Sangría vs tinto de verano: ¿en qué se diferencian las dos grandes bebidas del verano?

La llegada del verano y los rigores de las altas temperaturas son sinónimo de bebidas refrescantes que no solemos tomar el resto del año, o lo hacemos en contadas ocasiones. Nada mejor que ‘termorregularnos’ echándonos al cuerpo una bebida bien fría que nos sacie y nos permita soportar mejor las altas temperaturas. En ese partido desigual contra el calor contamos con dos clásicos por excelencia que reinan en sobremesas, barbacoas, picnics y chiringuitos de playa: el tinto de verano, creación netamente patria, y la sangría, que se toma en todo el mundo de muy distintas formas. La receta perfecta es más fácil de lo que crees. 

Aunque ambas bebidas comparten ciertas similitudes el ingrediente base, presentan diferencias que las hacen únicas. Como en casi cualquier receta, sí, también hay puristas que predican sobre el tinto de verano perfecto o la sangría definitiva y deploran sus variantes, pero se trata de beber y refrescarse, al fin y al cabo, y en esa misión no hay moralistas que valgan. 

¿Cómo nacen el tinto de verano y la sangría? 

Empecemos por el origen de ambas bebidas, tan distinto como curioso. Según explican algunas fuentes, el origen del tinto de verano se remonta a hace más de 100 años, en Córdoba, y a una variante del vino con sifón. De hecho, el primer nombre que se le otorgó a nuestro tinto veraniego clásico es el de ‘Vargas’. En este punto difieren los documentalistas. Unos dicen que el nombre se refiere a la venta que lo dio a conocer y le procuró sus primeros éxitos; otros, que el vino Valdepeñas, el que se usaba entonces para la elaboración, fue cambiando progresivamente su nombre hasta el de ‘Vargas’. 

El origen de la sangría, por su parte, entraña algo más de misterio en las tres teorías sobre su origen. La primera se refiere a la mezcla que los campesinos elaboraban con la fruta que estaba a punto de pudrirse, para que no se echara a perder. La segunda teoría menciona las palabras del padre Esteban Torres, que se refirió a ella en el siglo XVII como ‘un líquido inventado por ingleses’. La sitúa en las Antillas, entonces colonias del Reino Unido. Una tercera teoría, menos aceptada, habla de su posible nacimiento en Ecuador, con la llegada de los colonos españoles. 

¿En qué se diferencian el tinto de verano y la sangría? 

Para entender por qué son dos bebidas más o menos alejadas la una de la otra, vamos con los ingredientes.

El tinto de verano clásico es una mezcla de vino joven (es preferible uno de acidez baja, así que hay que saber elegirlo), gaseosa y hielo al gusto, ingrediente, sí, con el que no hay que ratear si queremos el golpe de frío en la garganta. Frente a la sangría, que suelen preferir los visitantes y turistas extranjeros, el tinto de verano, sea con limón o con casera, es una de las bebidas preferidas de los españoles.

 La sangría clásica, que solo puede denominarse así si se prepara en España y Portugal, comparte la base con el tinto de verano (el vino), pero la mezcla de ingredientes es bastante más festiva: matizamos con distintos tipos de licor, fruta natural cortada para que saborice la mezcla (las variantes, como puedes imaginarte, son infinitas) y una gran cantidad de azúcar. En algunas variantes, se puede agregar Vermú.

Otro componente fundamental para que se considere sangría y no ‘zumo divertido con un toque de alcohol”: la graduación. Para que una sangría pueda recibir su nombre como mínimo debe contener un 50% de vino, y 13,5º de alcohol. Es bastante más calórica que el tinto de verano, que además lleva una cantidad menor de componente alcohólico (entre un 4 y un 10%)

Encontramos también diferencias importantes en el sabor. Al llevar alta cantidad de fruta y de azúcar la sangría es una bebida con un sabor más pronunciado: el dulce del azúcar y el sabor potenciado de la fruta, cargada de alcohol. El tinto de verano es de un impacto más ácido y seco en boca, y la presencia de las burbujas se nota mucho más cuando nos echamos un par de tragos al coleto.

Tinto de verano y sangría especiales

El verano es una de las mejores épocas para probar recetas y variaciones a las bebidas clásicas que nos refrescan en las horas de más calor. Tanto la receta del tinto de verano clásico como la de la sangría, más versátil según dónde se prepare, admiten preparaciones alternativas.

Tinto de verano ‘afresado’:

  •  1 botella de vino tinto joven
  • 1 taza de fresas frescas, lavadas y cortadas en rodajas
  • 1 limón, cortado en rodajas
  • Hojas de menta fresca
  • 1 litro de refresco de limón o gaseosa

En una jarra grande, mezcla el vino tinto, las fresas, las rodajas de limón y algunas hojas de menta. Refrigera durante al menos una hora para que los sabores se mezclen. Justo antes de servir, agrega el refresco de limón o gaseosa para obtener un extra de burbujas. Decora con hojas de menta fresca.

Sangría blanca de melocotón y albahaca

  • 1 botella de vino blanco
  • 2 melocotones maduros, cortados en trozos
  • 1 lima, cortada en rodajas
  • Hojas de albahaca fresca
  • 1/2 taza de licor de melocotón (opcional)
  • 1 taza de agua con gas

En una jarra grande, combinamos el vino blanco, los melocotones, las rodajas de lima y algunas hojas de albahaca. Agregamos el licor de melocotón y mezclamos suavemente. Refrigeramos durante al menos dos horas. Justo antes de servir, añadimos el agua con gas. Servimos en copas con hielo y decoramos con hojas de albahaca.

Sangría rosé con cítricos

  •  1 botella de vino rosado
  • 1 naranja, cortada en rodajas
  • 1 limón, cortado en rodajas
  • 1 lima, cortada en rodajas
  • 1/4 taza de licor de naranja
  • 2 cucharadas de azúcar

Mezcla el vino rosado, las rodajas de naranja, limón y lima. Añade el licor de naranja y el azúcar, y remueve hasta que el azúcar se disuelva. Refrigera durante al menos dos horas. Recuerda: las copas donde la sirvas, con mucho hielo.