Efecto donut: ¿Por qué jubilarse a las afueras de grandes ciudades?

Abandonar la vivienda habitual para instalarse en esa otra casa antes relegada a las vacaciones o estancias de fin de semana es la decisión que algunos jubilados toman con la llegada del fin de su etapa laboral. Un cambio residencial que, si no es obligado, conlleva un buen conjunto de ventajas.

“Para muchos, el final de la vida laboral supone el final de buena parte de su vida social, de relaciones, de estar ‘conectado’ con el mundo. Puede vivirse como una ‘muerte social’. Se pierde visibilidad, importancia, presencia. Se puede descomponer buena parte del capital social que se ha acumulado a lo largo de la vida. Para otros muchos, significa una liberación del mundo del trabajo, un expandirse la vida en el ámbito personal y privado, un ganar muchas horas del día para dedicarlas a lo que uno quiera (si es que sabe y quiere dedicarlas a algo)”, explica Francesc Núñez, sociólogo y director del máster en Humanidades de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC).

Con la llegada de la jubilación se termina una etapa vital que deja paso a otra nueva y distinta. Y cada vez son más quienes encuentran en este momento la excusa perfecta para abandonar la ciudad en la que siempre han vivido y trabajado para instalarse en su segunda residencia, ubicada en la sierra o en la costa, y antes utilizada exclusivamente en periodos vacacionales o para escapadas de fin de semana a las afueras de las grandes ciudades.

Efecto donut

Se conoce como 'efecto donut' al movimiento que se produjo durante y después de la pandemia del centro de las ciudades a la periferia, consecuencia del teletrabajo. Es un término acuñado por dos economistas estadounidenses que observaron cómo los centros de las principales áreas metropolitanas del país (Nueva York, Los Ángeles, Chicago, etc.) se vaciaban. Los autores destacaron el "movimiento en impuestos, negocios y actividad económica del centro a la periferia" y la probabilidad de que disminuyera el gasto en los centros urbanos al irse los trabajadores fuera de la ciudad. Igualmente se puede dar este 'efecto donut' una vez que hemos llegado a la jubilación.

¿Por qué jubilares a las afueras?

  • Valor de la vivienda. Una de las grandes ventajas de vivir lejos de la ciudad es, sin duda, los precios de la vivienda. Estos son mucho más bajos y, la mayor parte de ocasiones, con muchos más metros que cerca del centro. Es posible encontrar una casa con más metros por menos dinero de lo que nos costaría en la ciudad. 
  • Precios más bajos. La reducción de precios en los servicios básicos, así como en la alimentación, suele ser notable en los pueblos respecto a las ciudades. Esto supone un ahorro considerable a final de año. 
  • Alimentos más saludables. Una de las oportunidades a las que se tiene acceso en los pueblos fuera de la ciudad son los alimentos del campo, de los de siempre, sin químicos ni otros aditivos que perjudican la salud. Si bien es cierto que las leyes de sanidad han extinguido muchas costumbres, como la de la leche fresca, en los pueblos aún se pueden conseguir otros muchos alimentos frescos y con un sabor inigualable. 
  • Menos ruidos. Los sonidos de la ciudad son ruidos molestos, mientras que los de la naturaleza son música. Evadir los pitidos de los coches, las ambulancias y coches de bomberos, los trabajadores de las obras que hacen cerca de casa, el sonido del transporte público y todos los molestos sonidos que hay en las ciudades, será un descanso para nuestros oídos. 
  • Mejorar nuestra salud. Además de a los ruidos, en la ciudad estamos expuestos a una amplia contaminación y un alto nivel de polución. Aunque a priori no parece peligroso, a lo largo de los años esto va haciendo mella en nuestra salud. 
  • Menos estrés. El ritmo acelerado de las ciudades se contagia. No importa si tenemos una personalidad tranquila, lo que nos rodea nos afecta. El estrés se ha convertido en un problema que cada vez afecta a más personas en el mundo, y es el preludio a otros problemas de salud serios. Al vivir alejado de la ciudad, te ahorrarás todo esto, ya que podrás estar en un ambiente tranquilo y relajado que se te contagiará. Esto, a su vez, se traduce en una mejora de tu salud física y emocional. 
  • Ideal para tener mascotas. Si te gustan los animales y no los has tenido por lástima a dejarlos solos en un piso, o por la incomodidad de tener que sacarlos tres veces al día, ¡esto ya no será un problema si vives alejado de la ciudad! Como podrás comprar o alquilar una casa más grande que en la ciudad, tendrás espacio de sobra para tus mascotas. Además, el entorno te incita a salir con ellos a pasear y disfrutar juntos de la naturaleza. 
  • Más deporte. El ejercicio es beneficioso no solo para nuestra salud física, sino también para la mental. No podemos negar que, en un ambiente natural y abierto, nuestro cuerpo nos empuja a ejercitarnos, mientras que en las ciudades nos cuesta más.