Francesc Mestre tenía 61 años y llevaba 28 trabajando en banca cuando un ERE le puso en la calle. Francesc, que se define como "una persona muy activa, con mentalidad abierta a cualquier cambio", no se quiso resignar a la imagen de jubilado que parecía que la sociedad tenía pensada para él. "Dejar la vida laboral que empecé con 14 años deja mucha huella", recuerda, "pero yo soy de los que piensa en el presente y un poco en el futuro y, cuando se termina una etapa de la vida, empieza otra, y hay que acomodar todas nuestras fuerzas para esos nuevos tiempos, nuevos retos, tomándolos con mucha ilusión y ganas de trabajar". Sabía que en ese momento, más que nunca, tomar las riendas de su vida estaba únicamente en su mano. "El pasado no volverá, busquemos un presente y un futuro lo más feliz posible", pensó.
Así que en ese punto, en el que la prejubilación le miró a los ojos, se apuntó a una agencia de modelos "un poco como un juego, para intentar cubrir el mucho tiempo disponible". Su familia le apoyó desde el primer día, pero no dejaron de mostrar su sorpresa. Enseguida le llamaron para una campaña en la que numerosos modelos posaban con el mismo jersey. Y gustó tanto al fotógrafo, que le propuso una sesión con él en solitario. Como una metáfora de la libertad que estaba sintiendo, la oferta de esa primera sesión requería que fuese desnudo: "Me lo pensé durante cinco segundos y me dije 'si no lo hago ahora, nunca lo haré'". Desde entonces, se sucedieron los trabajos. Y así, casi por casualidad, fue cómo Francesc comenzó a trabajar como modelo profesional. "Al año vi que me encantaba y pensé que debía prepararme un poco, así que estudié interpretación ante la cámara y teatro".
Ahora, a sus 69 años, se dedica profesionalmente al mundo de la interpretación y el modelaje. Y se siente afortunado por hacer lo que realmente le gusta. Su trabajo le ha llevado a rodar con actores de la talla de Robert de Niro, Antonio Banderas o Uma Thurman e, incluso, a grabar un spot con el Papa. En un momento en el que parecía que no habría una segunda oportunidad, demostró al mundo que esa idea preconcebida no tenía por qué ser así y experimentó un gran cambio en su vida. Se lanzó al riesgo. Aceptó el desafío. Y eso le ha hecho encontrar una felicidad distinta a la que había conocido hasta entonces y le ha permitido realizarse personalmente de un modo que no esperaba. Francesc es el claro ejemplo de que la ilusión no se debe perder nunca. Disfruta lo que hace y eso se ve reflejado en el resultado de su trabajo.
Tiene a sus espaldas más de 1.000 fotos posando como modelo y actor, como la que abre este artículo, de Salva Fontseré (Match Ball), y 4.300 seguidores en Instagram. Cifras que, durante su vida laboral en banca, nunca habría imaginado manejar.
Francesc es consciente de que la madurez le proporciona ciertas ventajas en su nueva profesión, pero no siempre ha sido así. "Al principio, la edad fue un obstáculo, ya que no es habitual empezar en este mundillo con 61 años, pero, a medida que me iban conociendo, ha sido una oportunidad para abrirme algunas puertas. Una persona madura que sea cumplidora, puntual y discreta transmite seguridad y profesionalidad". Como a cualquier edad, nada le vino regalado. "Me lo he tenido que ganar", apostilla.
El del modelaje senior es un camino poco transitado, pero Francesc pretende abrir la puerta para que esto cambie. "Quiero representar a ese hombre maduro de la calle, al que le gusta la moda, la siente, la viste... pero que no se ve representado por hombres maduros como él". Reivindica un cambio del papel que las personas que se dedican a su profesión con su edad tienen en la sociedad española. "En este país aún llevamos un buen atraso en este aspecto, cosa que no ocurre en otros países de la UE y no digamos en EEUU, donde los modelos maduros son muy respetados y valorados".
En lo personal, sabe que haber aterrizado en esta profesión con 61 años de madurez y una amplia vida laboral a sus espaldas le ha hecho afrontarlo de una manera diferente a cómo lo hubiese afrontado de joven: "Mi edad me ha aportado serenidad, no perder los nervios nunca, no tener metas, adaptarme a las circunstancias y disfrutar mucho de lo que hago. Y me ha enseñado que cualquier edad es buena para hacer lo que a uno le gusta. Por muchas piedras que haya en el camino, con ilusión y ganas de trabajar se consiguen muchas cosas". Ha roto con el estereotipo del jubilado sentado en el sofá, que, en los tiempos que corren, ha quedado obsoleto. "Una persona madura, hoy en día, no es lo mismo que hace 20 o 30 años. Tenemos muchos medios para realizar lo que nos gusta y es una verdadera lástima no aprovecharlos".
Ahora se plantea la posibilidad de organizar conferencias y talleres para personas que se quedan sin trabajo o se jubilan "para animarles y hacerles ver que se les abre un mundo nuevo, donde tienen posibilidades de realizar las cosas que su vida laboral les impidió".
Nos cuenta que su lema es: "Si quieres conseguir una cosa, inténtalo. El 'no' ya lo tienes, hay que ir a por el 'sí'". Toda una declaración de intenciones. "Vitalidad, optimismo y ganas de trabajar no me faltan", concluye. ¡Esa es la actitud! So Upper!