Julen Pérez, experto en arquitectura sostenible: "Con madera se pueden construir edificios sexys"

  • Este arquitecto español es director creativo de Waugh Thistleton, un prestigioso estudio de Londres especializado en madera

  • Defiende la construcción en madera para ayudar a frenar el cambio climático porque el 40% de las emisiones de CO2 provienen de la construcción

  • El edificio más bonito del mundo está en España

¿Puede un edificio ser sexy? Sí, puede. 

¿Y puede ayudar a que nos sintamos mejor? También. 

¿Y puede ayudar a frenar el cambio climático? Sin duda. 

La madera es la solución que tienen en común estas preguntas y Julen Pérez, arquitecto español que trabaja en Waugh Thistleton Architects, uno de los estudios más prestigiosos del Reino Unido, es toda una referencia si hablamos de arquitectura en madera. 

Julen terminó en Londres por amor y casi por casualidad. Él es de Vitoria y, cuando terminó la carrera, viajó para acompañar a la que entonces era su novia y ahora es su mujer a la capital inglesa. “Fue justo antes de la crisis de 2008, me fui un verano a Londres, hice una entrevista en esta oficina, me cogieron justo en el momento en el que les habían concedido el permiso para construir un edificio de madera… y hasta ahora”, explica.

Desde entonces hasta ahora el universo de Julen ha girado alrededor de la madera y sus posibilidades dentro del mundo de la arquitectura. Esto le ha llevado a convertirse en todo un experto y en director creativo de Waugh Thistleton, una compañía que compite de tú a tú, por ejemplo, con Norman Foster.

Prueba de ello es el Cementerio Judío de Bushey (cerca de Londres) y que les llevó a quedar segundos en lo que serían los Goya de la arquitectura en Inglaterra: “Sólo nos ganó un edificio de Norman Foster, que es uno de los que más huella de carbono ha generado del mundo. Además, ese costó un billón de libras y este siete millones y fue hecho por una comunidad pequeña local de judíos. El mensaje era totalmente diferente. Construirlo fue un auténtico desafío”.

La filosofía tanto de Julen como de Waugh Thistleton pasa por volver a los orígenes de la construcción aprovechando la tecnología que tenemos ahora a nuestro alcance. “Cuando aparecieron en la construcción el hormigón y el acero nos encontramos con una estructura mucho más robusta, mucho más fuerte, que hizo desaparecer la madera, pero ahora, con las nuevas tecnologías, ha recobrado fuerza”.

Torres renovables y sostenibles

Tanto es así que en 2009, Julen y su equipo, demostraron de un modo tangible que se pueden hacer torres con un material que es renovable y sostenible. “Cuando completamos el primer edificio, en mi oficina nos pusimos el objetivo de eliminar todo lo posible los materiales contaminantes”, apunta Julen.

Y no es baladí la posibilidad de recuperar la madera como uno de los principales elementos en la construcción. Buena parte del futuro del planeta podría depender de ello pues el 40% de las emisiones globales son provocadas por la construcción y un tercio de eso son los materiales.

Julen lo explica con un ejemplo de lo más gráfico: “Si el hormigón fuera un país, sus emisiones de CO2 serían como las de todos los países de la Unión Europea juntos”.

Si el hormigón fuera un país, sus emisiones de CO2 serían como las de todos los países de la Unión Europea juntos

Por eso, desde Waugh Thistleton, se han comprometido para dar una vuelta al paradigma y apostar por la sostenibilidad. “Como arquitectos debemos saber que somos responsables de una gran parte del cambio climático por usar materiales tan contaminantes. Nosotros estamos tratando de dar solución a eso con la arquitectura en madera. Muchos dicen que somos diseñadores o incluso poetas, pero también somos constructores y tenemos que prescribir materiales menos contaminantes”.

Uno, cuando piensa en la contaminación de un edificio, no lo hace en los materiales de los que está compuesto sino en las emisiones por el consumo de la calefacción, la refrigeración o el agua. Esa contaminación existe, pero la otra también, la de la propia composición del edificio y cómo y con qué materiales se ha construido.

