Lleva emprendiendo desde los 25 años. Ahora tiene 46 y se sigue considerando emprendedor, pero ya no busca el beneficio empresarial, sino el vital, el de salvar vidas o, al menos, mejorarlas. Con ese objetivo fundó la ONG Ayuda Efectiva, un concepto revolucionario que huye de los grandes objetivos a favor de pequeñas acciones con gran impacto. Hablamos con Pablo Melchor, presidente de esta ONG, de cómo se le ocurrió todo esto, en qué momento su cabeza hizo clic y, de repente, todo cobró sentido.
¿Qué es Ayuda Efectiva?
Ayuda Efectiva es una fundación que dirige el dinero a los programas humanitarios que con esa misma cantidad de dinero salvan más vidas o ayudan a más cantidad de personas. La idea es no solo hacer el bien, sino dónde puedo hacer el máximo bien, que es algo realmente importante porque según cómo decidas ayudar puede que ayudes a muchísimas personas o a muy pocas.
¿Cuáles son los proyectos que tenéis entre manos?
Estamos centrados en muy pocos proyectos porque trabajamos en proyectos donde tenemos datos de que funcionan; en segundo lugar, trabajamos con organizaciones serias capaces de ejecutarlos muy bien y a un coste muy bajo, y, por último, son proyectos que podemos auditar permanentemente para saber que el resultado es el prometido. Y esto es importante porque en España solemos pensar que el problema es que el dinero llegue. Yo explico siempre que el que el dinero llegue es un listón bajísimo. Hace falta que llegue, que obtenga resultados y que los obtenga a bajo coste.
¿En qué áreas actuáis?
En problemas que son importantísimos. El primero, la malaria. Mata a 400.000 personas al año. No estamos preparados para procesar una cifra así de grande. De esos 400.000, 265.000 son niños menores de cinco años. Eso quiere decir que cada cinco minutos muere un niño a causa de la malaria. El problema no es el tratamiento. Sabemos cómo tratarla; simplemente, falta el dinero en el momento adecuado para evitar esas muertes. Es un área en la que podemos tener un impacto tremendo con un coste bajísimo. Una mosquitera tratada con insecticida, que es una de las formas más efectivas para prevenir la malaria, cuesta cinco euros, comprada, distribuida y verificada que está en el lugar donde se necesita, incluso, comprobado su estado un año después.
¿Y después de la lucha contra la malaria?
Otra área tremenda es la deficiencia de vitamina A. Aquí nos preocupa si nos falta un micronutriente, la salud de nuestra microbiota... Hay sitios con tal carencia de vitamina A que cada año entre 250.000 y 500.000 niños pierden la vista. El ojo se seca y se pierde la vista. Es la mayor causa de ceguera en la infancia. Los niños que están tan mal al cabo de un año mueren. Suplementar vitamina A cuesta menos de dos euros por niño. Esto no es algo complejísimo de hacer, simplemente es que no hay dinero para el tratamiento, que son unas gotitas varias veces al año que se pueden administrar con otros tratamientos.
¿Vuestra última acción es la desparasitación?
Sí, nuestra última área de actuación es la desparasitación masiva. Es algo diferente. Los dos primeros, realmente, son la forma más barata de salvar una vida. Cuando pienso qué puedo hacer con mi dinero, siempre pienso '¿hay algo mejor que salvarle la vida a un niño?'. En el caso de la desparasitación, en sitios realmente pobres hay aguas contaminadas, los niños juegan en esas aguas contaminadas, a veces con restos de heces, y entran en su cuerpo gusanos parásitos.
¿Qué consecuencias tiene para los niños contaminados?
Cuando estás infestado no vas a clase, si vas a clase, no te enteras, pero lo verdaderamente sorprendente es lo que han descubierto una serie de investigadores, entre ellos, el premio Nobel de Economía del año 2019. Durante 20 años han seguido a dos grupos de niños. En unos colegios se compraron más libros, hubo menos niños por profesor... Ninguna de esas intervenciones educativas mejoraba el rendimiento de los niños, y, en cambio, en los colegios donde desparasitaron los niños aprendían más, tenían mejor rendimiento y, 20 años después, tenían un 14% más de ingresos respecto a los compañeros que no desparasitaron.
¿Cómo es posible?
Porque el efecto en la salud de estar lleno de parásitos es enorme y puede hacer que no te desarrolles adecuadamente. No desarrollarse adecuadamente, a nivel cognitivo, tiene efectos irreversibles. Algo que cuesta un euro al año por niño, tan sencillo como darles una pastilla, tiene un impacto en ingresos tremendo. Nuestro enfoque siempre es este: ¿Dónde está la máxima rentabilidad? Podríamos pensar que hay que invertir en educación o emprendimiento... ¡Déjate! Si nos aseguramos de que los niños se desarrollen bien, el impacto es mayor que en cosas más complicadas.
¿Cualquiera puede ayudar o somos una gota en el océano?
Se puede donar desde cinco euros en ayudaefectiva.org. Hay estudiantes que donan eso o empresas que donan el 10% de sus ingresos, hay comunidades como Giving What You Can para las que donar es importante. ¿Una gota en el océano? No, porque el objetivo no es acabar con la pobreza en abstracto... Si yo evito la muerte de un niño pequeño, el valor de eso es brutal.
