El negocio de alquilar tu piscina por horas en verano: puedes ganar hasta 10.000 euros

En verano no hay plan más infalible para soportar las continuas olas de claro que darse un chapuzón en la piscina. Sin embargo, no todo el mundo tiene acceso a ella, y la opción de acudir a una pública tampoco es del agrado de todos. Por eso en los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia, se ha popularizado el negocio de alquilar una piscina privada por unas horas o incluso días a particulares. Gana el anfitrión, que rentabiliza una instalación que tenía desaprovechada, y gana el cliente, que encuentra el refugio ideal contra la canícula.

Esta fórmula comenzó a ganar fuerza en el verano de 2020, cuando se convirtió en una alternativa para muchas familias que querían evitar posibles contagios de desconocidos en grandes instalaciones. Desde entonces, el negocio, lejos de desinflarse, ha continuado creciendo, registrando una rentabilidad media para el anfitrión de 4.000 euros en verano, pudiendo llegar incluso a los 10.000 euros, según datos que maneja Cocopool, empresa especializada en el sector.

El negocio del verano

"El alquiler de espacios se ha convertido en el negocio del verano. De hecho, el mercado de alquiler de piscinas privadas es hoy por hoy una opción que crece cada vez más en toda España y es una tendencia que cada vez está llamando más la atención de propietarios y bañistas", explica Gerard Xalabarde, CEO de Cocopool, en 20 Minutos.

Este tipo de plataformas permiten a los usuarios buscar y reservar piscinas cercanas, facilitando así el acceso a estos espacios de manera sencilla y rápida. Los precios oscilan según los servicios y el espacio que ofrezca el propietario. No cuesta lo mismo ofrecer únicamente la piscina y el jardín que añadir un salón en el que los bañistas puedan prepararse un aperitivo. Según los datos de esta plataforma, la reserva media suele ser de un grupo de doce que personas que alquilan el espacio durante unas seis horas y desembolsan unos 20 o 30 euros por persona y día -es decir, unos 380 euros en total.

El perfil de los usuarios que recurren a estas piscinas varía desde familias que buscan un lugar para relajarse hasta grupos de amigos que desean celebrar eventos privados como cumpleaños o reuniones. De hecho, un 80% de las reservas se hacen con el pretexto de celebrar un cumpleaños, un 10% para hacer ' baby shower', un 6% para hacer 'team building' y un 5% para otros motivos.

Cómo poner tu piscina en alquiler

Si tienes una piscina muerta de la risa y quieres sacarle un rendimiento, el procedimiento para ponerla en alquiler es sencillo. En primer lugar debes registrarte en alguna empresa que gestione estos servicios, como la citada Cocopool, pero también están otras como Swimmy o HolaPlace, establecer las normas que exiges cumplir en tus instalaciones y poner un precio.

El coste final del alquiler lo fija cada propietario basándose en las características de su espacio y piscina, y los servicios que se ofrecen. Por ejemplo, hay quien suma a la oferta área de barbacoa o una mesa de ping-pong, y por su uso añade otros 25 euros al precio.

Una vez publicado el anuncio, los futuros usuarios deben fijar el lugar, la fecha y el número de asistentes. En ese momento, recibirás la solicitud de reserva, que puedes aceptar o rechazar. Si aceptas, el cliente debe realizar el pago para posteriormente recibir por mail la ubicación exacta y tu contacto para cerrar los detalles.

El perfil del anfitrión

El perfil del anfitrión suele ser el de una persona de entre 35 y 65 años que tiene una vivienda en las afueras de la ciudad con piscina, y suele ser alguien que ya tiene experiencia previa en el uso de aplicaciones de economía colaborativa como Airbnb, Blablacar o Wallapop.

En cuanto a la convivencia con los vecinos, el anfitrión debe regular el volumen de los altavoces y poner ciertas normas para que no se generen molestias a los vecinos. Sin embargo, la falta de una regulación clara en algunos aspectos del alquiler, como la responsabilidad civil y los daños potenciales, ha abierto un debate sobre la necesidad de establecer normativas que protejan tanto a propietarios como usuarios. Pero es innegable que tanto unos como otros coinciden en que este negocio ofrece otra alternativa para disfrutar del verano.