Un hombre alto camina por la vida sabiéndose más atractivo, deseable, exitoso, atlético… Eso al menos es lo que apuntan algunos estudios y, aunque puede que no pase de ser una simple majadería, la estatura importa. Tanto que a los usuarios de apps de citas les gusta añadir unos centímetros más en su perfil. Y tanto que algunos de los líderes de menor estatura de todo el mundo compran por internet zapatos con cuña que les permiten nivelar sus hombreras con las de sus homólogos más altos. Aznar, Sarkozy, Putin o el expresidente mexicano Felipe Calderón son solo algunos de ellos.
Pero el motivo inicial de Andrés Ferreras para crear su empresa Masaltos.com, la zapatería sevillana que surte al poder de calzado con alzas en su interior, fue su propio pie. Este empresario nació en Cofiñal, un pequeño pueblo de León, en 1950. Inmediatamente después de terminar la mili, con 22 años, emigró a Alemania con una beca para estudiar en la Universidad de Bremen. Estudió, trabajó y, de repente, llegó una lesión que le cambiaría la vida "Un dolor de lumbago durante un partido de tenis sirvió para que los médicos me detectasen una ligera disimetría (diferente longitud entre ambas piernas) que me obligaba a llevar temporalmente un calzado ortopédico que no era de mi agrado", nos cuenta. Entonces se le ocurrió que en algún lugar tendría que haber una versión mejorada y la búsqueda le llevó a dar con un catálogo de Bertulli, una firma italiana pionera en zapatos con alzas. Los probó y, además de sentirse cómodo, discreto y estiloso con ellos, decidió que crearía su propia marca.
Después de 20 años, regresó a España y se instaló en Sevilla. Con el soniquete de las alzas persiguiéndole a todas partes, empezó a esbozar junto a su esposa, Lola, una idea de negocio consistente en la venta por catálogo de este tipo de calzado. Sin ayudas, subvenciones o ventajas de ningún tipo, era tanto como hacer castillos en el aire. "Una cosa de locos", me decían. Nadie imaginó que un año después, en 1993, inauguraría su empresa Masaltos.com y menos aún que a los pocos meses su tienda estaría ya en internet, convirtiéndose así en el primer comerciante andaluz en la red. La puesta en marcha costó alrededor de medio millón de pesetas (unos 3.000 euros).
Aunque su origen es castellanoleonés, a Andrés se le ha pegado bien el gracejo sevillano. Reconoce que tuvo eso que se llama olfato de sabueso para los negocios, pero que también influyeron algunos valores traídos de Alemania, donde los emprendedores tienen fama de eficientes, organizados, triunfadores y competitivos. Su hijo Antonio, de 42 años, en esa época era solo un adolescente con la cabeza ajena al negocio familiar. "Sin embargo, ya se ganaba unas propinillas ayudando a ensobrar los catálogos para llevarlos después a la oficina de Correos. Vio crecer el negocio y le gustaba tanto como a mí, pero mi consejo fue que estudiase". Así lo hizo. El hijo, que hoy preside la empresa, estudió Derecho y dedicó diez años a la abogacía.
Mientras el matrimonio criaba a sus hijos, Antonio y Noemi, Masaltos.com empezó a ganar fama internacional. "El primer pedido llegó de Dinamarca, pero enseguida se sumaron Italia, Portugal, Alemania, Francia… Así hasta llegar a los 127 países a los que servimos zapatos. Aquí se hablan más idiomas que en las Naciones Unidas. Resultó que la idea de los zapatos con alzas para aumentar la estatura de los hombres no era tan disparatada y enseguida descubrimos que las compras llegaban de gente muy importante. Casi tres décadas después, podemos sentirnos orgullosos de saber que algo tan simple contribuye a elevar su autoestima".
Padre e hijo están acostumbrados a que se les tire de la lengua, pero todo el que trabaja aquí sabe que la confidencialidad es la norma de la casa. "Lo que no podemos negar -añaden- es que muchos de los zapatos y deportivas que salen de aquí pisan alfombras rojas, los mejores estadios del mundo y las moquetas de muchos palacios". No dan nombres, pero el calzado, exclusivo de esta tienda, delata a sus compradores cuando aparecen en las portadas de revista, las páginas de los periódicos o la televisión.
Algunos no han tenido reparo en admitirlo. Por ejemplo, El Fary, un hombre que decía su estatura antes de que le preguntasen. 1,55 m. El cantante Manolo Escobar fue otro asiduo consumidor, se podría decir que el más devoto. Hay muchos nombres conocidos, como el cantante italiano Nicola Di Bari o Tom Cruise, que aprovechó el rodaje en Sevilla de la película 'Noche y día' para acercarse a la tienda de la calle Feria a las nueve de la noche y llevarse unos zapatos que le permitirían estar al nivel de su compañera de reparto, Cameron Díaz.
También Mick Jagger ha declarado que, a pesar de tener una altura estándar cercana a 1,80 m., le gusta la mayor presencia que aportan unas alzas. Los empresarios de Masaltos.com han identificado en sus conciertos el modelo de deportivas de piel negra, aunque, físicamente, nunca se ha pasado por el local de calle Feria. "Abrimos tienda física en Sevilla -explican Andrés y Antonio-, pero su función es casi testimonial, un espacio de showroom que atrae mucha atención y nos permite exponer los modelos y dar a conocer las nuevas colecciones. A la hora de comprar, la gran mayoría de los clientes prefieren el anonimato y pasar desapercibidos".
Como curiosidad, nos cuentan que alrededor del 60% de las compras se hacen a nombre de mujer. En torno al tacón masculino hay todavía un gran tabú perceptible en el modo de adquirir este producto. Ellos lo entienden y respetan y, de hecho, creen que el secreto de su éxito ha sido ir adaptando al negocio todas aquellas tecnologías que facilitan la compra, el envío rápido y los modos de pago. "Lo importante es que sus pies queden conformes tanto en unos mocasines como en unas deportivas", afirman.
Aunque la pandemia y la crisis han hecho descender las cifras, en los años previos vendían unos 17.000 pares de zapatos con alzas anuales. Lo que nunca faltan son clientes, casi siempre con renombre, que les sorprenden. Un famoso actor latino, por ejemplo, solicitó con urgencia unos zapatos de piel de cabritilla del Himalaya y cristales de Swarovski para desfilar por la alfombra roja de los Oscar cuando el Dolby Theatre era conocido como Kodak. Este misterioso hombre pagó por ellos 1.400 euros.
Andrés ya ha cedido el testigo por completo a Antonio, aunque, aprovechando la cercanía de su domicilio de vez en cuando se deja caer por la empresa sin más afán que tomar un café con sus hijos y el resto de la gente. Todos los conocimientos que les pudo aportar ya están de sobre transmitidos.