Lo que está viviendo Germán es aparentemente tan simplón como lo cantó con sus voces aniñadas 'Objetivo Birmania' hace más de 30 años en aquel hit 'Los amigos de mis amigas son mis amigos’. Le llama Nuria, la mejor amiga de su mujer. Él se vuelve loco, le dice dulzuras a la luz de la luna, la persigue por todo el sofá y con los labios ardiendo se ponen a guisar. La canción es perfecta para no tomarse en serio a sí mismo, pero si preguntamos a Lola, la agraviada, qué opina de este guiso que acabó en desaguisado, el tono cambia. También el de Javier, marido de Nuria, amigo desde niño de Germán y el segundo corneado en esta historia de cincuentañeros madrileños. Una historia que es muy antigua y ha pasado hasta en las mejores familias.
Una vez que todo ha estallado, pueden aceptar que sus respectivas parejas se enamoren entre ellos u odiarse para el resto de sus vidas. Cabe también la opción de que Lola y Javier decidan consolarse y, por revancha o desesperación, acaben desahogándose apasionadamente. Todo puede ocurrir. Incluso que terminen escribiendo entre los cuatro el guion de un serial, al estilo de 'Grace and Frankie'.
En esta comedia, protagonizada por Jane Fonda, los maridos se enamoran entre ellos y, una vez superados los divorcios, todos acaban fortalecidos. Las esposas agraviadas, Grace y Frankie, aunque opuestas, organizan la manera de conciliar el pijerío y la devoción por el Martini de una y el gusto por la marihuana y las creencias hippies de la otra. Además de vivir juntas, que no revueltas, montan negocios y disfrutan hasta caer literalmente rendidas.
Demasiado fantasioso para planteárselo a nuestras dos parejas protagonistas en plena contienda. Quizás la psicóloga Ana Lombardía pueda poner un poco de orden en este embrollo. Antes de avanzar nada, aconseja ir por partes.
El fenómeno se conoce como mate poaching (caza furtiva) y es más común de lo que parece. Josué D. Foster, psicólogo social de la Universidad de Alabama, publicó un ensayo en el que reconoce que está documentado que muchas relaciones se forman así. De hecho, según las encuestas que maneja, el 75% de los hombres y mujeres han intentado la caza furtiva y aproximadamente la mitad la habría culminado con éxito. Lombardía entiende que "los amigos de nuestras parejas suelen ser personas con quienes tenemos un trato muy estrecho y esto da lugar a afinidades y ocasiones en las que nos vinculemos de las que derivaría un cariño". El roce -ya lo sabemos- hace el cariño. O viceversa.
De manera inconsciente, o no tan inconsciente, de esta afinidad podría surgir una química o atracción emocional o física entre dos que se manifestaría en miradas, atenciones, búsqueda del otro a través de contactos que parecen involuntarios, sonrisas constantes, excusas para encontrarse, conversaciones con la sensación de perder la noción del tiempo y otras señales inequívocas entre dos personas que se atraen. Todo esto es lo que sintieron Germán y Nuria antes de ser plenamente conscientes de su deseo de aventura.
¿Tenía que pasar precisamente con un amigo de la pareja? Lombardía encuentra una razón muy lógica para que suceda un mate poaching entre parejas tan próximas. "Según vamos cumpliendo años, nuestros círculos de amistades se estrechan, cada vez son más pequeños y cuesta más conocer a otras personas. Por tanto, tendemos a vincularnos con quienes ya conocemos, aunque sean los mejores amigos de nuestra pareja. Es con ellos con quienes compartimos más espacios y tenemos más cosas en común. Al final, no es tan extraño que surja esa atracción".
Los expertos hablan también de la llamada teoría de la reactancia, que consiste en desear aquello que es difícil de conseguir. Dicho con otras palabras, se refieren al poder de la tentación. La infidelidad en estas circunstancias sería una reacción emocional que se ha vuelto aún más intensa cuando en ese deseo prohibido está en juego algo tan potente como la amistad.
Lo advirtió Tirso de Molina en 'El burlador de Sevilla’ y, a pesar de la lluvia caída en estos cuatro siglos, Foster ha encontrado en sus investigaciones alguna razón para seguir pensando así. Su sospecha es que en los protagonistas de estas cazas furtivas podrían encontrarse rasgos de personalidad que compliquen una buena relación después de la aventura, como narcisismo o un estilo de apego evitativo que dificulte amar de una manera profunda y duradera.
En los participantes en su estudio detectó un menor compromiso, una menor satisfacción y una menor inversión en la nueva relación, además de una mayor propensión a volver a caer en la caza furtiva y a prestar atención a las alternativas disponibles.
No vale, como en otras rupturas, aquello de cada uno por su lado. "La situación se vuelve doblemente compleja -explica Lombardía- porque a la infidelidad se une la traición por parte de un amigo y de nuestra pareja". Su propuesta es un cónclave familiar similar al de los protagonistas de 'Grace and Frankie’. Honesto y lo más apaciguador posible. "Todos deberían exponer cómo se sienten al respecto y los motivos que han llevado a esta situación. Lo ideal sería tratar de encontrar la solución juntos, coordinando los intereses de cada uno, aclarando sus sentimientos y definiendo qué relación quieren tener, qué tipo de vínculo y, sobre todo, con quién".
La psicóloga, con muchos años de terapia en la salud mental y bienestar sexual, sabe que, aunque esto sería lo esperable y lo idóneo, resulta difícil en estas circunstancias. "No olvidemos que, al tratarse de amigos, hablamos de una de las mayores traiciones o infidelidades que podemos contemplar y que más pueden herir".
Quizás, y es otra posibilidad que exponemos a la psicóloga, una salida para Lola y Javier sería el sexo revancha o de despecho para intentar revertir la situación. Ocurre con frecuencia, pero ¿es la mejor manera de procesar un sentimiento de rabia, tristeza, confusión o decepción? "Es verdad que sucede, peor no sé si es el mejor consuelo -responde-. Tiene ese componente de venganza, de pensar qué más da, una vez rotas todas las normas. De nuevo, deberíamos ser honestos y tomar cualquier decisión sin caer en una trampa emocional. Tenemos que pensar con cuidado qué queremos hacer y con quién".
Puede que sea más oportuno detenerse a sopesar la amistad y valorar si hay en las personas que traicionaron arrepentimiento o disposición a reconstruir la confianza y si merece la pena salvar la relación o priorizar el bienestar particular. Cualquier decisión, según aconseja la psicóloga, no tiene por qué ser instantánea. También los otros, en caso de que haya algo que restaurar, necesitarán tiempo para demostrar compromiso, responsabilizarse de sus acciones y reconstruir gradualmente la confianza quebrada.