¿Quieres huir de todo en vacaciones? Estos son los cuatro destinos turísticos menos visitados del mundo

Como cada verano, llega la hora de tomar decisiones y planificar qué tipo de vacaciones serán las nuestras para no cometer errores. ¿Mar o montaña? ¿Hotel con pensión completa o apartamento? ¿Nos refugiamos en algún lugar frío o abrazamos las olas insoportables de calor chapoteando en la costa? ¿Una ciudad masificada de turismo o una perla escondida en algún rincón del mundo donde no llegue el rumor del capitalismo? 

Aceptemos que encontrar destinos sin masificar es relativamente difícil en los tiempos que corren. Es el precio que pagamos por vivir en un mundo globalizado donde cualquier paraíso, rincón remoto o refugio alejado de la mase corre el riesgo ser invadido en cuanto alguien glosa sus virtudes por Internet y alguna cuenta de Instagram lo reivindica con fotos llenas de filtros.. 

¿Cuáles son los lugares menos visitados del planeta?

Comoras

Cuatro islas semivírgenes alejadas del la trituradora de ruido de las grandes ciudades parecen motivo más que suficiente para prestar atención a este archipiélago al norte del Canal de Mozambique, muy cerca de Magadascar. Está considerado una auténtica joya por los coinnaiseurs del turismo silencioso que lo han visitado. 

La opción de desconectar del móvil y disfrutar se impone en este paraíso tropical, si por ejemplo elegimos la Isla Grande, repleta de cascadas, playas de arena finísima y, pespunteadas aquí y allá, decenas de arrecifes de coral. Si lo que realmente te va es la incertidumbre y las emociones fuertes de no saber exactamente si el volcán Karthala entrará en erupción mientras estás en la tumbona, también es una opción excelente. Es uno de los más activos de la Tierra.

Kiribati

Kiribati, una república del pacífico central situada en la Micronesia, cuenta con las mismas ventajas que otros destinos que, por extraño que nos parezca, pasan inadvertidos para el turismo masivo. Sus habitantes, unos 100.000 en 2020, ya se encargan de no hacer ruido y no promocionar demasiado su diminuto vergel de playas, lagos, cascadas e islas deshabitadas. Es casi inaccesible.

Es un sueño, según dicen, para los amantes del buceo o los ornitólogos de andar por casa, pues por ahí viven decenas de especies de aves exóticas. 

Hay que darse prisa en visitarlo, porque está próximo a desaparecer. Así lo relata el periodista Felip Bens en Valencia Plaza, al referirse a los efecto del cambio climático. En los años venideros, el nivel del mar terminará por subir y lo engullirá todo. “El gobierno ha comprado tierras en Fiyi para trasladar a sus ciudadanos cuando el mar hunda la nación bajo el agua, como una Atlántida, una de las primeras que están por llegar en las próximas décadas, algo a lo que están resignados la mayoría de sus habitantes.

Nauru

La Micronesia guarda más joyas inexploradas de pequeño tamaño (21 km). Esta ínsula del Pacífico Central, una de las más pobres, es un buen ejemplo: un atolón de corales e islas y costas de tierra fértil que también se precia por ser una de las repúblicas más pequeñas del mundo. Lo mismo sucede con su visibilidad: muy poca gente conoce su existencia, y aún menos es la que decide coger un avión y atravesar el mar para dejarse caer por su escaso atractivo turístico. La media es de 160 visitantes al año

Nauru cuenta con una historia trágica: en su día, sus habitantes se hicieron ricos gracias a la explotación del fosfato. Como en cualquier burbuja económica acelerada, la voracidad de la explotación humana no tardó en cebarse con los recursos de la isla, hasta agotar cualquier vestigio de riqueza y naturaleza virgen. La población de las islas también ha sufrido los efectos del capitalismo salvaje: la tasa de paro roza el 90%, y a eso hay que sumarle unos niveles de obesidad alarmantes, con problemas graves de diabetes generalizados, una esperanza de vida baja y una tierra tan contaminada y yerma que no puede dar ninguno de los frutos que ofreció en el pasado.

Tuvalu

Su etiqueta no miente: el país más pequeño del mundo y uno de los que menos aparece en las guías, y por lo tanto, con menos posibilidades de vivir una epidemia turística repentina (hasta que algún influencer enamorado de los brunch de aguacate y las playas de arena sedosa lo saque en sus redes).

Es pequeño, tan pequeño que habría que hacer un zoom enorme en un mapa para encontrar sus 26 km km² de superficie, la mayoría compuesto por aguas cristalinas y playas de arena sedosa y… tifones. La organización Mundial del Turismo cifra su número visitantes anual en menos de 5000 (3600 en 2020), un número turistas ridículo que lo convierte en el destino ideal para los que desean desaparecer del mapa y no ser molestados, si están dispuestos a aceptar la falta de agua potable, los huracanes que arrasan con las estructuras y las lluvias torrenciales.