Si algo dejó claro la pandemia, es que valía la pena cambiar de casa, viajar o darnos de vez en cuando un capricho. Todo esto, junto a la mejora de la economía, ha hecho que la demanda de préstamos bancarios crezca. Endeudarnos puede permitirnos acceder a determinados bienes, servicios y proyectos que de otra manera no podríamos alcanzar, pero también puede suponer una amenaza para la estabilidad financiera.
El impago de un préstamo puede tener consecuencias negativas en nuestro dinero. Solo los préstamos hipotecarios aumentaron un 13,5% en febrero con respecto al mismo mes del año anterior. Por su parte, los préstamos comerciales subieron un 5,8% respecto a febrero de 2021, según datos del Banco de España.
Si estamos pensando en pedir algún préstamo, es importante tener en cuenta diferentes factores para que el porcentaje de ingresos que destinamos a estas deudas no ahoguen las cuentas mensuales.
Para ello, hay que tener en cuenta de que si suben los intereses de los préstamos o nuestra situación laboral cambia, es posible que no podamos hacer frente a los pagos. Por otra parte, si en el futuro necesitáramos pedir otro préstamo o avalar a un familiar, tal vez no podríamos hacerlo por superar nuestro límite de deuda.
La pregunta que surge, entonces, es hasta cuánto podemos endeudarnos.
La web Finanzas para todos, del Banco de España y CNMV, explica que el importe total de nuestra deuda deuda no debería ser superior al 15% de nuestros ingresos mensuales. En el caso de los mayores de 55 años, además de la hipoteca, estos deberían los 'techos' de deuda de cada mes:
Incluyendo la hipoteca, los pagos deberían ser inferiores al 40% de los ingresos mensuales, aunque los expertos recomiendan que no supere el 30%. En estos cálculos también intervienen otros factores como el tipo de trabajo (antigüedad, salario y ocupación) y el propio clima económico social. No es lo mismo que haya una tasa de paro alta y al alza que una tasa de ocupación elevada.
Según datos de la Asociación Hipotecaria Española, en 2021 los préstamos a la vivienda representaban el 28% de los ingresos de los firmantes de la hipoteca. En este caso, sí se cumple la recomendación de no destinar más del 30% al pago de la hipoteca. En este gasto también habría que sumar, aunque no suele hacerse, el pago del mantenimiento de la finca o inmueble, el gasto destinado a la 'comunidad' que, a veces, puede suponer un incremento importante del capítulo dedicado a la vivienda.