Antes de que llegara la pandemia del covid, la cerveza artesanal vivía un auténtico 'boom', con la producción creciendo un 80% en cuatro años. Tras décadas de dominio de la clásica caña, los españoles demandaban otras variedades y los grandes grupos cerveceros se aplicaron en ofrecérselas. Sin embargo, la emergencia pandémica provocó que en 2020 el sector se contrajera un 22% y desde entonces no termina de levantar cabeza. El cierre de Cervezas La Virgen es la última prueba de que la burbuja de la cerveza artesanal parece haberse desinflado.
La compañía madrileña, adquirida en 2017 por el grupo belga Anheuser-Busch InBev, dueño de marcas como Budweiser, Corona o Beck's, anunció la semana pasada el cese de su actividad, y por lo tanto, el despido de sus 78 empleados. La compleja situación para obtener permisos para la ubicación insignia de la firma, en la localidad de Las Rozas, y la difícil situación financiera existente están detrás de esta decisión.
Pero el caso de Cervezas La Virgen no el único. En 2018 Heineken compró el 51% de La Cibeles, una de las empresas pioneras en el sector, con fábrica propia en Leganés. En 2021 lo devolvía. Y más grupos cerveceros adquirieron otras marcas pequeñas que hoy ya no les interesan. Fuera de las adquisiciones, pocos proyectos independientes son capaces de competir con las grandes en precio y en acceso a la hostelería y a los supermercados. La única posibilidad de subsistir es apostar por el entorno local, por los bares de la zona.
Entre 2019 y 2022, las cerveceras artesanales han sufrido una pérdida del 35% de los centros productivos, tal y como reflejan los informes de la asociación Cerveceros de España, que agrupa a todas las empresas del sector. Desde la organización, aseguran en declaraciones a EFE, que se están viviendo bastante cierres, aunque ninguno tan grande como La Virgen. Solo en Madrid han desaparecido también Madriz Hop Republic, Enigma y Mad Brewing.
La pandemia marcó un punto de inflexión, a partir del cual se encadenaron las consecuencias económicas de la invasión rusa de Ucrania, cuyos efectos aún continúan. La espiral inflacionista influye tanto en el consumo como en los costes de producción, a lo que hay que sumar los problemas con el suministro de envases y de distribución.
Para tratar de combatir los problemas que están sufriendo las compañías artesanales, Cerveceros de España pide la reducción de los impuestos especiales para ellas. También reclaman la aplicación del tipo superreducido de IVA al consumo en la hostelería, así como dejar a las pequeñas compañías exentas de determinados objetivos europeos de reutilización, por el coste que tiene la inversión para acometer estos procesos.
La situación de las compañías artesanales no tiene nada que ver con la salud del sector español de la cerveza, que, aún con sus vaivenes, alcanzaba en 2022 su mayor cifra en once años, aunque el consumo en bares y restaurantes aún no haya vuelto a los niveles prepandemia.
Aún así, el sector cervecero español era entonces el segundo más importante a nivel productivo de Europa, solo superado por Alemania, y superando a Polonia. Se desconocen los datos completos de 2023, pero Cerveceros de España estima que las ventas sufrieron un ligero retroceso del 0,7%, lo cual no quita que el sector siga vivo y rentable, sobre todo para las grandes compañías, que representan el 99% del mercado. Para el comprador tampoco hay duda: España batió en 2022 su récord histórico de consumo: 58 litros por persona al año.