Los últimos avances en el campo de la ciencia y la medicina, junto a la adopción de hábitos saludables en el estilo de vida hacen que la esperanza de vida haya aumentado de tal manera que la mitad de los nacidos hoy día en los países desarrollados vivirá más de 100 años.
La otra gran novedad es que el deterioro propio de la edad también se va retrasando: cumplir ahora 60 años es el equivalente a cumplir 50 de hace 20. Los indicadores de salud avalan la teoría, pero lo significativo es que la percepción de las personas también: nos sentimos más jóvenes de los años que cumplimos biológicamente. La edad social o subjetiva importa y todo apunta a que esta nos quita años respecto a los del DNI.
Desde el punto de vista sociológico, hace unos años se consideraba que la vejez comenzaba a los 65 años, coincidiendo con la edad de jubilación. Sin embargo, las personas de 65 años no se consideran a sí mismas mayores y se encuentran más sanas y activas que sus abuelos. Por esta razón, al margen de la categorización de Naciones Unidas sobre la vejez, cada vez más estudios, como el de la Universidad de Stony Brook (Estados Unidos) de 2017, sostienen que la edad real no debe contarse a partir de la edad biológica, ni siquiera cronológica, sino teniendo en cuenta la esperanza de vida de los países. Es decir, a diferencia de hace unas décadas, quien cumple hoy 60 tiene, al menos, 25 años por delante, tiempo suficiente para planterse nuevos proyectos con el añadido de mantener la salud.
Según otro estudio realizado en 2006 de manera conjunta por investigadores de la Universidad de Duke (Estados Unidos) y de Aarhus (Dinamarca), los adultos mayores de 40 años se perciben a sí mismos un 20% más jóvenes de lo que realmente son. La diferencia entre la edad cronológica y edad subjetiva, comienza a los 25 años, cuando biológicamente empezamos a declinar y se expande a lo largo de los años hasta los 40. El mismo estudio revela que las variables demográfica de género, nivel de ingresos y educación no son significativas en lo que respecta a la edad subjetiva. Nos sentimos de media un 20% más jóvenes al margen de estar mejor o peor situados en la pirámide social.
En general, sentirse menos mayor es positivo para la salud porque suele ir asociado a un mejor estilo de vida. Es una buena noticia que, sin embargo, plantea retos a las sociedades desarrolladas. Para los gobiernos y agentes sociales supone desafíos importantes; entre ellos, más gasto para pensiones, atención médica o programas de cuidados para mayores. En el campo de la salud, una de las claves podría ser cambiar el foco de la medicina alopática (la que prima, por ejemplo, en nuestro sistema nacional de salud), cambiando del enfoque terapéutico al preventivo. Pasar de curar a prevenir podría suponer más calidad de vida para los ciudadanos y un gran ahorro para las arcas públicas.
Respecto a lo que supone para la economía de un país tener que pagar más pensiones, algunos expertos afirman que las tasas cada vez más bajas de nacimientos y el envejecimiento de la población puede compensarse retrasando la edad de jubilación, así como elaborando programas remunerados de voluntariado tras la jubilación.
Es el psicólogo canadiense Steven Pinker quien afirma en libros como 'Los ángeles que llevamos dentro' que nuestra sociedad posee las cotas de comprensión científica y bienestar social más altas de la historia. El hecho es que desde la invención de la penicilina y el desarrollo de una industria agroalimentaria a gran escala, junto a la estabilidad económica y social de los países, hemos conseguido ir ganando años a la muerte. En general, los adultos mayores están más sanos que hace unas décadas. Eso explicaría la auto-percepción de que no somos tan mayores como indica nuestra fecha de nacimiento.
¿Qué piensan quienes se dedican a estudiar la vejez? Los gerontólogos se muestran escépticos, quizá porque la idea de que sentirse joven es deseable puede tener algún matiz edadista. Por otra parte, no hay datos fiables de épocas anteriores. En la Antigüedad, los 60 suponían el final de la vida, pero el filósofo Demócrito de Abdera vivió hasta los 109 años en el siglo III d.C. En todo caso, cumplir muchos años es uno de los mayores logros de la humanidad, aunque no podemos olvidar que, incluso asumiendo el estilo de vida más saludable, siempre habrá ancianos que demandarán cuidados y que, de alguna manera, el objetivo de seguir siendo joven dice mucho de los estigmas que aun genera la edad. Cuando es noticia que Loewe fiche a Maggie Smith, 89 venerables años, como imagen de su marca en vez de la esperable supermodelo, algo está cambiando, pero algo también se desvela: apostar por la experiencia sigue siendo la excepción de la regla.