A algunos todavía les parece complicado que entre un hombre y una mujer pueda tan sólo existir amistad. Los profesionales a los que hemos preguntado sostienen, sin embargo, que puede ser así por el grado de intimidad emocional. También consideran que en el momento en que se pasa esa línea de amor puro y se llega al enamoramiento todo puede irse al traste cuando una de las partes no siente lo mismo. Hablamos con dos parejas sobre su experiencia.
No hay nada más importante que contar con pocos amigos pero que sean de verdad. Gracias a un estudio de Robin Dunbar, psicólogo, antropólogo y biólogo evolucionista, de 150 relaciones que podría gestionar una persona, tan sólo cinco son fuertes.
El quid de todo es actuar para que la amistad continúe o se transforme hacia otro lugar. Un estudio publicado en Social Psychological and Personality Science (SPPS) viene a decir que en algunas publicaciones populares se expone que el romance se produce entre sujetos que no se conocían de antes, pese a que, cierto es, que muchas parejas inician como amigos.
Analizando los datos, en la primera investigación 15 de 85 artículos revisados se habían centrado en el comienzo de primero ser amigos. En la segunda investigación, en dos libros de texto sobre relaciones íntimas, 7 de 38 citas aludían al iniciar desde la amistad.
Camila, farmacéutica, de 53 años conoció a Pedro, de 50 años, técnico de una compañía telefónica, durante su época universitaria. “Nunca me atrajo físicamente, me caía bien y le contaba mis escarceos amorosos como haría con una amiga”, cuenta ella.
Todo cambió cuando Pedro empezó a salir con una chica. “Nunca me había contado que le gustasen otras mujeres, ni que estuviese enamorado de alguien y que me dijese que sentía algo por otra, hizo que aflorase lo que llevaba dentro”, especifica.
“Creí que eran celos porque iba a estar menos con él, pero, me enfadaba cuando me contaba algo de ella. Fue ahí cuando una amiga me abrió los ojos y me dijo que eso era amor”, destaca.
Un día la mujer se atrevió a decírselo y la sorpresa llegó cuando él le dijo que siempre había sentido lo mismo por ella pero que no creía ser correspondido. “Ese día dejó a su novia y empezamos a salir. Llevo 32 felices años con él”, concluye.
En otro lugar del mundo, no les ocurría igual a Paula, pedagoga, de 56 años y Pablo, psicólogo, de 59, amigos desde la infancia, que se aventuraron a salir juntos en la adolescencia. “Yo estaba totalmente enamorado de ella y me dio igual fastidiar nuestra amistad. La veía y sólo deseaba besarla así que entendí que no podría callármelo”, confiesa Pablo.
El hombre cuenta que estuvieron juntos unos meses, pero que eran muy niños y su relación no cuajó. “Estuvimos sin hablarnos un par de años y volvimos a tener contacto a través de unos amigos. Retomamos la amistad, pero la tensión sexual era tal que comenzamos a salir de nuevo. Creíamos que tras ese parón y al haber madurado podría ir mejor, pero no”, manifiesta.
Pablo y Paula fueron pareja tres años, pero las discusiones eran frecuentes. “Las cosas no fluían como cuando sólo éramos amigos. Nos enfadábamos por todo y ya no éramos tan confidentes. Decidimos dejarlo definitivamente y seguir como amigos”, afirma.
A los pocos días reanudaron su contacto de un modo afectuoso. “Por mi parte incluso desapareció esa atracción sexual, la veía guapa, pero hasta ahí”, refiere.
Noraida Matos Ramírez, psicóloga clínica, sexóloga y terapeuta de parejas, autora de ‘En sostén y pantaletas’, 2017, apunta que el enamorarse de un amigo de toda la vida desde una perspectiva neurocientífica tiene que ver con la interacción del cerebro con las emociones y las experiencias personales.
“Durante el proceso de enamoramiento se activan el sistema límbico, que regula las emociones y la motivación y el núcleo accumbens, responsable de la recompensa y el placer. Estas áreas pueden ser estimuladas por el contacto emocional y físico con esa persona, así como por la mera anticipación de dicho contacto”, expresa.
La plasticidad neuronal o capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar a través de las experiencias, también juega un papel crucial. “La percepción y el procesamiento del cerebro de una relación con un amigo de toda la vida pueden verse influenciados por sus encuentros cercanos y llevar al surgimiento de una dimensión romántica y emocional”, comenta.
Para ella, la presencia de familiaridad, confianza y vínculos emocionales son factores que pueden afectar el surgimiento de sentimientos románticos.
Esta sexóloga considera de ayuda un consejo objetivo de alguien para dar el paso y de hacerlo que sea en un entorno tranquilo para hablar y prepararse para cualquier respuesta. “De amigos o no hay que mantener el respeto”, añade. Para arriesgarse a examinar las sutilezas de la amistad y el amor, la experta propone para salir de la incertidumbre:
La terapeuta de parejas recuerda que el diálogo y la comunicación son puentes para trazar un nuevo rumbo: “Toda relación, independientemente de su resultado, ofrece la posibilidad de crecimiento, transformación y desarrollo personal”.
Para Vanesa Romero Ballester, psicóloga, sexóloga clínica y terapeuta de parejas, la línea que distingue el amor que sentimos hacia un amigo o amiga y el amor romántico de las relaciones de pareja puede llegar a ser muy fina. “Ocurre, porque, por lo general, el grado de intimidad emocional que desarrollamos con nuestro mejor amigo es muy similar al que se da (o debería de darse) en las relaciones románticas o de pareja”, comunica.
Continúa: “La diferencia entre el vínculo que desarrollamos con un amigo y con una pareja se fundamenta en la atracción e intimidad a nivel sexual.
Desarrollar ciertos sentimientos de enamoramiento y atracción por un amigo puede, para la profesional, entenderse, cuando:
La profesional confirma que no es fácil saber si decírselo o no, que es una “decisión muy personal (y valiente)”. “Hay personas que, tras mucho tiempo de amistad y conocerse bastante bien, han desarrollado un sentimiento de amor romántico. Pero, claramente, no siempre es correspondido”, explica.
Romero recomienda ser honesto con uno mismo. “Con la comunicación asertiva las personas se pueden entender. No necesariamente tiene por qué ser un “sincericidio”, ya que, con mucha probabilidad conoces bien a tu amigo y sabes cómo puede reaccionar”, relata.
Para esta psicóloga, si tu amigo dice que no siente lo mismo por ti, no tiene por qué representar el fin de la amistad, “aunque sí puede que necesite/necesitéis tomar cierta distancia un tiempo”.
Como cada caso es muy distinto, la experta indica que se puede contactar con un profesional de la psicología que ayude a manejar la situación.