La revolución cosmética llegó al mundo del hombre cuando el cuidado personal dejó de ser un tabú. Todo empezó por el 'after shave' y siguió, una década y mucha inversión después, por las cremas hidratantes. Pero cuando hablamos de cirugía, la cosa es aún más compleja. Hasta hace muy poco, los tratamientos que se hacían hombres y mujeres seguía el mismo patrón. Eso trajo consigo el llamado efecto Señora Doubtfire, hombres cuyo rostro, tras las intervenciones (que se hacían de incógnito), parecía feminizado. Seguro que te vienen a la mente varios ejemplos entre actores y músicos. Algo que ya está cambiando en la vanguardia de la cirugía. Si estás pensando en hacerte algo, háztelo bien. Te desvelamos cómo y porqué llegó, por fin, la hora de lo masculino en los arreglos.
Si hay un pionero en el mundo de la cosmética masculina que rompió todas las normas imperantes y se atrevió a desafiar los clichés heterosexistas ese fue Jean Paul Gaultier. Su línea Monsieur fue un hito. Incluía desde polvos de sol hasta rimmel. Tras la sorpresa inicial uno acababa por preguntarse: ¿tiene género una base de maquillaje cuya función no es otra que ocultar imperfecciones? ¿Es femenino el hecho de querer ocultar las ojeras con un corrector?
La historia, esa sabia anciana, nos da las respuestas. Desde las cavernas, hombres y mujeres usaban pigmentos para adornarse. Qué decir de los rituales de belleza y posticería que usaban los nobles de la corte de Luis XIV. Incluso en remotas tierras africanas, ajenas a modas y tendencias, hay tribus como los Bororó en los son ellos, y no ellas, los que se maquillan. Por lo tanto, podemos concluir que atribuir género a una cosa tan natural como embellecerse carece de sentido.
Lo único que se puede alegar es que hombre y mujer tienen un tipo de piel diferente y por eso pueden necesitar productos con formulaciones específicas, pero poco más. En este caso, hemos salido ganando.
Y aquí los hombres, de nuevo esa inmensa minoría silenciosa, hemos salido perdiendo. Durante décadas ningún varón reconocía que acudía (casi de incógnito) a centros de estética, aunque su repentino rejuvenecimiento les delatara. Eso y, que con las siguientes visitas secretas, sus rasgos se iban feminizando.
Detengámonos en este punto. El problema en este caso, a diferencia de la cosmética, es que la estructura facial del hombre y de la mujer, tanto a nivel óseo como muscular, son muy distintas. Y, por consiguiente, también debe serlo la forma de intervenir o aplicar producto.
La doctora Carmen Lorente, Directora del Área Médica del prestigioso centro estético The Beauty Concept, resume las principales diferencias de ambas fisonomías de esta manera: "los hombres suelen tener una nariz prominente y dan mucha importancia a proyectar la mandíbula y marcar el pómulo de forma lateral. La mujer, por el contrario, suele tener nariz más fina, su pómulo se proyecta más de frente y la mandíbula se define más cortante y posterior".
Durante décadas la cirugía estética que se hacían hombres y mujeres seguía el mismo patrón. Y eso trajo consigo el llamado efecto Señora Doubtfire, hombres cuyo rostro, tras las operaciones, parecía feminizado; como la máscara que lucía Robin Williams en dicha película. Tal y como apunta Lorente, "los ángulos masculinos requieren otras densidades de producto y un buen profesional que sepa definir contornos y huir de las caras redondas. Esas que solían ser el resultado en muchos hombres que se sometían a tratamientos estéticos".
Pero no sólo era cuestión de quirófano, otro tipo de tratamientos menos invasivos, como el bótox o los rellenos, tampoco se habían adaptado a la fisonomía del hombre. Según Lorente, “hasta hace poco, el ácido hialurónico y los productos de retensado facial y colagenización no estaban adaptados a las necesidades del hombre. Hoy, hay una amplia variedad de técnicas y productos que permiten que conseguir volumen y sujeción en zonas óseas. Los hombres buscan resultados naturales, que rejuvenezcan y que no paralicen”.
Hay tres casos de hombres que en su momento fueron auténticos sex symbols y que, con el paso del tiempo (y su paso por quirófano), han quedado como símbolos de lo que no hay que hacer. Si pensamos en el protagonista de ‘Oficial y caballero’, aquel Richard Gere que enamoró a toda una generación, poco tiene que ver con el que vemos ahora predicando las enseñanzas budistas.
Y, ¿qué decir del magnético Mickey Rooney de 'Nueve semanas y media'? Hoy nadie le reconocería. Algo similar pasa con el Beatle, Paul McCartney. ¿Dónde quedó su cara de chico travieso? El problema no está en el paso de los años, que nos afecta a todos, sino en cómo unos y otros han luchado contra los efectos del envejecimiento, la flacidez y demás estragos físicos.
A diferencia de los ejemplos anteriores, también hay quien ha sabido elegir qué hacerse y en manos de quién ponerse. Para la doctora, "Brad Pitt, Jon Kortajarena y Ryan Gosling son casos de éxito". Como también lo es Chayanne "quien se realizó la bichectomía, técnica que permite eliminar las bolsas de Bichat, definiendo más el rostro; algo importante para alguien que, como él, tenía una cara muy redondeada".
Según los expertos, lo que más nos preocupa a los hombres es, con diferencia, eliminar las ojeras, definir mentón y pómulos y eliminar la papada. A nivel corporal, obtener unos abdominales marcados y eliminar la grasa de flancos y pectoral.
La buena noticia es que hay una técnica para cada cosa. Lorente destaca un tratamiento del que tienes que tomar nota si estás pensando en hacerte un rejuvenecimiento facial. "Se trata del Ultherapy, es mínimamente invasivo y muy seguro. Aporta resultados sorprendentes para redefinir el óvalo facial, marcando las facciones y eliminando la papada”.
Otras veces, dependiendo de la casuística se recomienda una combinación de varias técnicas. Lo importante es ponerse en manos de un profesional que tenga experiencia en las necesidades del paciente masculino.