Es el momento más ansiado por muchos, cuando llegan, al fin, las vacaciones. Esas semanas de desconexión total tras meses sumidos en la rutina y en el trabajo. Eso sí, hay que decidir destino. Y hay para todos, también algunos que, por mucho que sueñas con visitar, es imposible que puedas ir, por mucho dinero que tengas. ¿Por qué? Algunos de ellos simplemente porque su peligrosidad es tal que es imposible poner un pie ahí, y en otros casos por restricciones de las autoridades. ¿Quieres conocer cuáles son algunos de esos lugares espectaculares que, por mucho que te empeñes, no vas a poder visitar?
Es una de las montañas que forman el Himalaya, en la frontera entre Bután y el Tíbet, colocándose como una de las montañas más altas del mundo con 7.570 metros de altura. Desde 1994 es imposible lograr obtener el permiso de escalada en los picos de más de 6.000 metros de Bután, además de que para ellos tiene carácter sagrado. Durante años hubo intentos de escalada hasta su cima, todos sin éxito. Y, por las creencias butanesas, sigue siendo una cima sin ser coronada.
Nos volvemos hacia el oeste, hasta Georgia, entre Europa y Asia, para (no) visitar una de las cuevas más profundas del mundo. Fue en 1960 cuando se descubrió y, desde entonces, se ha han hecho diferentes expediciones, pero ninguna de ella ha conseguido llegar al final de la cavidad. 2.197 metros, hasta ahí es hasta donde se ha podido llegar, sin saber bien qué se esconde más allá. Todo un misterio al que la humanidad aún no ha llegado.
También es conocida como la bóveda del fin del mundo. Se localiza en Noruega, en el archipiélago de Svalbard, pero que no se pueda visitar no es por motivos de peligrosidad, sino científicos. Se trata de un banco de semillas en el que hay unas 250 millones de semillas de cultivos de todo el planeta que se guardan bajo tierra a solo poco más de 1.000 kilómetros del Polo Norte. ¿El objetivo? Que en caso de un apocalipsis o catástrofe, todo lo de su interior pueda sobrevivir. Solo unos pocos científicos tienen permitido el acceso.
Se trata de una ciudad rusa, ubicada en los Montes Urales, que está completamente cerrada, ni siquiera los aviones la sobrevuelan. Se cree que se estableció entre los años 70 y 80 y desde esa época ha sido toda una incógnita lo que ocurre dentro. Está vigilada y con el acceso completamente restringido, tanto que no se sabe ni cuánta gente vive ahí, convirtiéndolo en uno de los lugares más misteriosos del mundo.
La última parada es Islandia, en una isla que no tiene permitidas las visitas más allá de a algunos científicos. Pero ¿por qué? Esta isla tiene un tesoro geológico al formarse hace unos 60 años tras varias erupciones volcánicas. Desde que empezaron a estudiarla vieron como las corrientes oceánicas llevaban hasta ella semillas y aparecían mohos, bacterias u hongos, además de diferentes especies de plantas. Por no hablar de la cantidad de especies animales y de aves que se han registrado, una pequeño trozo de tierra que aporta una gran información sobre el proceso de colonización de nuevas tierras.