Un año más, el Festival de Cine de San Sebastián abre sus puertas. Este año, su edición número 71 se celebrará entre el 22 y el 30 de septiembre, y, como siempre, concitará la atención del mundo de la cultura y del espectáculo.
Además del cine y del glamour que rodea el certamen, hay 'otro' festival, el que surge alrededor de la buena vida; en este caso, la buena vida vasca, un entorno en el que la gastronomía destaca por derecho propio a través de los sabores a pequeña escala. Así pueden considerarse los pintxos, grandes sabores en formato pequeño. En su origen, el pintxo consistía en una rebanada de pan sobre la cual se colocaba una pequeña ración de recetas frías y calientes, a menudo sujetas por un palillo que amarraba los ingredientes al pan. Hoy en día, han superado su objetivo inicial de acabar con lo sobrante: los pintxos han evolucionado también hacia la alta cocina dando lugar a pequeñas obras culinarias de las que es imposible comerse solo una.
El rabo de toro y de buey es un guiso típicamente español y uno de los que más sorprende entre los comensales fuera de nuestro país. El bar Zazpi le da un tratamiento totalmente original al envolverlo en un ravioli. Meloso, sabroso y único en la ciudad, el pintxo de rabo de buey guisado con ajo, cebolla y vino tinto y envuelto en pasta wonton, se sirve con varias especias, entre ellas, sésamo y cebollino. El resultado, una exquisitez que combina el sabor contundente de la carne con la delicadeza de la textura del ravioli.
Las croquetas es un género aparte dentro de la gastronomía. De factura modesta, apenas una bechamel con aditamentos, se ha ido sofisticando hasta tocar la alta cocina. En principio, las croquetas caseras eran un tipo de cocina de aprovechamiento: valían para reutilizar casi cualquier resto. Con esta premisa, el restaurente Txulete le da una vuelta de tuerca: en vez de utilizar las sobras, utiliza carne de excelente calidad y crea su famosa croqueta de txuleta, un bocado irresistible.
Estar en Donosti y no probar boquerones o antxoas en cualquiera de sus formatos es un 'pecado' gastronómico. Si queremos disfrutar de los mejores, hay que pasarse por el bar Txepetxa, especialistas en este tipo pintxos. Rebozados, al horno, marinados o las clásicas antxoas de la toda la vida, cada pequeña porción nos acerca a lo mejor del mar y de la tierra, gracias a las verduras y hortalizas que enriquecen cada pintxo.
¿Qué es un txipiguetti? La mezcla de txipirón y spaguetti; es decir, tiras de este tipo de calamar cortadas como si fueran pasta. Y siguiendo con la similitud con la gastronomía italiana, no puede faltar su boloñesa, en este caso elaborada a base de tentáculos. Esta es precisamente la especialidad de Kapadokia Bar, un pintxo difícil (dar con el punto de cocción del txipirón no es fácil) que alcanza altísimas cotas de sabor.
Fue en 1950, en el barrio de Gros, cuando el Bar Bergara alumbró su txalupa, un pintxo de hojaldre con la forma de esta boina que encandiló desde el primer momento a los clientes del establecimiento. El plato se enriquece con setas, langostinos, cebolleta y una salsa de nata y queso rallado. Más sabores juntos, imposible.