Emma Bovary terminó suicidándose cuando su amante la rechazó después de haber vivido una tórrida historia fuera del aburrido dormitorio de su marido, el médico de provincias Charles Bovary. Ana Ozores, la protagonista de 'La Regenta', y Ana Karenina tuvieron un destino parecido.
En la literatura, la imagen de una esposa adúltera era la de una mujer maltratada por el destino. En el caso del hombre, la experiencia no era la misma: Juanito Santacruz, el protagonista de 'Fortunata y Jacinta', no suscita ninguna simpatía entre los lectores, pero en ningún caso sufría un castigo ejemplar. ¿Funcionan estos estándares de fidelidad e infidelidad, más estrictos con las mujeres, en el mundo de hoy?
"El concepto de infidelidad ha cambiado totalmente. A día de hoy, ya no hay tantas infidelidades emocionales. En el caso de la mujer, es una infidelidad más de tipo sexual. Está con su marido, pero reivindica sus orgasmos. Hay que tener en cuenta que, según datos de la plataforma de citas Ashley Madison, más del 60% de las mujeres finge el orgasmo con sus maridos. Ya no es 'mi marido no me hace caso', sino 'quiero disfrutar del sexo", asegura la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro.
La experta señala que mientras hace unos años los hombres eran más infieles que las mujeres, la estadística se ha nivelado. "En términos generales, los hombres son algo más infieles. Se estima que 1 de cada 3 personas con pareja es infiel. Según las cifras que maneja Ashley Madison serían unos 8 millones de hombres en España y 7,5 millones de mujeres. Como se ve, hombres y mujeres están cada vez más igualados en este punto", afirma.
El empoderamiento femenino también llega a la manera de gestionar la vida de pareja. En una relación insatisfactoria, o se cambia de marido o se cambia de situación. Todo menos sufrir inúltimente. "Antes, en el caso de las mujeres, necesitaban sentirse deseadas por el marido. Ahora son mucho más proactivas, el amante es casi, casi, un complemento", señala la psicóloga.
En este nuevo rol femenino, sentirse objeto de deseo desempeña un papel importante, tanto o más que el amor. "De hecho, muchas mujeres pueden querer a su marido, pero necesitan sentir esa mirada de deseo. Las mujeres son ahora infieles por motivos sexuales. En los hombres, la infidelidad también suele darse por motivos sexuales, pero en ellos no ha habido tantos cambios".
Separaciones y divorcios están hoy completamente normalizados, así como la eclosión de distintos tipos de relaciones. "Sin duda, vamos hacia una sociedad más abierta y permisiva. Hay una aceptación silenciosa de la infidelidad precisamente por el nacimiento de nuevos modelos de vínculos. La previsión es que dentro de unos años las relaciones sean abiertas. El 50% de los españoles cree en la monogamia, pero el resto optará por modelos abiertos; sobre todo la gente más joven o en determinados periodos de la vida. Es posible que se alterne la monogamia con la pareja abierta", asegura la psicóloga.
Ferreiro, con una dilatada experiencia en terapia de pareja, conoce bien los resortes de la infidelidad y qué efectos crea en la pareja. Sobre si se puede superar realmente, la experta tiene sus dudas. "Creo que la infidelidad no se perdona, pero sí se aprende a vivir con ella. Cuando tu pareja te es infiel suele haber dos reacciones: o bien te vengas siendo también infiel o te conviertes en el FBI de tu pareja, cotilleando lo que hace o las llamadas que recibe. Al final, no es sano, hay que romper", explica.
No siempre la ruptura es inevitable: a veces sí es posible trabajar el problema en terapia. "Cuando hay un abandono de la pareja, la infidelidad es un síntoma de una crisis mucho más profunda. Si no se gestiona bien la infidelidad, hay un riesgo para la salud mental en forma de ansiedad o depresión. También se puede sufrir trastornos obsesivos", advierte la experta, quien también previene acerca de las relaciones abiertas: "No aconsejo abrir la relación después de una infidelidad; existe el riesgo de volver a traumatizarse. Muchas veces se abren las relaciones como respuesta a un chantaje".
Cada pareja acuerda los términos de su compromiso. O al menos debiera ser así. Pero la realidad es que las fronteras de ese compromiso suelen estar difusas y que cada miembro de la pareja suele adoptar distintas varas de medir cuando se trata de saber quién es infiel. En nuestra sociedad, la infidelidad ya no es solo mantener una relación sentimental o sexual con otra persona al margen del matrimonio. En un mundo líquido, con gran influencia de redes sociales y estímulos externos, las posibilidades de entablar relaciones fuera del entorno cercano es considerablemente mayor que en otras épocas. Al mismo tiempo, en una era tan narcisista como la nuestra, donde lo más importante es el bienestar propio, los límites de la pareja, de las renuncias o de lo que es aceptable quedan desdibujados.
En este entorno ambiguo, ¿qué puede considerarse realmente infidelidad? La psicóloga Lara Ferreiro no pone el foco en lo sexual, sino en la intencionalidad: "Para mí, la infidelidad es ocultar, mentir... Por ejemplo, pensemos en microinfidelidades como hablar con alguien por Instagram para flirtear... Siempre que hay este tipo de intenciones hay una infidelidad", asegura la experta.