Periodista, crítico de televisión, experto en moda, escritor, guionista, actor, colaborador televisivo... cualquiera podría decir que Roberto Enríquez Higueras (Madrid, 1971) es un 'hombre del Renacimiento' sino fuera porque él, Bop Pop, huye de cualquier tipo de etiqueta 'con ínfulas'.
En esta semana del Orgullo LGTBIQ+ (el pasado miércoles tuvo lugar la marcha del llamado 'Orgullo crítico') que hoy se ve coronada con la tradicional marcha y desfile en el centro de Madrid, hemos conversado con el autor sobre la importancia de esta celebración de la vida y de la libertad, pero también sobre 'Días simétricos', un libro insólito, como e propio Bob que reelabora y dialoga con 'Días ajenos' unos diarios que empezó a escribir hace diez años y en los que anotaba, a su vez, la entradas de los diarios de autores como Pizarnik, Tolstoi, Sontag, Plath, Pavese...
Unos diarios que dialogan con un diario sobre otros diarios. Parece un galimatías, pero en ellos, en realidad, solo está Bop Pop derrochando humanidad, esto es, ese espacio flotante entre la vida y la muerte, entre la fragilidad y la entereza.
¿Cómo fue tu primer día del Orgullo? ¿Cómo lo recuerdas?
Recuerdo mi primer orgullo como algo casi clandestino. Fue en la Puerta del Sol y recuerdo haber estado un buen rato mirando desde lejos a un grupo de unas 20 o 30 personas que estaban allí con una bandera LGTBI, entre ellas Carla Antonelli, Leopoldo Alas, Luis Antonio de Villena... Yo iba a con un amigo, también gay, de la universidad, y después nos quedamos fumando y charlando con ellos. A mi primer Orgullo multitudinario ya fui con un peto vaquero sin nada debajo. Los buenos tiempos del tío Narciso.
Hoy, además del Orgullo LGTBIQ+ más 'comercial', está también el llamado 'Orgullo crítico'...
Creo que los 'Orgullos críticos' están haciendo mejores a los 'Orgullos institucionales', creo que están haciendo mejor a la comunidad, creo que hay que manifestarse y revindicar no solo el orgullo de ser quienes somos como gays, lesbianas, transaexuales, bisexuales , intersexuales, sino que tambien hay que revindicar la clase social, la clase obrera, el no capacitismo, el no racismo y todo eso que entra en los 'Orgullos críticos'. Es un punto muy importante de crecimiento. Tenemos que ser transversales y entender que nuestra lucha son muchas luchas y que no sólo es sexo y género, sino que también es clase, raza, posición económica. Menos mal que el 'Orgullo crítico' ha logrado introducir todos esos elementos en un discurso que durante mucho tiempo fue muy convencional, muy homopatriarcal y que ahora es mucho más interesante y más transversal.
Podría decirse que ‘Días simétricos’ eres tú hablándole a tu yo de hace veinte años. ¿Dirías que escribir es siempre entrar en diálogo con nosotros mismos ya sea en el pasado o en el futuro?
Escribir es siempre establecer un diálogo. En mi caso, en mis 'Días simétricos', ese diálogo es con mi pasado, pero también es con quienes me leeis en el presente. Y ojalá me estéis esperando en el futuro para seguir haciéndolo. Hay un diálogo en mis 'Días simétricos', pero en esa conversación mi yo presente también escucha, lee, atiende y sobre todo huye de cualquier tentación de nostalgia ante quien fui.
Jerry Seinfeld, el comediante, dice que “cada segundo de su vida” lo pasa pensando en si lo que está viviendo puede ser o no material para la comedia, que no puede evitarlo. ¿Tú vives constantemente pensando en el “material” para tus libros?
Es que escribir, para mí, consiste en eso: en una mirada constante sobre lo que nos pasa –por delante o por la cabeza– y en determinar la forma, cómo transformarlo en material literario. Escribir es pensar en lo que escribiríamos y asumir, con realismo, lo que somos capaces de escribir frente al cuaderno o el ordenador. Me gusta mucho esta frase de Marguerite Duras: “Escribir no nos salva de nada, solo nos enseña a escribir”. Pensar en lo que escribiríamos sí que nos salva; del tedio, del miedo y del desorden de la vida.
Has hecho una serie autobiográfica… Alguien podría decir que eres el guionista de tu propia vida. ¿Te sientes tentado por la idea de reconstruirte, pero ‘mejor’, de hacer una ‘mejor’ versión de ti mismo?
Jajaja. No. Las mentiras que nos contamos o contamos a los demás solo muestran nuestras carencias, no nuestras posibilidades.
Eres una persona absolutamente única en el ámbito cultural: por tu escritura, pero también por esa mezcla de lo queer, la enfermedad, el humor, tus opiniones políticas… ¿Cómo vive esa singularidad un hombre blanco de 51 años?
Feliz de ocupar un espacio raro donde creo que he construido un lugar seguro para recibir a quienes deseen acercarse.
¿De verdad se puede hacer amigos nuevos después de los 40?
Sí. Y son amistades que llegan a un edificio terminado, sin riesgo de derrumbe por las obras y las reformas. Amistades sólidas que me apuntalan y me dan una perspectiva nueva sobre la amplitud del amor.
En tu diario, el 9 de julio de 2013 dices que te sientes “una mierda”, pero el 9 de julio de 2022 dices que "los días malos no son tan malos y los buenos no son tan buenos". ¿Qué otras lecciones nos trae la edad?
Aprender a no rebelarse ante lo inevitable para poder dedicar esa energía a luchar para reducir, precisamente, ese catálogo de lo inevitable. También se aprende a liberarse de corazas y barreras que, más que del dolor, nos protegen del abrazo; y frente al abrazo no hay que protegerse.
Tu propio nombre es toda una declaración. ¿Qué es el pop para ti? ¿Cambia nuestra relación con eso a lo largo de nuestra vida?
El pop es una mirada sin pretensiones, es asumir que ocupamos un espacio de consumo y producción sin ínfulas, es entender que Kafka y Madonna bailan en mi cabeza al mismo ritmo y que yo me dejo llevar.
El propio concepto de “trabajo” o más bien la acción de trabajar, la necesidad de trabajar, es fundamental en tu libro. ¿Hay escape posible a este modelo en el que el trabajo ocupa mucho más que la mitad de nuestra vida?
Ojalá. Yo cada vez creo más en el trabajo comunitario y menos en el trabajo individual. Y ese trabajo para el bien común me parece una labor más amable, con más sentido.
Otra entrada de tu diario, del 28 de septiembre de 2022: “cada día me acuesto sabiendo que no pasará nada si me muero mientras duermo, que me lo he pasado muy bien y he hecho bastantes cosas bien”. ¿Es eso la madurez?
Es simplemente la tranquilidad de saber que estoy teniendo una buena vida y que no se espera nada más de mí.
¿Es el humor lo que te permite enfrentarte a temas como la muerte con entereza?
Es a la inversa; es el absurdo de la muerte lo que me permite el humor.
Si te encontraras frente a frente con ese Roberto de tu primer Orgullo... ¿Qué le dirías?
Le diría que nunca deje de luchar, que hay que seguir peleando cada día. Y que llegará un día en que ese Orgullo LGTBIQ+ que celebremos también será el orgullo por llevar 30 años peleando para que las nuevas generaciones sean más libre y más felices, que es un orgullo de nosotres luchando desde tiempo atrás. También le diría "gracias". Y "me encantaría que tú y yo fuéramos amigos más allá de los 40".