A las parejas les gusta pasar tiempo juntos, incluso dormir. Pero, algo que no se cuestionaba años atrás, ahora sí, y algunas parejas apuestan por separarse en su rutina nocturna. El sleep divorce o divorcio del sueño está a la orden del día y puede conllevar inconvenientes, aunque también satisfacciones, como confirman los expertos consultados. Veamos en qué consiste y conozcamos dos casos de matrimonios que lo practican.
De esto habló recientemente la actriz Cameron Díaz, casada con el músico Benji Madden, alzando la voz hacia la normalización del sleep divorce y asegurando que ya no habitaciones, directamente duermen en distintas casas -algo que la mayoría de la humanidad no se puede permitir-, pese a estar muy bien como pareja y se encuentran cuando quieren tener relaciones.
Según la Sociedad Española de Neurología (SEN) los malos hábitos de sueño y los trastornos del sueño afectan en un 22-30% a la población española. Concretamente sobre un 20% padece insomnio. La SEN estima que el 48% de la población adulta carece de un sueño de calidad.
La doctora Ana Fernández Arcos, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología, explica que dormir separados no debería ser indicativo de una pareja rota o desapegada. Para ella es importante que prevalezca la comodidad y el descanso para las dos personas, más si cabe, cuando existen dificultades para iniciar o mantener el sueño durante la noche.
Referente a la etapa vital, Fernández incide en que a medida que pasan los años se hace más habitual tener pequeños despertares que puedan hacer el sueño menos estable y aumenta la prevalencia de trastornos de sueño como apneas o insomnio. "Si una persona sufre insomnio y su pareja tiene ronquidos o apneas dificultará mucho su descanso. En esos casos y siempre que sea posible, además de consultar por el problema, es aconsejable dormir en habitaciones separadas hasta que el problema mejore", aclara la experta.
La Fundación Americana del Sueño, por su parte, también resalta lo positivo de esto. En el año 2023, del escaso porcentaje (2%) de algo más de 1.200 encuestados en Estados Unidos que no durmió con su pareja, el 52,9% aseguró encontrar mejoría en su calidad de sueño y que, incluso, su tiempo de descanso se había incrementado.
Sara y Eduardo, de 58 y 59 años, vinculados con la hostelería, decidieron dormir en habitaciones separadas sin mucha resistencia. Cuando Sara se convirtió en madre comenzó a hacer colecho con su bebé y pasados los años continuó hasta que su hijo cumplió los 9 años y decidió dormir solo en su propia habitación.
“Mi hijo ya quería dormir solo, pero yo ya me había acostumbrado a no estar en la misma cama con mi marido y a tener nuestro momento de descanso total. A mí ya no me apetecía volver", cuenta ella.
Sara había arreglado uno de los dormitorios de la casa familiar y había añadido su despacho. "Empecé a tener tiempo para mí tras cenar todos. Trabajo, leo, o me pongo música relajante. Mi marido, ve alguna película en la televisión o un partido de fútbol. Cada uno se va a dormir a la hora que quiere”, sostiene.
Pero, señala que eso no implica no tener momentos en pareja, sino decidir cuándo tenerlos: "Paso mucho tiempo con mi marido, paseamos, nos vamos de compras, nos vamos a tomar algo juntos y nos damos cariño. En cuanto a sexo, no te diré que lo hacemos todas las semanas, pero sí buscamos esa intimidad cuando nos apetece y luego vamos a dormir a camas separadas la mayoría de las veces. Te puede decir que a día de hoy seguimos enamorados", apunta.
A Marita, de 62 años, y su marido, de 58, les pasa algo parecido. Aunque han estado muchos años durmiendo juntos, a los 17 años de casarse, tomaron la decisión de dejar de hacerlo. "Siempre he dormido muy bien y de un modo profundo, pero llegó una época en la que tras la muerte de mi madre empecé a dormir mal, a dar muchas vueltas, a levantarme varias veces en la noche y mi marido, que se entera hasta del ruido de una mosca, se desvelaba y yo me sentía mal por él porque madruga", explica.
El marido de Marita siempre ha respetado sus decisiones, de igual modo que lo hizo el día que decidió irse a dormir al otro dormitorio: “Ahora no me siento culpable. Me acuesto más tarde o cuando estoy agotada. Veo algo más la televisión o me tomo una tila y me doy mi tiempo. Si necesito levantarme lo hago a cualquier momento de la noche y enciendo una lámpara y leo o veo algo el móvil hasta cansarme", comenta. Asegura que entiende que es un proceso pasajero, pero por el momento, están cómodos así y tampoco conciben que sea una necesidad dormir todas las noches juntos porque la pareja es mucho más.
Ana Sierra, psicóloga, sexóloga y terapeuta de parejas, sostiene que el 'sleep divorce' o separarse para dormir no supone mandar por las noches a la pareja al sofá por no aguantarlo, sino debe ser un acuerdo entre las dos partes para no caer en situaciones que perjudiquen la relación. "Se trata de tener nuestros espacios para dormir tranquilamente y que descansemos los dos y no es algo malo", responde. Tal y como explica, hay pros y contras. Entre los beneficios:
Sin embargo, Sierra recuerda que existen estudios que dicen que dormir con la pareja, bien pegados y desnudos, hace que los vínculos se refuercen, que se libere oxitocina y ayuda a construir relaciones fuertes.
También añade que no hay que renunciar a ese contacto y las relaciones sexuales por dormir en camas separadas. "Podemos juntarnos un rato y luego separarnos, al igual que hacerlo por días en función de las necesidades de cada uno y las situaciones, como que uno esté enfermo".
La experta señala, por último, que no todo el mundo dispone de la opción de dos camas o dos habitaciones. Aún así considera que cuando se puede, es algo que suele gustar y permite salir de la rutina, siempre que las dos partes lo vivan como algo natural y no como una imposición.