Moriscos y bandoleros: el pueblo alicantino que habla mallorquín desde hace 400 años

La geografía española está llena de curiosidades de las que muchos nos son conscientes. De relaciones entre pueblos que se dieron siglos atrás y que en la actualidad siguen intactos, como es el caso de Tàrbena, un pueblo alicantino cercano a Benidorm que guarda una extensa relación con Mallorca, algo que no es de extrañar por su cercanía con el archipiélago balear. Sin embargo, se trata de una herencia que dura ya 400 años y que sigue prácticamente intacta.

400 años de historia

Se trata de una colonia lingüística mallorquina en la zona de la Marina Baixa que se concentra especialmente en este municipio que surgió, como en la mayoría de las ocasiones, por la emigración que se produjo alrededor de 1610, cuando no pocos mallorquines partieron hacia el Reino de Valencia para llenar las zonas que habían abandonado los moriscos.

Fue el reinado de Felipe III el que decretó la expulsión de los moriscos del Reino de Valencia. Unos 300.000 moriscos fueron expulsados de España en aquellos años, especialmente de la zona valenciana que vio como sus tierras quedaban deshabitadas, un momento en el que se animó a los mallorquines a repoblar esas zonas, aunque primero se buscaron repobladores valencianos.

Un proceso de repoblación que parece que se produjo en línea a la demanda de los señores para trabajar las tierras. Y sí, hay determinadas leyendas alrededor de este proceso migratorio de la isla a la zona alicantina en las que se dice que algunos de esos repobladores que provenían de Mallorca no eran más que descendientes de judíos convertidos al cristianismo, así como prisioneros y bandoleros.

Reivindicar sus raíces mallorquinas

Así fue como poco a poco las características lingüísticas de Mallorca se fueron estableciendo en la zona, además de muchos apellidos originarios de la isla que perviven hasta hoy. Una herencia que en la actualidad se concentra especialmente en Tàrbena, una localidad de poco más de 600 habitantes que, 400 años después de la llegada de los mallorquines, mantiene y reivindica aquellos hechos.

Todo ello ha llamado mucho la atención de investigadores e historiadores, incluso se ha llegado a celebrar un evento anual, la conocida como Festa del Parlar de Sa en la que los habitantes de la localidad, en junio de cada año, se reúnen para reivindicar sus raíces mallorquinas. Incluso su gastronomía tiene mucha relación con la isla, porque ni faltan las ensaimadas ni la sobrasada.