Fue la diva del flamenco pop, una artista llena de contrastes: su melena rubia, más propia de un ángel de Charlie, parecía ir al margen de su voz rota, rasgada, con un quejío solo al alcance de los grandes del jondo.
Después de unos años aquejada de problemas de salud, María Jiménez acaba de morir en Sevilla a los 73 años. La contemplan 50 años de carrera y el cariño de sus incondicionales, fascinados por una biografía tan apasionada como su propia música. En esa biografía destacan una niñez llena de privaciones, su trabajo como criada siendo apenas una niña, malos tratos y enfermedades graves. Pero la gran tragedia de su vida fue la muerte de su hija Rocío, cuando solo tenía 16 años.
Lo peor que le puede pasar a un padre o a una madre es perder a su hijo. Se trata de un duelo eterno que nunca logra cerrarse. María Jiménez estuvo años sin poder hablar de la muerte de su hija. "Cada día me acuerdo de ella, el dolor sigue... La herida se va cerrando pero el dolor no. Solo vas colocando el dolor en un sitio para que te deje vivir y caminar", aseguró en una de sus últimas entrevistas en televisión.
Después de trabajar como sirvienta en una casa de Barcelona, con menos de 15 años, María Jiménez se presentó a las pruebas de un tablao de la Ciudad Condal. Fue contratada inmediatamente y, como dijo en ese momento, empezó a ser artista. El éxito le llevó poco después al famoso tablao Los Gallos, en Sevilla, el lugar en el que han surgido grandes figuras del folklore. El éxito viene acompañado de un gran cambio de vida: se queda embarazada con menos de 18 años y fue la propia Lola Flores la que se lo anunció. Estaba de tres meses y La Faraona se lo confirmó con un su característico ojo clínico. "Cuando me vio me dijo: 'Tú estás preñada'", recordó la cantante en el programa de Bertín Osborne de Telecinco 'Mi casa es la tuya'.
María Jiménez se planteó abortar, pero en el momento de hacerlo "sintió algo", según contaba ella misma, y decidió seguir con el embarazo. La niña, a la que llamó Rocío, nació el 7 de enero de 1968 sin problemas y sin que el padre se implicara lo más mínimo. Con coraje, la cantante crio a su hija como madre soltera, algo muy difícil en la época. Afortunadamente, no había problemas económicos: el estilo de María Jiménez era apreciado por el gran público. Y 'Se acabó', su primer hit, le catapultó en las principales listas de éxito. Fue su gran momento de ventas, galas, conciertos...
En cuanto a la crianza de Rocío, fue su abuelo, el que asumió el rol de padre de su nieta, quien sí sabía el nombre de su padre biológico. Y entonces llegó Pepe Sancho, en la cúspide de la fama por su papel en la serie 'Curro Jiménez', protagonizada por Sancho Gracia, abuelo de Daniel Sancho.
Cuando Rocío contaba con 10 años, en 1978, María Jiménez se casó con el actor Pepe Sancho, quien dio sus apellidos a Rocío. El matrimonio, lleno de altibajos, separaciones y nuevas uniones, recibió a su hijo Alejandro en 1983, un año antes de que su hermana falleciera, en enero de 1984.
El accidente de Rocío conmocionó a la España de la época entre otras razones porque pareció una cruel jugada del destino. Pepe Sancho, entonces ya separado de María Jiménez, acompañó a la joven a la estación de Atocha para que volviera al colegio de Málaga en el que estudiaba para incorporarse después de pasar las vacaciones de Navidad.
Pero, por razones que se desconocen y sin advertir a su familia, Rocío no utilizó el billete, sino que prefirió irse en coche con otros amigos. A la altura del kilómetro 115 de la carretera nacional IV Madrid-Cádiz, en el término municipal de Madridejos (Toledo), tuvo lugar el fatal accidente con tres heridos graves y cinco fallecidos, entre ellos, María del Rocío Asunción Jiménez.
"Llegué a darme golpes contra la pared, del dolor tan grande que sentía", confesó años después la cantante, quien, según su entorno, nunca llegó a reponerse de este golpe. Solo encontró cierto consuelo en el amor de su hijo, su escudo protector en los últimos años de su vida, y en su fe: "Dios me dio a mi hija y Dios me la quitó", murmuraba en sus horas más tristes.