el 32% de los españoles esgrimen la salud mental como principal causa que les impulsa a abandonar su empleo.
Al mismo tiempo, muchas empresas del mercado español están sufriendo la falta de trabajadores para sus puestos. Según la oficina de estadística europea (Eurostat), a finales del pasado año y en este primer trimestre, casi un 1% de los puestos que se ofrecen no pueden cubrirse por no encontrar los empleados para ello. Hablamos de más de 109.000 vacantes en un país que tiene tres millones de desempleados registrados.
"España necesita 109.000 trabajadores. Parte de estas vacantes son del sector de la hostelería, pero hay otras que tienen que ver con necesidades de personal altamente cualificado vinculado a la transformación tecnológica y digital”, ha dicho la ministra Díaz. Según la Guía Hays, los perfiles que más se van a buscar en 2022 son comerciales, ingenieros e informáticos.
Pero hay dos importantes obstáculos para que la Gran Dimisión cristalice en España de la forma en que lo ha hecho en Estados Unidos. En primer lugar, los bajos salarios que se pagan en nuestro país, que son aún más bajos en estos tiempos de inflación disparada. El sueldo medio bruto en nuestro país supera por poco los 26.000 euros anuales, un 26% menos que el salario medio de la eurozona. Resulta complicado encontrar una propuesta económica mejor de la que se tiene, y cuando se encuentra puede ser tan insignificante que no merezca demasiado la pena el cambio.
En segundo lugar, en España los derechos laborales aumentan en función de la antigüedad en la empresa. El hecho de cobrar 33 días por año trabajado en caso de despido improcedente, hace que los españoles se lo piensen dos veces antes de renunciar voluntariamente. Y otro factor que nos diferencia del caso estadounidense es el paro. Allí la tasa de desocupación se situó en el 3,6% en marzo. Aquí, aunque está bajando, es más del triple, el 13,5%. Al final se impone la idea de que hace mucho frío fuera del puesto de trabajo, y a veces eso puede más que la frustración que se pueda sentir en su empleo.