Cuando realizamos ejercicio para mantenernos en forma y en un estado saludable las variables externas nos influyen a la hora de rendir más. Sin embargo, no le damos importancia porque sabemos que, si hemos dormido mal o estamos más cansados por el trabajo, al día siguiente todo va a volver a la normalidad.
El caso de los deportistas de élite es muy distinto porque sí les repercute cualquier episodio externo. La duda surge al valorar por ejemplo las relaciones sexuales y su conveniencia antes de una competición relevante. En Uppers hemos acudido a consultar los resultados de diversos estudios clínicos sobre cómo afecta el sexo a nuestro rendimiento deportivo.
En una relación sexual y durante el orgasmo el cerebro responde con la liberación de un torrente de hormonas que repercute en todo el organismo con un efecto que llega a durar varias horas. Por tanto, la práctica sexual con anterioridad a la participación en una competición relevante va a influir principalmente porque esos niveles hormonales seguirán altos.
Las relaciones sexuales generan un incremento de la testosterona, más aún si dichas relaciones son frecuentes. Lo relevante en este caso es que esta hormona repercute en la musculatura porque está relacionada con el aumento del volumen y de la fuerza muscular.
Por otra parte, se añade que con la práctica sexual se liberan otras hormonas como las endorfinas, la dopamina y la oxitocina y todas ellas generan sensaciones positivas y agradables y está demostrado que rebajan el dolor. Este es uno de los motivos por los que el sexo es considerado como una de las actividades más recomendadas para subir el ánimo, conseguir relajarse y liberar el estrés.
Los expertos ponen el foco de atención en el estado en el que se llevan a cabo esas relaciones sexuales. Es decir, si han provocado una disminución en el tiempo de descanso y sueño que requiere un deportista antes de competir o de si han ido acompañadas del consumo de alcohol o sustancias negativas para el organismo.
Ya en 2016, la revista The Physician and Sports Medicine publicó un artículo sobre las conclusiones de un estudio clínico al respecto realizado por el doctor Mark H. Anshel. Según su investigación el sexo no perjudica el rendimiento en el deporte.
Lo que sí afecta es un mal descanso, la falta de sueño o la ingesta de sustancias. Además, se constató que la actividad sexual genera relajación y la posibilidad de una mayor concentración, con el consiguiente aumento del rendimiento, lo que sí es positivo cuando se va a competir. Sin embargo, los efectos son limitados en el tiempo porque se reducirán una vez que los niveles hormonales vuelvan a su estado habitual.
Otro aspecto que también se analizó en dicho estudio es cómo repercute el sexo en el sueño y a su vez en la práctica deportiva. El sexo hace más fácil conciliar el sueño y mejora el descanso. Por tanto, ese posible estrés que interfiere a la hora de dormir llega a desaparecer.
Cumplir el ciclo de sueño es vital para cualquier persona y más para un deportista que busca rendir al máximo. Durante ciertos momentos del sueño es cuando se produce el mayor pico en la liberación de la hormona de crecimiento, que también está implicada en la reparación y el crecimiento del tejido muscular. Entonces, es vital para el que practica deporte de alta intensidad.
Los expertos hacen una excepción en aquellos deportistas con problemas de corazón a los que en este caso no recomiendan las prácticas sexuales antes de una competición o de que se produzcan en un intervalo de tiempo superior a las dos horas. En otro estudio clínico más reciente, de septiembre de 2020, que se dio a conocer en la revista Journal of Sports Medicine and Physical Fitness, varios investigadores se apoyaron en deportistas masculinos de alto nivel.
Les sometieron a pruebas de esfuerzo dos horas después de mantener relaciones sexuales con un objetivo: comprobar el efecto de la actividad sexual sobre los parámetros de la prueba de esfuerzo en cicloergómetro, sobre los niveles plasmáticos de testosterona y sobre la capacidad de concentración. Tras las pruebas se comprobó que la frecuencia cardiaca de los atletas mostraba valores más altos.
La causa está en que la actividad sexual es un ejercicio cardiovascular que incrementa las pulsaciones debido a que se activa el sistema nervioso simpático. En el estudio se verificó que las diferencias en los valores analizados desaparecieron durante la fase de recuperación de la prueba de esfuerzo realizada unas 10 horas después de la relación sexual.
Según los investigadores, la actividad sexual no influye negativamente en la carga de trabajo máxima alcanzada por el deportista ni en su concentración mental. Lo que sí se ve afectada es la capacidad de recuperación si esas relaciones sexuales se mantienen unas dos horas antes de una competición.