Ben Affleck y Jennifer López no han sido fotografiados junto desde hace 47 días, mientras los rumores de crisis no hacen más que crecer.
La pareja, que vivió una primera relación entre 2002 y 2004, retomaron su romance en 2021, varios matrimonios e hijos después. Los novios sellaron su unión en la fabulosa propiedad de Affleck en Savannah, una de las ciudades más bellas del sur de Estados Unidos, en presencia de todo Hollywood y de sus hijos, nacidos de los matrimonios anteriores con Marc Anthony, en el caso de ella, y Jennifer Gardner, en el caso de él.
Hoy se dice que la pareja está yendo a terapia. ¿Servirá para que continúen? Eso, suponiendo que sea lo mejor para ellos. De hecho, cabe preguntarse si el éxito de una terapia de pareja es seguir.
La terapia de pareja es algo que requiere esfuerzo y cierta paciencia. Hay que seguir fielmente las pautas del terapeuta y tener claro qué queremos conseguir y el tiempo que va a llevarnos. Con esas dudas despejadas, es posible crearse expectativas, aunque en las relaciones personales, nada es totalmente seguro. Ir a terapia de pareja no asegura una vida de pareja exitosa. "El porcentaje de éxito de la terapia de pareja suele ser del 70%. El éxito puede ser tanto que sigan juntos como que rompan. En cuanto a asistencia, el 70% de los pacientes son mujeres y el 30%, hombres, pero suelen venir obligados. La mujer suele 'arrastrar' al hombre. Vienen las parejas adultas, de 30 años en adelante, hasta los 55 o 60", explica Lara Ferreiro, psicóloga, terapeuta de pareja y colaboradora de la plataforma de citas extramatrimoniales Ashley Madison
En opinión de la experta, en las terapias de pareja hay problemas de 'timing': "Lo que ocurre es que suelen venir unos cinco años más tarde de lo que deberían, sobre todo en relaciones largas. La etapa de la relación en la que vienen es fundamental. Si pensamos en un cáncer, por ejemplo, no es lo mismo cogerlo en fase 1 que en fase 5. Con la pareja pasa algo parecido. Muchas veces, la terapia de pareja es la antesala del divorcio. En realidad, vienen porque saben que se van a divorciar, pero tienen esa falsa sensación de 'quiero intentarlo'. En muchos casos, es el último cartucho antes de romper".
Precisamente, la fase de la relación va a determinar el compromiso de la pareja y la probabilidad de éxito. "Cuando ambos están realmente comprometidos con el proceso, la terapia sí funciona. Lo que yo veo en la mayoría de los casos es que un miembro de la pareja, normalmente la mujer, sí quiere seguir y el otro miembro, no. Es eficaz cuando hay problemas específicos: falta de comunicación, conflictos o dinámicas familiares en crisis puntuales", asegura la psicóloga.
En su consulta, ha visto todo tipo de escenarios. Uno frecuente tiene que ver con disolver la relación: "A veces vienen no porque quieran seguir, sino porque quieren divorciarse, pero quieren hacerlo de manera armónica. En mi caso, he asistido a bastantes terapias de divorcio con parejas que quieren romper de manera sana".
Para la psicóloga, la terapia puede ser beneficiosa dependiendo del tipo de conflicto que asole a la pareja. "Hay tres tipos de crisis. Están las crisis evolutivas, a los cinco o a los diez años. Ocurren porque, sencillamente, cambiamos. Estas crisis, normalmente, se solucionan. Luego están las crisis estructurales: por ejemplo, 'yo quiero tener un hijo y tú, no' o 'yo quiero casarme y tú, no'. Eso es insuperable. Las crisis estructurales sí que suelen romper la pareja. He visto a mujeres que vienen a los 38 años queriendo ser madres tras estar cinco años en pareja. Él no quiere y el sentimiento de ella es que la están engañando", señala la experta.
En último caso, pueden darse crisis individuales: "Ocurren, por ejemplo, si los padres mueren o se pierde el trabajo. Eso termina erosionando a la pareja, pero, en realidad, aunque vengan los dos, necesitan trabajar esa crisis solos".
En sus años de actividad dando apoyo a parejas al borde de la extinción, Ferreiro ha logrado identificar cuándo una crisis puede resolverse en terapia o no. En su opinión, estas son las situaciones más complejas de gestionar:
En cuanto a temas recurrentes, la infidelidad reina en este tipo de terapias. "La infidelidad no se perdona, pero se aprende a vivir con ella. Aparentemente, si se supera, la pareja sale más reforzada, pero cada cierto tiempo sale el tema. También vienen mucho por problemas sexuales, ahí hay que hacer terapia erótica". Los problemas familiares tampoco se escapan: "Es otro clásico junto al reparto de las tareas del hogar. Cuando nacen los hijos, se desencadenan crisis muy importantes", asegura la psicóloga.
Quien esté dispuesto a ir a terapia tiene que saber que se dispone a pasar unos cuantos meses 'en construcción', atravesando distintas pantallas de amor o desamor. "La primera fase es la evaluación inicial. Consiste en una sesión individual para cada miembro de la pareja, y otra conjunta. Ahí se revisa todo: la dinámica de pareja, el estado de la relación, la identificación de problemas y las expectativas. Después de eso, les entrego un mapa de terapia, un mapa de todo lo que vamos a hacer juntos. Ahí se entra en la fase dos: trabajar en cada uno de los objetivos de mejora, normalmente mejorar la comunicación y superar traumas del pasado. Estas dos fases suelen durar unos seis meses", explica Ferreiro.
Una vez realizado el trabajo más complicado, llega la fase de seguimiento: "Una vez que están cumplidos los objetivos, cada mes o mes y medio hay que acudir a consulta para hacer el seguimiento, que consiste en comprobar que los acuerdos se mantienen a largo plazo. Yo les suelo poner tareas: las horas rojas para incentivar la parte erótica y las horas rosas, de ocio, de salir y hacer vida social, incluidas actividades sorpresa a cargo de cada miembro de la pareja".
¿Hay 'periodo de garantía'? "En los primeros seis meses suele haber cambios, así que la gente se motiva mucho. Además, las tareas que se ponen durante la terapia les hacen centrarse mucho en la relación: les invito a leer, a ver vídeos, a pensar en la otra persona..."
Cuando un profesional ve que no hay cura para esa pareja, ¿cómo se da el siguiente paso? ¿Se puede decir abiertamente que es mejor abandonar? "Yo nunca planteo de forma abierta que hay que romper. Lo que hago es analizar la dinámica de la relación y compartirlo con ellos. A veces, hay que decir que el enamoramiento se ha ido o, muchas veces, que ha habido infidelidades cruzadas. Les hago ver que es mejor romper. Ellos lo saben, pero no siempre pueden o se atreven a hacerlo y yo les ayudo en ese proceso. Es una liberación para ellos. En ese proceso, salen las verdades que llevaban años ocultas. Y alucinan. Mi papel es, con muchísima empatía, ayudarles a entender".
Para esta psicóloga, curtida en mil sesiones de pareja y autora del superventas 'Adicta a un gilipollas', un recorrido exhaustivo sobre las relaciones tóxicas, ¿qué es una terapia de pareja de éxito? "Para mí, una terapia exitosa es que sigan o que rompan, pero que sean felices de manera individual y que tengan una relación funcional tanto con ellos mismos como con la pareja. A veces, el éxito es que rompan si hay algo traumático. Nuestro papel es ser mediadores neutrales para enfrentarse a los problemas e intentar resolverlos. Si no son funcionales, hay que romper la pareja. Y ese sería el éxito".