María Ortega y Jesús Millán acaban de poner su felicidad en manos de Charly. Nos lo cuentan después de visitar el mercadillo de quesos de Alkmaar, un auténtico espectáculo gastronómico que se celebra en esta ciudad próxima a Ámsterdam (Países Bajos). María tiene 52 años. Hace cinco, después de un divorcio y una voltereta de esas que obligan a recolocar la vida, le diagnosticaron la dura enfermedad a la que no pone nombre y de la que, como dice, de momento ha salido. "Luego llegó la pandemia y nos dejó claro a todos que esto se puede acabar mañana". Entendió que la vida le estaba enviando señales para apreciar el valor del presente y tomar conciencia de que el tiempo es el que transcurre ahora, sin que merezca la pena reparar en lo que se fue, lo que pudo haber sido o lo que será.
Por su parte, Jesús se jubiló en 2018. Igual que María, tiene dos hijos mayores de edad de un matrimonio anterior. Por fin se podían permitir soñar a lo grande y ese sueño tenía un destino muy claro: Cabo Norte y sus auroras boreales. Primero tantearon la felicidad de las pequeñas cosas en Águilas (Murcia): playa, pilates, clases de baile y casa. Poco más. La decisión de viajar a Cabo Norte estaba tomada y se sentían preparados para emprender la aventura.
El tercer protagonista de la historia es Charly, un cíclope de cuatro ruedas, seis velocidades y 170 CV que han convertido en su nuevo hogar. La compra de esta autocaravana les ha dado el empujón definitivo para cumplir su desafío. "Salimos de Madrid a primeros de mayo y queremos llegar a Cabo Norte a finales de septiembre", anuncian. Su itinerario revalida que el mayor deseo es saborear cada centímetro. Francia, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Cabo Norte (Noruega). Una vez alcanzada la majestuosa aurora boreal, vuelta a Madrid para Navidad, bajando por Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Alemania y Francia.
"Queríamos cumplir un sueño -explican-, nos compramos la autocaravana, empezamos a viajar y nos dimos cuenta de que eso nos hacía felices. Decidimos dejar la casa, meter todo en un guardamuebles y vivir permanentemente en ella y de ese modo vivir viajando". A pesar de lo exótico que se aprecia desde fuera, quieren convencernos de que hay días en los que hacen una vida absolutamente parecida a la de cualquier persona. "Cuando llegamos a un sitio nuevo, hacemos turismo si el tiempo lo permite. Como no tenemos ninguna prisa, si por ejemplo llueve mucho o estamos cansados o simplemente no tenemos ganas, nos quedamos en casa". Esa jornada la aprovechan para limpiar o cocinar, incluso para varios días.
Como en cualquier hogar, en este de cuatro ruedas hay tardes de cine, sillón y palomitas. Ven series y escuchan música. "Somos de los temas de los ochenta, tanto en español como en inglés, y también de lo que suena ahora", revelan. El grupo favorito de Jesús es Depeche Mode. María prefiere a Sabina, aunque a partir de ahí disfruta con cualquier otra música. Lo que ella echa de menos es tiempo para la lectura. "Hace meses dejé a medias el ultimo de Dan Brown", confiesa.
Les fascina la cantidad de ejercicio físico que, sin apenas darse cuenta, están practicando. Bastante más de lo que habrían imaginado. "Caminamos muchísimo y hacemos un montón de kilómetros en nuestras bicis. La autocaravana no te permite entrar en los núcleos urbanos, pero Europa es un paraíso para recorrer sus ciudades en bici". En cada una se conceden el capricho de un producto típico, como el chocolate belga o el queso holandés. "Pero sin excesos", matizan.
Se sorprenden de lo poquísimo que hace falta para vivir y comparten una profunda reflexión: "Dedicamos media vida a comprar cosas que llenan nuestros armarios, nuestros cajones y ¿cuántas veces lo utilizamos? Tenemos una casa entera metida en un guardamuebles y no hemos echado de menos nada. Ahora no compramos nada que no hayamos dicho en voz alta por lo menos tres veces que nos hace falta". Su último artículo realmente necesario ha sido una tabla de cocina para cortar y se hicieron con ella en el mercadillo de Alkmaar. Grande y de madera.
Cualquier curioso que se asoma a su vida se pregunta cómo puede mantenerse una pareja si no dedica un tiempo a trabajar. Su respuesta es honesta: "vivimos de la pensión de Jesús y el alquiler de su casa". A los amantes del motor les gustan los detalles de su autocaravana, una Benimar Tessoro 496 Northautokapp montada sobre un chasis de Ford Transit de 170 CV con cambio automático. Su interior ofrece todo lo necesario para vivir: salón, cocina, dormitorio con baño independiente, antena parabólica, wifi y televisión en todas las plataformas. Lo único que rompe la calma de esta pareja es el agua y los ayuntamientos que se niegan a recibirles con los brazos abiertos.
Por una parte, sufren la dificultad de llenado y vaciado de los tres depósitos del vehículo. Uno de agua limpia, otro de aguas grises que proceden de la ducha y la cocina y un tercero de aguas negras, el del váter. No en todos los municipios que visitan se encuentran espacios destinados a este fin. El estacionamiento es otro impedimento. Se han encontrados auténticos paraísos, como Francia, pero otros, como Holanda, al parecer son horribles.
A pesar de la singularidad que significa vivir en una autocaravana, María y Jesús aclaran que no son almas solitarias. "Al contrario, nos encanta estar con gente y compartir nuestro tiempo con otras personas. Un día hablando en la sobremesa, cosa que nos encanta, comenzamos a pensar en la cantidad de fotos que se pueden traer después de un viaje como este. Entonces surgió la idea del canal de YouTube que hemos llamado Millaneando. Pensamos en nuestros amigos, hijos y demás familia, sin imaginar la repercusión que ha tenido". El caso es que, seis meses después de su primer vídeo de bienvenida, casi 4000 personas se han suscrito a su canal.