“El problema es que existe muchísima normativa para que los edificios sean sostenibles, eficientes energéticamente y ya somos muy buenos en esa parte y cada vez contaminan menos cuando se utilizan. Pero no existe ninguna normativa en cuanto a los materiales así que se tiende a añadir más cosas para que el edificio sea más eficiente y porque le viene bien a la industria, pero también se contamina muchísimo más. Contaminas para no contaminar”, resume un Julen que lo explica con un ejemplo.

“El edificio con la mejor calificación energética del mundo, que es de Foster, está hecho con pétalos de aluminio, que es el material más extensivo en cuanto al carbono. Es decir, la huella de carbono del edificio es brutal. Nosotros tratamos de hacer más con menos, eliminando elementos sobrantes y buscando la máxima eficiencia del edificio tanto en su funcionamiento como en su construcción. En lugar de añadir elementos para ‘enfriar’ el edificio, buscamos la forma para que ventile naturalmente. En lugar de ventanas herméticas para conservar la temperatura con cristales oscuros, proponemos edificios en los que abrir ventanas para que entre el aire y que sean de vidrio claro para que sea totalmente reciclable”.

La idea de este arquitecto español es crear un lenguaje arquitectónico del minimalismo, aprovechando las nuevas tecnologías y los materiales de toda la vida para lograr más eficiencia.

La madera, en este aspecto, es un material muy bueno en dos frentes porque es un material renovable y además los árboles son lo mejor que tenemos para transformar el CO2 en oxígeno. Por eso, Julen apuesta por defender una estrategia forestal adecuada y que pueda ser útil: “Debemos cultivar árboles que luego puedan ser utilizados en construcción. Esto no consiste en cargarse el Amazonas sino todo lo contrario, ayudarle”.

Bosques certificados

En este sentido, los bosques que se utilizan para la construcción están certificados. Los edificios vienen de bosques que están explotando de manera sostenible. No se utiliza madera del Amazonas, toda la madera está gestionada de manera sostenible. Por cada árbol que se tala se plantan varios, dependiendo de la normativa de cada país. Además, se aprovechan los bosques viejos, que ya solo emiten CO2 porque esos árboles ya no hacen la fotosíntesis.

Debemos cultivar árboles que luego puedan ser utilizados en construcción. Esto no consiste en cargarse el Amazonas sino todo lo contrario, ayudarle

Por ahí podría aparecer el nombre de España como gran productor de este tipo de madera. “En España hay una capacidad forestal enorme pero está todo por hacer. Con esto se podría ayudar también a las zonas vaciadas. No se trata de acabar con los bosques autóctonos sino de explotar lo que se puede de la manera más inteligente y eficiente posible. España podría ser una potencia europea en el cultivo de árboles para la construcción. Hay que apostar por ello. En el futuro estoy seguro de que veremos ciudades enteras construidas con madera. Es inevitable. Eso va a pasar. Si empezamos a construir en madera podemos terminar concibiendo las ciudades como bosques urbanos”.

En ese futuro no tan lejano, Julen Pérez piensa en “inspirar un nuevo tipo de arquitectura diferente”. Como director creativo, su labor pasa por definir cuál es el lenguaje arquitectónico que viene. Ahí aparece, además de la sostenibilidad, el reciclaje.

“Sería algo así como el ‘kit of part’. Es entender un edificio como un número de componentes constructivos preciso que son totalmente desmontables para que puedan ser reciclables y utilizados en el futuro. De este modo sabes exactamente el impacto medioambiental que tiene y las posibilidades que tiene de ser reciclable o no”.

Para lograrlo, los edificios se diseñan de dentro hacia fuera. “Se van añadiendo módulos como si fuera un edificio de Ikea o incluso un Lego. En esto consiste la investigación que estamos haciendo, en cómo puedes diseñar para que luego el edificio sea reversible y reutilizable”. 

Esta idea se refuerza con el concepto del carbono secuestrado. “Los árboles, mientras crecen, transforman CO2 en oxígeno. Es lo que llamamos el carbono secuestrado. Más o menos en un metro cúbico de madera se acumula una tonelada de CO2, pero no desaparece. Esa tonelada está dentro de la madera y si esa madera se quema o se pudre, ese CO2 vuelve a la atmósfera. Con nuestros edificios y nuestra arquitectura queremos que esas toneladas de CO2 queden secuestradas para siempre, que no vuelvan a la atmósfera”.

