A veces, la experiencia puede no dar sus frutos, sobre todo en lo que respecta a lo sentimental. A partir de los 50, cuando hay una ruptura de pareja, creemos que los años vividos bastan para no volver a repetir historias que no nos han beneficiado. Pero la realidad es que no somos inmunes a ni a las falsas expectativas ni a lo tóxico. Aprender del fin de una relación es clave para no replicar modelos. La primera parte de ese aprendizaje sentimental no tiene que ver con lo malo, sino con las emociones buenas. Solo sabiendo distinguir la armonía amorosa seremos capaces de advertir cuando algo no está funcionando.
En este punto, conviene no hacerse demasiadas ilusiones porque, como explica el escritor y coach Gio Zararri (@elfindelaansiedad), autor del libro 'Yo después de ti' (Zenith) "Cien por cien sanos no somos nadie, por eso creo que jamás un amor de pareja será sano al cien por cien, pero cuanto más nos acerquemos a ese número mejor. Todos tenemos prejuicios, todos tenemos limitaciones y reacciones que tienen mucho que ver con la historia personal de cada uno, incluso nuestra genética puede influir. La educación que hemos vivido seguramente tiene mucho que ver con esos ideales que buscamos: la clase social, la raza e incluso la religión dice mucho de quiénes somos y seguramente seremos. Todo esto, unido a creencias, necesidades, dificultades y experiencias nos hace lo que somos, con lo bueno y con lo malo", señala el experto.
Aunque se trate de un asunto muy personal, ya que cada uno demanda un tipo de amor adecuado a sus emociones y a su momento vital, sí hay señales de que estamos ante un buen amor. Para Zararri, estas son las dos señales fundamentales:
Precisamente es el miedo es el centinela que avisa de que podemos estar ante un amor tóxico. "El amor de pareja siempre depende de las dos partes, pero en resumen el amor tóxico sería ese que se alimenta del miedo. Si lo hemos encontrado movidos por nuestros miedos y preocupaciones, es posible que no hayamos previsto en que podrá transformarse", advierte Gio Zararri, quien también pone el foco en otros aspectos, como el autoconcepto y la autoestima: "Si no nos conocemos y no hemos cuidado de nuestra autoestima, seguramente nos fijaremos en aspectos que únicamente tengan que ver con alimentar nuestro ego y seguir respondiendo a esos miedos, por lo que es probable que la cosa no termine bien".
En opinión del experto, los indicios de que estamos ante una historia perjudicial son aquellos que tienen que ver con justificaciones continuas. "Si en una relación hay continuos reproches, celos enfermizos, venganza o motivaciones económicas, por ejemplo, será un amor en el que el motor es el miedo, ese sería para mí el amor tóxico", señala.
Es posible que después de darnos cuenta de que estamos en una relación tóxica, queramos salir de ella. Pero tampoco es un terreno fácil: "Una ruptura amorosa lleva consigo pasar por distintas fases: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Es bueno comprenderlas para entender en qué punto del camino nos encontramos, ya que reconociendo dónde estamos y los motivos que nos hacen sentir así, es más fácil y optimista vivir este complicado proceso vital", afirma Zararri.
Pese a las dificultades, romper una relación tóxica tiene dos cosas buenas: salir de un vínculo pernicioso y adquirir las enseñanzas que nos van a valer para otras relaciones. "Si nos preguntamos si podemos aprender algo de una ruptura, totalmente. Soy del dicho que dice, unas veces se gana y otras se aprende, y creo que es en los malos momentos cuando más aprendemos de la vida y más nos formamos como personas. Pero es fundamental, si deseamos conseguir este objetivo y disfrutar más y mejor de la vida, afrontar el duelo de la mejor manera, muchas veces también la más dura y dolorosa, afrontar el duelo siendo sinceros a nosotros mismos", señala este experto.
Mirarnos de frente ante un fracaso amoroso exige cierto coraje porque a veces se reciben malas noticias de uno mismo. "Una cosa es querer de verdad, con todas mis fuerzas, y otra muy distinta querer bien. Por desgracia muchas veces no tiene nada que ver, y mucho tiene que ver con confundir el amor, no entenderlo, movernos por miedos y necesidades o no conocernos del todo bien", explica este coach, que sabe muy bien de qué habla cuando habla de amor y rupturas. "Siendo sincero conmigo mismo me ha tocado sufrir, pero de ese sufrimiento saqué grandes lecciones. Todos deberíamos aprender que el amor es algo mucho más grande que una única persona, si entendemos que la persona más importante de nuestras vidas somos siempre nosotros mismos", afirma convencido.
Como última enseñanza, el coach comparte una nueva reflexión: "Debemos reconocer que el amor de pareja no es el objetivo fundamental de una vida, ya que es solo otra manifestación más del amor. Si lo hacemos así, viviremos el amor con menos miedo y seguramente sea un amor, como me está ocurriendo a mí ahora, mucho más sincero, bonito y duradero".