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Encarar el segundo divorcio (que no es como el primero): "Hay gente que se siente como un bicho raro"

María Dolores de Cospedal se ha divorciado del empresario Ignacio López del Hierro tras 15 años de matrimonio. Cospedal ha aclarado en Vanitatis que el motivo de su ruptura se debe a las "desavenencias en la convivencia".

Se trata del segundo divorcio de la abogada del estado. Con López del Hierro se casó en Toledo en 2009 en una ceremonia íntima celebrada en uno de los cigarrales más hermosos de la ciudad. 15 años de convivencia parecen haber desgastado la relación, precipitando el divorcio, algo no tan infrecuente en las segundas uniones. Si echamos un vistazo a nuestro alrededor, divorciarse más de una vez está a la orden del día en algunos entornos. Jennifer López, Brad Pitt y Angelina Jolie o Demi Moore han pasado por el juzgado para casarse y descasarse varias veces.

Volviendo a España, según el INE, en 2023 hubo 76.685 divorcios, un 5,7% menos que en el año anterior. De ese total, un 30% de los divorciados suele volver a casarse, y de ellos alrededor del 50% vuelve a divorciarse. No son bichos raros, aunque en un primer momento los afectados sí pueden sentirse así.

Razones incómodas

Los segundos matrimonios lo tienen más difícil para perdurar, según la ciencia. Un estudio del National Center for Family and Marriage Research de la Universidad Pública Blowling Green (Ohio, EEUU) mostró si casi el 50% de los primeros matrimonios acaba en divorcio, el porcentaje va creciendo desde el 60% en las segundas y posteriores uniones.

¿Qué razones hay para ello? Según los expertos en relaciones de pareja, hay una tendencia, sobre todo por parte del hombre, a emparejarse rápidamente por razones que no tienen que ver con el amor real, sino con una necesidad de acabar con la soledad y tener una vida más cómoda. Esas uniones por intereses prácticos suelen acabar mal fundamentalmente porque una de las partes se siente instrumentalizada.

Otras uniones acaban mal por la continua interferencia de la familia, muy habitual cuando hay hijos del primer matrimonio y hay que atender todas las obligaciones derivadas de la custodia. Si la pasión de los primeros años de esa segunda relación puede con todo, a medida que la convivencia avanza, conciliar todas las demandas familiares puede suponer un auténtico rompecabezas.

El estigma del 'bicho raro'

Aunque haya razones de peso para que las segundas uniones no prosperen, es inevitable tener cierta sensación de 'bicho raro'. Divorciarse una vez puede tener sentido. ¿Dos? O hay razones graves o se es muy raro. Sin embargo, más que personas extrañas, los que se divorcian por segunda vez suelen acusar mucha más presión que en las primeras uniones. Según los psicólogos del Instituto Gottman, estos son los principales puntos de fricción:

  • Presión por 'tiene que salir bien'. La necesidad de que esta vez tiene que salir bien y hay que aprender de la experiencia puede crear una presión adicional por superar ese reto.
  • Demasiadas expectativas. Normalmente, en las segundas relaciones se busca una relación que compense, con mayor sentido de conexión y con un deseo de convertir la relación en un santuario de bienestar. Paradójicamente, esas expectativas son un pasarela hacia la reactividad y el conflicto.
  • Heridas del pasado. La mochila de la experiencia pasada puede pesar mucho en los segundos matrimonios. Las relaciones traumáticas dejan cicatrices emocionales que pesan a lo largo de las relaciones. Suelen, de hecho, impactar en el nivel de confianza compartida con la pareja. Gestionar las relaciones de los ex y lo que implica la 'familia extendida' (hijos de anteriores matrimonios) puede ser algo invalidante.
  • Más exigencia. A partir de una edad, somos mucho menos tolerantes a algunos comportamientos. Si no hay problemas económicos, la necesidad de aguantar modos de vida que no van con nosotros no es una opción.

¿Hay maneras de salir del bucle?

Si todo lo anterior explica por qué un segundo matrimonio no ha salido bien, también hay formas de superar ese fracaso. Lo primero, según los expertos, es darse cuenta de que no hay nada disfuncional en uno, sino que las segundas relaciones implican una serie de peajes que no siempre se pueden superar.

Lo segundo es valorar cada aspecto de ese matrimonio en su justa medida. ¿Qué razones han llevado a la ruptura? ¿Cuál hubiera sido la evolución de la relación? Muchas veces, darnos cuenta de manera objetiva de qué tipo de relación manteníamos ayuda a poner las cosas en su sitio. Y la conclusión suele ser que la ruptura, aunque dolorosa, era necesaria.