Guía para no terminar separándose al final del verano: "Las vacaciones son una prueba de resistencia"

En temas de pareja, el verano puede suponer una prueba de resistencia para la relación. Las horas de convivencia aumentan y el tiempo no siempre juega a nuestro favor: nos encontramos que en apenas un mes hay que disfrutar y solucionar algunos temas que no han podido abordarse a lo largo del año. Antes de las vacaciones, hay otras pruebas de estrés, sobre todo cuando los hijos están en edad escolar. Organizar nuevas rutinas que concilien las obligaciones con el ocio pueden suponer una fuente de conflictos.

¿Cómo manejar todo esto para no llegar a septiembre al borde del divorcio? El psicólogo y terapeuta de parejas John Gottman da tres claves poniendo el foco en los tres conflictos más frecuentes:

Problema 1: crítica constante

Activar el sesgo negativo constamente es uno de los grandes motivos de desgaste de la pareja. "Hace que la otra persona se sienta rechazada, asaltada, invalidada y herida. Además, le coloca en una situación o de indefensión, con una autoestima muy baja, o en modo agresivo para responder a la crítica", explica el terapeuta. Ambas cosas son malas. ¿Cómo ponerles coto?

Antídoto: queja sin culpable

No somos perfectos, así que es posible que tengamos que mejorar en algo que a nuestra pareja le molesta. Hacerlo sin sentirse culpable por expresar la culpa ni culpabilizar al otro es todo un arte en el que juega mucho el humor y la amabilidad. En vez de "Has vuelto a hacer esto", se trata más bien de "Sé que lo haces lo mejor que puedes, pero siendo un crack lo vas a bordar". Así reconocemos el trabajo de nuestra pareja, expresamos agradecimiento y le animamos a seguir mejorando.

Problema 2: menosprecio

Para este experto, mostrar menosprecio hacia la pareja es el hábito más destructivo de la relación. Como explica en su libro 'Por qué los matrimonios tienen éxito o fracasan', cuando la invalidación o el menosprecio son constantes o se dejan sentir en momentos muy especiales, toda la relación queda contaminada por la negatividad.

En vacaciones, es posible que si se han encadenado un par de discusiones no estemos dispuestos a ver lo positivo de nuestra pareja. Cuando dejamos de admirar y de mostrar admiración hacia la otra parte, el rencor empieza a instalarse en la vida familiar.

Antídoto: expresar cariño y admiración

Los humanos estamos programados para solventar situaciones de riesgo. Estamos más preparados para detectar lo malo para poder asegurar la supervivencia. A eso se le llama sesgo negativo y es lo que explica que tendamos más a hablar de cualquier aspecto malo, en vez de los buenos. También nos hace ser tacaños en los elogios, el cariño y las muestras de admiración.

Si esto se aplica al mundo de la pareja, el resultado puede ser catastrófico. Dar muestras de cariño inesperadas y expresar admiración por la persona con la que compartimos la vida es el mejor antídoto para superar ese sesgo negativo, letal para la relación.

Problema 3: ignorar a la otra persona

Cuando la convivencia es mala, suele haber señales que muestran la desconexión de la pareja. Cuando se muestra menosprecio, la parte afectada opta por responder dejando a medias conversaciones o callándose de repente, dando con la puerta en las narices o huyendo de las actividades que haya que hacer en común (en vacaciones, unas cuantas). Esta manera de distraer la atención solo añade negatividad al ambiente. ¿Y quién quiere un ambiente tóxico en vacaciones?

El antídoto: darse un respiro

Para los expertos, es bueno que cada pareja acuerde una palabra o un gesto que venga a significar el clásico 'tiempo' del mundo del deporte, ese momento en el que todo para y se da una oportunidad para retomar o volver a comenzar.

Si no existe ese gesto, basta con un sincero "paremos esto, necesito un respiro". Ese respiro, para los terapeutas de pareja debe ser literal: dar un paseo, quedar con algún amigo o el mero hecho de cambiar de ambiente puede ser suficiente. El objetivo es hacer algo que sea curativo para la persona que se sienta sobrepasada por esas vacaciones que, repentinamente, se han convertido en un infierno. No es necesario invertir mucho tiempo: con solo 20 minutos de tranquilidad solitaria o compartida, podremos retomar el objetivo de un verano, si no feliz, al menos que no acabe en separación.