Continuamos con el homenaje de 'Uppers' a los bares en forma de artículos del estudioso Jose María Espinosa. En esta ocasión, el autor se fija en uno de los rasgos que más contribuyen a la esencia del bar: el nombre. ¿Cuántos bares 'La parada' conocemos? ¿Cuántos con nombres de lugares lejanos?
Capítulo I: Sobre el concepto de bar
Capítulo II: Sobre el cliente fijo
El lenguaje es una extraordinaria herramienta que los seres humanos llevamos utilizando desde hace miles de años para comunicarnos los unos con los otros. Desde los tiempos de la Torre de Babel, la diversidad filológica ha ido in crescendo, y a día de hoy más de 6.500 idiomas, dialectos y jergas pueblan nuestro planeta. Pues bien, a nosotros nos ha tocado utilizar ésta que suscribe, que dicho sea de paso, es la segunda más hablada del mundo y tal vez la más importante de todos los tiempos desde el punto de vista cultural. Todo un honor, que humilde y responsablemente aceptamos.
Aunque todas las partes del español son necesarias, no cabe duda que el sujeto tiene un papel especialmente relevante. Llamar a las cosas por su nombre es la base de la buena comunicación, y constituye el pilar básico de la esencia, del concepto. El concepto, esa es la cuestión. Es precisamente el rigor del lenguaje el responsable final de formar en el cerebro del interlocutor el concepto exacto que se quiere transmitir.
Así pues, establecida la importancia del nombre en general, y del concepto en particular, hoy nos planteamos la siguiente cuestión: ¿cómo se llaman nuestros bares? Bien, pues tras un arduo trabajo de campo y un sesudo análisis, hemos establecido de que, de acuerdo con este criterio, los bares se dividen en tres grupos, con la frecuencia aproximada que para cada uno se señala:
Entre el grupo de los primeros, destacan nombres como Bar Paco, Bar Manolo, Bar Pepe o Bar Juan, entre los masculinos; y Bar Victoria, Bar Carmen, Bar Alba o Bar Aurora, entre los femeninos. En cuanto al grupo de los segundos, podemos citar Bar Plaza, Bar La Esquina, Bar Avenida o Bar La Estación. Nótese el curioso hecho de que en este grupo siempre queda indefinida la ubicación exacta, sin concretar a qué plaza, esquina, avenida o estación se refiere. Ignoramos por qué. Entre el grupo de los terceros destacan por su frecuencia Bar La Taberna (una extraña redundancia), Bar Paraíso, Bar La Luna o Bar Stop (o en su acepción localista, Bar La Parada). Por último, cabe citar algún caso llamativo, como por ejemplo el misterioso caso del Bar Las Vegas. Por alguna razón que no llegamos a entender, en España hay más bares que se llaman Bar Las Vegas que Bar Madrid, Bar Barcelona, Bar Sevilla, Bar Málaga o Bar Torrelodones. Ya lo decía Cervantes, "más vale el buen nombre que las muchas riquezas".
Ahora nos vamos a atrever a hacer una predicción: ¿cuáles serán los nombres de los bares del futuro? Supongamos que el promedio de edad de los hosteleros de España sea de 40 años. Supongamos también que la frecuencia de los grupos expuestos se mantenga a lo largo del tiempo. Por tanto, el 25% de los bares dentro de 40 años se llamarán como su dueño o allegado. Pues bien, de acuerdo con los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística, los nombres masculinos más frecuentes en el año 2012 fueron, por este orden, Daniel, Hugo, Alejandro y Pablo, y los femeninos Lucía, María, Paula y Daniela. Ahí tienen ustedes los nombres del 25% de los bares en el año 2052.
Como epílogo, queremos precisar que todo esto no deja de ser un hecho anecdótico, porque se llamen como se llamen los bares, nosotros seguiremos yendo al bar.