El delicado mecanismo de un reloj se parece mucho a una relación de pareja. Para que un reloj dé la hora, un entramado de muelles, pesos y contrapesos se mueven para conseguir atrapar el momento. Para que una pareja sea próspera y duradera, otro entramado de cesiones y mecanismos compensatorios ponen las bases de una vida feliz.
Tras vivir en Connecticut, cerca de Nueva York, Richard Gere ha anunciado en Vanity Fair que va a trasladarse a Madrid junto a su mujer, Alejandra Silva, y sus dos hijos. El protagonista de 'Pretty Woman', alejado de Hollywood desde hace 25 años y volcado en causas sociales, explicaba así su decisión: "Alejandra ha vivido seis años en mi mundo, y creo que es justo que yo viva al menos otros seis en el suyo".
Para el actor, en el diseño de su nueva vida, pesa el equilibrio de los tiempos y lo que considera que es de justicia para ambos, un concepto muy presente en su matrimonio que, sin embargo, no siempre se da por sentado en las relaciones de pareja.
"El equilibrio en una relación es fundamental. De hecho, tienes que sentir que hay una parte de justicia, que los dos miembros aportan a la relación un 50-50 o un 60-40. ¿Por qué? Porque si no, se van a sufrir crisis estructurales. Vas a sentir que tu situación es injusta y vas a pelear o a intentar negociar con tu pareja de manera muy agresiva", asegura la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro.
Las crisis estructurales son tan variadas como las relaciones: "Las clásicas son, por ejemplo, ella quiere ser madre y él no quiere tener hijos. O bien, dónde quiere vivir cada uno", afirma la experta, quien advierte que es necesario llegar a ese equilibrio también en el reparto de tareas (domésticas y de crianza, sobre todo) porque si no, habrá consecuencias indeseables: "Se va a acumular mucho rencor y resentimiento. La sensación de injusticia te va a llevar a la ira y la ira la vas a canalizar en peleas y conflictos. Por eso, hay que saber negociar y tener una buena comunicación", explica la experta.
Paradójicamente, la justicia entra de lleno en el entorno profesional y social (nadie se imagina un mundo sin leyes ni abogados). Sin embargo, en el ámbito de la pareja tener una relación justa no suele entrar en la lista de deseos.
Ferreiro, autora del superventas 'Adicta a un gilipollas', un exhaustivo manual de relaciones tóxicas, sabe por qué. "El mito del amor romántico dice que todo tiene que funcionar y que el amor, por sí solo, todo lo puede. Si sentimos mucho amor y estamos muy enamorados, seremos justos. Pero no. Estamos en una sociedad también 'yoísta' y narcisista, tenemos facilidad para sentir que nos tratan de manera injusta, además de que es una sensación muy subjetiva, relacionada con las creencias. A algunas mujeres puede parecerle justa una gestión económica al 50% y a otras no. El tema económico, cuánto aportamos y cómo lo repartimos, y el cuidado del hogar y de los niños son los más complejos".
El tiempo lo altera todo. Con los años, las relaciones cambian y lo que era pasión puede convertirse en un amor sereno. Si la equidad y la búsqueda del equilibrio no han sido los puntos fuertes de la pareja, ¿qué pasa a lo largo del tiempo? Para Lara Ferreiro, los años en este caso no son decisivos: "Esto depende del perfil de cada uno. Hay personas internalizantes, que valoran su casa y su familia, y personas externalizantes que valoran más a los amigos, aunque con los años se va cuidando menos a la pareja porque tienes más confianza y se apaga la efervescencia del enamoramiento, cuando empieza a importar más el cuidado de los hijos".
Como en casi todos los ámbitos, lo óptimo es tener un equilibrio entre la vida social y personal, entre el cuidado de la pareja y el del entorno y, particularmente, de los amigos cercanos, algo en lo que sí hay diferencia de género. "Normalmente, las mujeres cuidan de su pareja, mientras que los hombres cuidan más a los amigos. De hecho, cuando las mujeres tienen una nueva pareja apartan un tiempo a sus amigas. Los hombres, en cambio, siguen viendo a los suyos", asegura la experta.
Hallar el equilibrio en pareja implica detectar qué situaciones injustas se están dando y cómo repararlas. "La compensación es clave. Para que no haya ira, resentimiento y trauma tiene que haber una compensación. Si un miembro hace algo que le gusta mucho con sus amigos, la otra parte debe hacer algo parecido otro día. Si no hay esa negociación y comunicación previas, va a haber consecuencias en forma de crisis. Normalmente, no hay nada de eso. La gente va de forma individual, no trabajan en equipo, pero lo ideal es hacerlo. Las parejas que saben negociar acaban teniendo una relación muy sana, hay menos discusiones y no acumulan resentimiento hacia su pareja", señala Ferreiro.
La experta va más allá: "La compensación es fundamental en una pareja feliz".
Como explica Ferreiro, la sensación de injusticia o desequilibrio es subjetiva y depende del sistema de creencias de las personas. "Tengo pacientes mujeres que han interiorizado micromachismos y consideran que las tareas de la casa y los hijos las tiene que hacer la mujer. Piensan, incluso, que prefieren hacerlo ellas porque sus parejas las hacen peor. Les gusta llevar el orden de la casa. Aunque parezca un desequilibrio, no lo es en su caso. O personas que prefieren alejarse de sus familias, vivir lejos de ellas porque se llevan mal. Lo que es o no desequilibrio lo va a decidir la propia pareja. Algunas parejas no podrían sobrevivir en un modelo machista, sin reparto igualitario, pero para otras es posible", confirma la psicóloga.
En uno u otro caso, lo fundamental para que esa relación prospere a lo largo de los años es el respeto. Sin él no puede haber sentido de justicia ni dar lugar a ninguna compensación. "La responsabilidad afectiva es muy importante. Hay que respetar lo que piensa la pareja y aprender a no invalidarla. Si nuestra pareja dice que quiere vivir en otro lugar, para ella no es ninguna chorrada. La clave es sentarse a negociar", concluye Ferreiro.