La mayoría de los cuentos populares, esos relatos arquetípicos que nos enseñan a relacionarnos (no siempre bien) con el mundo, acaban con una pareja enamorada y el consabido "Fueron felices y comieron perdices". En 2021, el final podría reescribirse con algo de felicidad, comida y unas cuantas infidelidades. Como suena y como confirman algunos expertos en terapia de pareja.
"Hay un cambio de paradigma. A raíz de la pandemia y de la generalización de las redes sociales, además de un cambio de mentalidad, algunas personas se plantean: '¿Para qué voy a cambiar de pareja si el enamoramiento acaba y me va a pasar lo mismo con otra persona?'. Ante eso, abren la relación o son infieles. Y no se da solo entre las generaciones más jóvenes. Los adultos demandan cada vez más abrir la relación. En mi consulta atiendo cada vez más a parejas que vienen a pactar cómo hacerlo cuando hace años no venía nadie. Un estudio de Ashley Madison concluye que la mitad de la población española estaría dispuesta a considerar una relación no monógama. España tiene el porcentaje más alto de la Unión Europea. Podríamos decir que son los más infieles de Europa", confirma Lara Ferreiro, psicóloga y colaboradora de la plataforma de citas extramatrimoniales Ashley Madison.
El caso español no es único. Hace unos años la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, llevó a cabo un estudio que establecía que muchas personas que llevaban un estilo de vida no monógamo no sentían emordimientos y seguían queriendo a sus parejas. ¿Será la tendencia habitual? "Aquí hay dos tipos de personas: las racionales y las emocionales. Para estos últimos, sexo y amor van juntos. Es muy difícil que entiendan una relación abierta. Para los racionales, el sexo es una cosa y el amor, otra", explica la psicóloga.
La infidelidad es uno de los principales motivos de ruptura de las parejas monógamas, aunque la monogamia no parece estar en el código genético de la especie humana. "Se dice que somos polígamos por naturaleza. Ha sido la base cultural la que nos ha hecho reprimir nuestra propia biología. Por eso, a lo largo de los años la infidelidad sigue existiendo y se actualiza; ahora también es online, por ejemplo, las conversaciones virtuales, el envío de vídeos o de regalos, el sexting... También hay que saber que existe la infidelidad emocional, sin sexo, y la física. Hay gente a la que le duele más la emocional", señala Lara Ferreiro.
El perfil de los infieles se instala en la clase alta. "En los estudios de Ashley Madison se ve que los perfiles infieles corresponden a hombres y mujeres con estudios superiores y buena posición económica. Si no tienes cubiertas las necesidades básicas, no hay tanta líbido. De hecho, hay un estudio que dice que el barrio de Salamanca [uno de los más acomodados de Madrid] es el más infiel de la ciudad. Los infieles son personas abiertas a la experiencia, muy flexibles, sienten que estar con otra persona al margen de su pareja forma parte de su autocuidado por la parte más física, la sexual. Separan el sexo del amor. Paradójicamente, como estás más relajado, no peleas tanto con la pareja habitual", asegura la psicóloga.
Las causas por las que se buscan otras relaciones son variadas. "Puede ser porque no haya una relación satisfactoria o se tenga mucho apetito sexual. La infidelidad tiene esa parte de atracción sexual, física, pero no afectiva. También les mueve el deseo de aventura, el espíritu aventurero. Tomar decisiones arriesgadas hace que se dispare la adrenalina, muy adictiva. Quien es infiel suele repetir porque se llevan lo mejor de la relación: atracción, deseo, sexo pasional... Con el amante no se discute de facturas. También hay personas aburridas o estancadas a nivel sexual. Siendo infieles, se dan un chute de autoestima y se produce también un refuerzo al sentirse deseado, algo que quizá no se da en casa. La gente también busca el efecto novedad, que es muy adictivo", explica esta terapeuta.
La infidelidad ha existido siempre, el cambio respecto a épocas anteriores es que se reclama el derecho a explorar otras relaciones. En ese punto, el deseo puede darse en los dos miembros de la pareja -y sería un primer paso hacia una relación abierta- o solo en uno, con la complicidad de la otra parte. "La infidelidad consentida existe, sobre todo en mujeres. Tengo alguna paciente que, incluso, le parecía bien que su marido tuviera sexo con otra porque así no lo hacía con ella. Hay mucha gente que mira para otro lado. En inglés se llama 'cuckolding' y se refiere a cuando los dos cometen infidelidades y luego se lo cuentan entre ellos. Esta es una tendencia extrema, pero, sin llegar hasta ahí, hay muchas personas que lo consienten sin que haya relación abierta. Se suele aceptar por los hijos. Lo que yo veo en terapia es que la mayoría de las mujeres perdonan, pero no olvidan. También he visto parejas que han logrado recuperar la relación y la pasión después de una infidelidad. Depende de la personalidad de cada miembro de la pareja. Si se tiene un perfil evitativo, se mira para otro lado", asegura la experta
Pero evitar saber no garantiza la ausencia de conflictos. "A veces no basta mirar para otro lado porque la otra parte se termina enamorando de otro o la pareja se termina abriendo o se aprende a vivir sin esa parte sexual. Hay muchos modelos, pero la realidad es que siete de cada diez matrimonios se divorcian según los datos del INE, con lo cual algo no estamos haciendo bien. También es verdad que, en mi experiencia, consienten más las mujeres que los hombres. Culturalmente, siempre se ha aceptado más la infidelidad masculina, pero creo que deberíamos ser justos por igual", reflexiona esta psicóloga.
Un paso más allá de consentir es ser parte activa del trato. Si un miembro de la pareja exige su porción de libertad, no es descabellado que la otra parte reclame lo mismo. La pareja se abre en ese momento con un acuerdo que deben diseñar entre ellos, según sus usos y costumbres, aunque lo habitual es evitar a las personas con las que hay un vínculo previo y se pacte que no habrá hijos. El objetivo es vivir otras experiencias para preservar la pareja original. ¿Es posible? "Yo no juzgo, como psicóloga escucho a mis pacientes. Ellos sienten que sí. Dicen que la pareja abierta protege porque sirve para poner límites, siempre que ambos estén de acuerdo, no que uno lo haga por contentar al otro. Creen que la relación abierta les ayuda a tener una comunicación sana y un respeto. La relación abierta es el modelo ideal para ellos porque viven sus otras relaciones sin culpa, sin remordimientos y se desean mucho más. Saben separar sexo y amor", señala la experta.
Los casos modélicos no es lo único que Ferreiro ve en su consulta. "Lo que también encuentro en terapia son personas que sienten celos, inseguridades... La pareja abierta representa un desafío frente al modelo tradicional", reconoce esta psicóloga, antes de concluir con un hecho irrefutable: "Cada vez más gente quiere crecer sexualmente, sentirse libre, permitirse salir de su zona de confort y permitirse explorar. ¿Matrimonios felices y cornudos? Lo que veo es que la gente tiene muchas expectativas y es muy difícil que una persona las colme. La infidelidad les ha hecho evolucionar hacia algo más real, pueden haber resuelto sus problemas sexuales y haber experimentado nuevas emociones".