Esther Beltrán tiene claro que "una mujer es más que dos tetas, muchísimo más". Pero saberlo le costó varios años y un problema de salud: un cáncer de mama en fase 3 que supuso toda una revolución personal.
Doce años después de reconciliarse con la enfermedad, su cuenta de Instagram se ha convertido en un canto a la vida y una referencia indispensable para todas aquellas mujeres que se ven afectadas por la misma enfermedad, las mismas preguntas y las mismas dudas. Beltrán explica que cuando se recibe el diagnóstico, cae como un mazazo que impide ver más allá, pero, según asegura, hay vida más allá del cáncer. Y durante el cáncer, también.
En 2012, Beltrán, una extrovertida gaditana de 48 años, es diagnosticada con un cáncer de mama. No tenía mal pronóstico, pero la operación desveló que la situación era peor de la esperada. De la fase 1 que tenían prevista pasaron a la 3, con un tumor de tres centímetros y metástasis en cinco ganglios. Hubo que empezar urgentemente con la quimioterapia, pero a la quinta sesión se enfrentó a una neumonitis y una pericarditis que complicaron el proceso. Sus oncólogos decidieron complementar la terapia con el tamoxifeno, un medicamento que se utiliza como terapia complementaria, combinado en su caso con radioterapia.
Cuando parecía que la enfermedad evolucionaba satisfactoriamente, la radioterapia le hizo una lesión en el pecho que empezó a supurar y que le hizo ser una más del hospital: iba cada dos días para intentar que la herida se cerrara. Un día, el equipo médico le comunicó que su pecho había desarrollado una necrosis y que la única opción era extirparlo.
Beltrán tuvo en ese momento una revelación: no quería pasar por la posibilidad de que encontraran otro tumor en el otro pecho. Pidió entonces una mastectomía completa que no ha restado ni un ápice sus ganas de vivir y de seguir siendo una mujer empoderada, bella y sexy.
Hoy, en su cuenta @estherysuscorazones, la vemos orgullosa de mostrarse “mastectomizada sin ningún complejo". Sin embargo, alcanzar ese punto no fue fácil. Por el camino, hubo miedo, llanto, angustia, rechazo y desesperación, todas las fases de un duelo que nadie le había enseñado a transitar. En ese camino, en el que la salud primaba por encima de la estética, hubo una figura fundamental: su marido, quien le animó a no seguir operándose y a aceptarse tal cual.
A sus espléndidos 60 años, Esther Beltrán es una influencer que cuenta con casi 50.000 seguidores en su cuenta de Instagram, desde donde comparte su filosofía de vida. "Mis cicatrices son parte de mi lucha, son la señal de que he sobrevivido", asegura convencida. En Instagram muestra claramente que no hay complejo alguno; hace top less en la playa y no duda en mostrar su torso si la ocasión o el mensaje lo requiere. Y al que no le guste, "que mire hacia otro lado".
Doce años después de su peripecia, se define como creadora de contenidos digitales y ya ha participado en algunas campañas de publicidad. Su objetivo es que todas esas mujeres que están pasando por una experiencia como la suya, conozcan su historia y vean cómo se puede transitar, más allá de las famosas que salen en los medios. Beltrán es una mujer de carne y hueso, superviviente de un cáncer y con unas cicatrices que son la enseña de su valentía.