Con nuestros edificios y nuestra arquitectura queremos que esas toneladas de CO2 queden secuestradas para siempre, que no vuelvan a la atmósfera

Una vez analizado el asunto de la contaminación, pasamos al de la vida dentro de esos edificios. Y ahí aparece el concepto biofilia, que es la conexión innata que tenemos los seres humanos con las plantas y los animales. Estar rodeado de naturaleza supone un impacto positivo en nuestras emociones y en nuestra forma de pensar.

Convencido sobre la biofilia

Julen ha ido evolucionando respecto a ello: “Cuando me hablaban de biofilia, al principio, me parecía algo muy esotérico pero el tiempo me ha demostrado lo contrario. Existen estudios científicos que demuestran que los beneficios son objetivos. Se reducen los niveles de estrés por estar rodeado de materiales naturales, se reduce la tensión sanguínea, baja el pulso… Está claro que los materiales naturales ayudan a eso”.

Y tras la biofilia, llegamos a la arquitectura sexy, un concepto complicado de entender pero que Julen Pérez trata de explicar: “Defiendo la arquitectura sexy, que consiste en redefinir lo que se genera con este nuevo lenguaje arquitectónico, lo que el arquitecto quiere decir al mundo. Construyendo de dentro hacia fuera, despacito y con todos los implicados en el proyecto a la vez de una forma controlada se acaba originando un edificio sexy, con las cualidades estéticas propias de los materiales naturales”.

Obviamente, no todo es bonito en el mundo de la arquitectura en madera. También hay que solventar dificultades, problemas y riesgos. El que a todos nos viene a la cabeza es el fuego, pero para este experto da más dolores de cabeza el agua porque, si se construye mal, se puede pudrir.

“Hace 10 años te habría dicho que los edificios de madera son incluso más seguros que los de hormigón porque son absolutamente previsibles en cuanto a su comportamiento con el fuego. Tú sabes exactamente cuánto tarda en quemarse, cuánto tiempo resiste esa madera y, por tanto, cuánto tiempo tienen las personas para salir del edificio y ponerse a salvo. Los bomberos lo prefieren porque un edificio ardiendo de hormigón tiene elementos de acero que a altas temperaturas se convierten en imprevisibles y no se sabe cuándo va a colapsar esa estructura”, explica. 

Los edificios de madera son incluso más seguros que los de hormigón porque son absolutamente previsibles en cuanto a su comportamiento con el fuego

“Pero ahora, el problema para un inversor es que si se quema el edificio de hormigón y acero, se apaga e igual sigue en pie, mientras que el de madera, a pesar de haberse salvado todo el mundo, es un montoncito de cenizas, así que había que buscar soluciones. Por eso nosotros hemos investigado y desarrollado un catálogo de 30 detalles constructivos típicos que te encuentras en todas en todas las viviendas, con todas las certificaciones de las aseguradoras, cumpliendo toda la normativa de los ingenieros de fuego, y que garantizan que construir con este sistema supone construir de una manera muy robusta y resistente con las mismas credenciales de seguridad que un edificio de hormigón o de acero y que encima es sostenible”.

Con este catálogo, que está aprobado para Inglaterra pero que se puede adaptar a la normativa de cualquier país, se demuestra que “se puede construir de manera de manera segura, no solo para las personas sino también para el edificio. El fuego ya no es un problema”, concluye.

Así pues, la construcción en madera parece no tener límites y ser el futuro. “Se podrían construir edificios de 20 ó 30 plantas, pero ese no es el objetivo. La idea es que sean reciclables, que evolucionen dentro de las ciudades. La sostenibilidad está en edificios de seis a ocho plantas. No pasa nada por hacer torres de acero y hormigón, pero el 80% de los edificios de las ciudades no son esos, son los silenciosos que pasan desapercibidos y es ahí donde hacemos la diferencia. Hay que encontrar el equilibrio entre la rapidez, el precio, la estética y la sostenibilidad”.