Nuria Roca, al igual que otras celebrities, como Paula Echevarría, ha caído rendida a los beneficios del carbono activado. Quizá no lo sepan, pero están haciendo uso de un tratamiento ya conocido en el antiguo Egipto mejorado por la tecnología del siglo XXI.
El carbón activado se forma por la unión del carbón vegetal con oxígeno. Durante miles de años se ha utilizado en medicina como antibiótico natural gracias a sus propiedades antifúngicas y bactericidas. Respecto al cuidado de la piel, puede ser un ingrediente muy beneficioso para quienes tienen exceso de sebo, ya que ayuda a eliminar las toxinas provenientes de nuestra propia grasa, contaminación y células muertas.
El carbón activado funciona de manera excelente por sus propiedades clarificantes. Neutraliza las bacterias que causan el acné, eliminando las impurezas que obstruyen los poros y dan lugar a las lesiones. Además, no es tan agresivo como otros bactericidas y funciona en todo tipo de pieles, incluidas las sensibles, aunque las pieles mixtas y grasas notan más su mejoría. También ejerce una suave acción exfoliante, que es, precisamente, lo que otorga luminosidad a la piel. Por último, el arrastre propio de sus partículas exfoliantes previene la formación de manchas y reduce el tamaño de los poros, dos rasgos asociados al envejecimiento cutáneo.
La novedad en el tratamiento de Roca es que los beneficios se intensifican gracias al protocolo creado por Natalia de la Vega, fundadora y directora de Tacha.
De la Vega suma a las propiedades del carbono la acción de ClearLift, el primer láser fraccional Q-Switched del mercado que permite trabajar en la dermis a multicapa, evitando lesiones sensibles a la luz solar. Es decir, no está contraindicado en verano, cuando la radiación solar es más alta. La mayoría de los tratamientos de foto-rejuvenecimiento no pueden emplearse en los meses de más calor, ya que la exposición solar es incompatible después de una sesión.
En el rostro previamente limpio, se aplica una mascarilla de carbón activo; en este caso, procedente del bambú, que también posee principios activos calmantes, como áloe vera, hamamelis y extracto de rosa, cuyo aceite es conocido desde tiempos inmemoriales por sus efectos hidratantes y calmantes.
Sobre la mascarilla, se realiza el tratamiento con láser para terminar con un masaje con elementos regenerativos de alta calidad. Tras la sesión, la piel queda visiblemente reafirmada, con el poro cerrado y el tono unificado y luminoso.
Desde la primera sesión se aprecian los resultados, pero lo ideal es hacerse el tratamiento cada 15 días. Si queremos hacerlo de manera intensiva, lo mejor son cuatro sesiones al mes, con lo que conseguiremos una mejoría notable que podremos mantener con una sesión mensual.