¿Y las grandes empresas?
En esto soy políticamente incorrecto. Prefiero trabajar con personas. A una persona le puedo convencer de que esta es una manera de ayudar que merece la pena. En el mundo de la Responsabilidad Social Corporativa, las empresas están obligadas a hacer cosas que suenen bien, aunque no sean tan efectivas. Como innovación, hemos creado hace poco equipos de donación. Ponen un objetivo común y animan a otros, compañeros de trabajo, vecinos o amigos, a que donen. Creamos una página en la web con el objetivo y la barra de progreso donde se muestra lo que se lleva recaudado y lo que falta, el impacto que está teniendo la campaña...
Antes de Ayuda Efectiva, ¿cuál era tu ocupación?
Yo era emprendedor. Y lo sigo siendo. Pero ahora, en vez de buscar un beneficio para mí, quiero mejorar el mundo. En el año 2000, con 25 años, monté una primera empresa sin business plan que acabó convirtiéndose en una agencia de marketing digital y en 2006 la compró un grupo canadiense. Luego volví a emprender y monté un e-commerce, regalador.com, que sigue funcionando, pero al final tenía una insatisfacción de base.
Y entonces, un día, tu cabeza hizo clic...
Exactamente. Estaba trabajando duro, poniendo toda mi cabeza al servicio de cosas que aportan (crear empleo o construir donde antes no había nada), pero sentía que no era suficiente. Pensaba que estaba acostumbrado a asumir riesgos y a hacer cosas arriesgadas... ¿para qué? Un día oí un podcast que decía "la pregunta '¿qué quieres hacer?' es una mala pregunta". Eso de alimentar la pasión, en el fondo, es mirarse el ombligo y se mezcla con tu identidad y demás. En cambio, hay otra pregunta, ¿cómo puedo ayudar?, que es muchísimo mejor. Ya no piensas en ti, piensas hacia fuera.
¿Cuándo diste el paso hacia tu nueva vida?
A principios de 2018 decidí que iba a averiguar cómo podía ayudar, qué podía aportar al mundo. Y ese es el origen de Ayuda Efectiva. Para mí, es la mejor decisión que he tomado en la vida. Quiero aprovechar el privilegio que no me merezco, que es haber nacido en un país como España, con una riqueza increíble a nuestro alrededor, con buena educación, viviendo entre algodones, y las capacidades que tengo para mejorar el mundo.
En esta evolución ¿qué encontraste?
Leí un artículo sobre el altruismo eficaz. El altruismo eficaz intenta responder a la pregunta de cómo hacer el máximo bien con los recursos que tenemos. Fue otra especie de clic. Esto no va solo de ayudar, sino de hacer el máximo bien posible.
¿Te has dado una sorpresa a ti mismo? ¿A los 20 años pensabas que hoy estarías aquí?
No tenía ni idea. Pienso que el Pablo del pasado era otra persona y que el Pablo del futuro será otra. Del Pablo del pasado he aprendido y al Pablo del futuro intento hacerle favores, ponerle la vida más fácil. El Pablo de 20 años solo pensaba en sí mismo, sin un egoísmo llamativo, pero pensando solo en sí mismo: mi futuro, la carrera, yo, yo y yo... Es lo que pasa en general en la sociedad. Pero he tenido la suerte de darme cuenta de que esa no es la vía para la felicidad. Dedicándote a otros no solo mejoras el mundo, es que eres mucho más feliz. Mi satisfacción vital ahora es muchísimo más alta que la del Pablo del pasado.
¿Nos falta entrenarnos en solidaridad?
Falta mucho. Soy muy malo en cambios sociales. Realmente, no sé cómo se cambia la sociedad, pero sí puedo contar lo que hago porque sé que igual que a mí me ha inspirado lo que hacen otros, compartir lo que hago puede inspirar. No puedo transformar a la sociedad completa, pero si transformo a unas cuantas personas y esas a otras, el cambio puede ser grande.
¿Hemos perdido algo en estos años?
Creo que lo más significativo que hemos perdido es qué significa vivir una vida moral. Aparte de mi satisfacción, ¿tengo la obligación de hacer algo por los demás o no? Yo creo que sí la tengo. Nos preocupa mucho la discriminación y la igualdad en un espacio muy pequeño, en España. Pero, si lo pensamos un poco, la mayor discriminación es en qué coordenada GPS has nacido. Y no nos preocupamos de equilibrar esa desigualdad. Como no me merezco haber nacido en España en vez de en Sierra Leona, creo que tengo la obligación de ayudar a la gente que no ha tenido la misma suerte que yo.
¿Cómo te ves dentro de 25 años?
No lo sé. No pienso en fases como la jubilación o algo parecido. Mientras tenga energía y capacidad voy a aplicarlas en cosas positivas. No sé a dónde me llevará eso porque creo que el futuro cambiará, pero en el fondo me veo igual: con las mismas ganas de hacer. Tendré que adaptarme a mis capacidades físicas, pero mi idea es seguir aportando hasta que no pueda aportar más.