Querer tener pelazo es común todas las generaciones. Dan igual los años, las modas, los sexos y las ideologías. Lucir un cabello bonito y sano es el objetivo estético de la mayoría de las personas. Para conseguirlo, somos receptivos a todos los tips, trucos, tratamientos y recomendaciones, además de hacer caso a todos los mitos que, año tras año, pasan al ideario común. Entre las más habituales, hoy analizamos dos que afectan al lavado y a los productos que utilizamos.
Parece que es un tema estético; sin embargo se trata de una cuestión de salud. Lavarse bien el pelo implica limpiar el cabello y el cuero cabelludo y facilitar su oxigenación. Eso es lo que precisamente favorece su crecimiento y no el espaciado entre lavados. Para algunos peluqueros, de hecho, dejar periodos prolongados sin lavarse el pelo es "condenarlo a muerte". Además con la polución y el sudor, la calidad del cabello empeora. Eso sí, es recomendable dejar pasar al menos 24 horas entre lavados para no arrasar con el manto ácido y lipídico del cuero cabelludo.
La frecuencia máxima de lavado, por tanto, sería un día sí y otro no. ¿Hay algún otro criterio fiable? "Lo de lavarnos el pelo en verdad es cuando nos dé la gana, depende de la grasa que produzca cada uno y la contaminación del lugar en que vivimos. Los hombres se lavan el pelo a diario porque tienen mayor producción de grasa (y mayor tasa de andrógenos, testosterona, etc.) y las mujeres, que lo suelen llevar largo, pueden espaciarlo más, pero ya por un tema de comodidad. Lo que sí que hay que entender es que no pasa nada por lavar el pelo a diario. No se va a caer más, no lo vamos a dañar más. Ahora bien, hay que entender que si tardamos mucho tiempo en lavarlo puede ocurrir lo que sucedió durante el confinamiento, que de repente la gente se encontraba auténticas bolas de pelo porque habían estado con un moño puesto una semana y cuando lo lavaban, caía todo ese pelo que se les debía haber caído de forma diaria", explica la dermatóloga Ana Molina en Vogue.
El argumento de siempre es que "el pelo se acostumbra" y, por tanto, los principios activos no funcionarían igual. La realidad es que el pelo cambia no solo con los años, incluso las estaciones pueden afectar a la salud capilar. Lo recomendable es adaptar los productos a las necesidades del cabello.
Por ejemplo, si usamos champú y mascarilla para un cabello muy seco puede puede ser necesario en invierno o en el momento de ir a la playa, pero no de manera habitual. Es decir, se trata de combinar productos según veamos el estado del pelo buscando siempre la calidad. ¿Eso significa que debemos evitar las siliconas, los sulfatos y los parabenos?
Los parabenos, los sulfatos y las siliconas son los ingredientes más demonizados de la cosmética. Pero para la doctora Ana Molina no hay que tenerles miedo. "Los parabenos son conservantes que son superseguros, se ha demostrado en todos los estudios ya. De hecho, los pocos estudios que dieron la alarma ahora tienen tan mala reputación que nadie les hace caso. Luego, los sulfatos son necesarios para limpiar, están muy demonizados porque es verdad que la insulfata y familia pueden ser muy agresivos para la piel y resecar mucho el cuero cabelludo. En este caso, lo importante no es el ingrediente, sino la fórmula final, que puede estar cargada de emolientes y aceites hidratantes que haga que no sea para nada resecante. Puede haber un champú con sulfatos que limpie fenomenal y además no reseque", señala esta experta.
¿Y sobre las siliconas? "Si quieres tener un cabello bonito, ese acabado sedoso se consigue con siliconas. Además, ya se ha visto que no todas las siliconas contaminan, obviamente las que se están usando son seguras para el medio ambiente. Hay mucha polémica con ese asunto, y se está trabajando en una regulación de la siliconas y las que ahora mismo se usan es porque se pueden usar", resume esta dermatóloga.