"Todo se juzga por la apariencia, lo que no se ve no tiene valor… Hay que destacar. Llamar la atención.... Hay que convertirse en un imán que atrae la atención porque parece más grande". Esta es una de las famosas 48 leyes del poder de Graham Greene que ahora podría aplicarse a la decisión del PP de incorporar a Borja Sémper al comité de dirección como portavoz de la campaña electoral. ¿Es un modo de 'empatar' el atractivo físico de Sánchez que ya ayudó a Adolfo Suárez en la Transición? ¿Suma votos el atractivo físico y la edad también en las mujeres dirigentes o por el contrario lo resta?
El exdirigente popular vasco, que abandonó la política hace tres años desencantado por la crispación, es uno de los guapos oficiales de la política española. Si observamos las redes sociales, los ciudadanos tienen la sensación de que Alberto Núñez-Feijóo podría contrapesar con Sémper su particular talón de Aquiles y aumentar con él su capacidad de influencia.
Jorge Dioni López, periodista y escritor zamorano, lo insinúa en su cuenta de Twitter: "En una comida con dos periodistas, comenté que, en Estados Unidos, se tendría en cuenta que las próximas elecciones probablemente enfrentarán a una persona guapa y a una persona que no lo es. Tonterías, me dijeron. Desde entonces, la persona que no lo es ha fichado a dos guapos".
Los partidos se enfrentan a un año electoral complicado. Amparo Plaza, responsable de campañas electorales de la consultora Estrategos, comparte con Uppers un informe de Carles Salom, director de Comunicación Política de esta firma, realizado a partir de la intención de voto que ofrece el CIS. "Los datos -dice- dejarían a España en una situación de ingobernabilidad tácita, dado que ninguno de los dos bloques podría, de forma sencilla, llegar a la mayoría absoluta. Feijóo, que con su nombramiento se posicionó con fuerza como líder de centro derecha, ahora se ha estancado".
En su opinión, veremos este mes un intento del presidente del Gobierno por conseguir con su narrativa el centro ideológico. "Mientras -añade-, Feijóo también juega la partida con la recuperación de Borja Sémper, que siempre fue un líder moderado y de centro, querido en el País Vasco y reconocido en España. Joven, sensato y carismático". El dueto de guapos de la derecha lo completaría el exministro cántabro Íñigo de la Serna, considerado un atractivo mirlo de pelo cano.
Lo dijo Aristóteles y el sociólogo Jean François Amadieu insiste en ello en su libro 'El peso de las apariencias'. En él describe cómo, inconscientemente, consideramos a las personas hermosas más grandes, más fuertes, más inteligentes y mejores que el resto. En su capítulo sobre política y seducción explica cuántos votos se pueden arañar con un simple corte de pelo y una camisa bonita con buenas hechuras.
Amadieu menciona el caso de Nixon y Kennedy, que, sin duda, marcó un hito en la forma de hacer política. También Plaza recuerda cómo desde entonces la imagen ha sido un factor clave en comunicación política. "El primer debate en la televisión, en 1960, lo ganó Kennedy frente a Nixon, entre otras cosas porque el primero se presentó en plató con la imagen muy cuidada; en cambio Nixon apareció ojeroso y descuidado perdiendo mucha credibilidad".
En España tenemos también el caso de Adolfo Suárez y Felipe González. Todos los analistas coinciden en que la buena planta y cierto punto chuleta de barrio hicieron que Suárez sumara votos suficientes para ganar. Sin embargo, en su última etapa, su auditorio, mayoritariamente femenino, sirvió de poco a la hora de votar, a pesar de que se llenaba de gritos y besos. "Me emocionan vuestros aplausos, pero sé que luego no se convertirán en votos", se lamentó en la plaza de toros de Salamanca. Triunfaba el hombre, pero no el político. En ese momento, Felipe González era la modernidad, el hombre progre de la pana, desgreñado y favorito. España había cambiado de estilo y las mujeres de hombre.
La guapura de Pedro Sánchez se vuelve viral allí donde va. Recordemos algunos de los elogios que recibió en su gira estadounidense, en julio de 2021, tras una entrevista en la televisión: "Parece Superman", "está bueno", "es precioso", "tiene buena apariencia", "es guay", "la versión española de Kennedy", "míster guapo". En 2019, el periodista Patrick Greenfield comentó que era "escandalosamente guapo".
Es la era de la guapocracia. Imperan los guapos y, si el líder no despierta pasiones, no parece desatinado, como indica Jorge Dioni en su tuit, rodearse de alguien que juegue sus cartas en ese terreno. "El político está en la línea de un ídolo, de un bloguero o un instagramer. Tiene que competir por captar la atención de los ciudadanos, especialmente de los indecisos. El sex appeal puede ser clave para posicionarse en el mercado político con unos determinados atributos diferenciadores que permitan a la gente distinguir entre las diferentes opciones y escoger entre un candidato u otro", opina Plaza. Dos ejemplos son Emmanuel Macron y Justin Trudeau, sin rival a la hora de comunicar con una imagen.
"En España -advierte la politóloga- hemos vivido un proceso de cambio en la imagen de los candidatos los últimos años. El surgimiento de nuevos partidos ha hecho que aumente la competitividad y esto forzado a los partidos a cuidar su imagen y la de las personas que los representan. Hemos visto cómo los líderes de los diferentes partidos han ido renovándose dando paso a gente joven y con buen aspecto físico". Pero aclara que no se trata de ser guapo, sino de ser capaz de atraer. "La gente vota por aquellos con quienes se identifican".
Ahora bien, ¿influye directamente el aspecto físico en la intención de voto? "Nunca sabemos -responde esta experta- qué factores exactamente han movido a la gente a votar por uno y otro partido. Al final es el cómputo de todas las estrategias y herramientas empleadas en campaña las que pueden llevar a un candidato al triunfo. Sí hay investigaciones que demuestran que una imagen cuidada y trabajada suma en una contienda electoral y puede llegar a ser decisiva en determinados casos".
Tendríamos que preguntarnos si cabe aplicar esta misma estrategia cuando las candidatas o mandatarias son mujeres. No hace mucho, Sémper reconocía que este tipo de juicios referidos al atractivo físico eran un peaje que hasta ahora pagaban solo las mujeres. En cualquier caso, añadió que son más molestos los insultos que ha recibido en su carrera política, como fascista o terrorista.
Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, y Sanna Marin, su homóloga finlandesa, se reunieron hace unos meses para hablar de tecnología y de la posibilidad de aunar esfuerzos en un sector en el que ambos países tienen mucho potencial. Su intención quedó eclipsada ante el comentario inoportuno de un periodista sugiriendo que el encuentro se debía a un simple colegueo de dos mujeres jóvenes.
El liderazgo de estas dos ministras se caracteriza por ser firme, sereno y muy eficiente cuando han tenido que tomar decisiones muy valientes en contextos muy comprometedores, como la guerra con Ucrania, el terrorismo o la pandemia. Sin embargo, son expuestas continuamente a comentarios sexistas por su forma de divertirse, vestir o posar en redes sociales o revistas de moda. Este sesgo significa que el poder de la imagen es aún confuso y difícil de calcular.