Nadie le puede negar a nuestro país lo imponente de sus más de 8000 km de costa repartidos a lo largo del territorio, con todo tipo de playas y paisajes marinos para disfrutar del baño y el paisaje. Claro, hay quienes deploran la masificación y el impacto del calor, y prefieren acudir a la orilla de noche, al abrigo del rugido tranquilo del mar. Son muchos los motivos para elegir estas excursiones silenciosas y disfrutar de nuestras playas de otra manera; una más calmada y reflexiva, casi íntima. Total desconexión del trabajo, por favor.
En lugar de sufrir los estragos del calor y el incremento de una ocupación turística que vuelve a batir récords tras la pandemia, nos procuramos algo de tranquilidad, una temperatura mucho más agradable y, en algunos casos, un espectáculo magnífico y poco común: miles de destellos fluorescentes en la superficie del agua.
Este fenómeno químico se conoce como bioluminiscencia, y su característica principal es que las aguas se iluminan con una fosforescencia azulada cuando cae la noche, gracias a los dinoflagelados y ciertas especies de plancton, cuya energía reacciona químicamente y se transforma en luz. También algunos peces, crustáceos y determinados tipos de algas utilizan este cebo luminiscente como forma de cortejo, o para atraer a ciertas presas hacia su abrazo mortal.
Por suerte para los más curiosos y atrevidos, este fenómeno no es exclusivo de países lejanos. En nuestro país, concretamente en las costas gallegas, contamos con al menos cinco playas en las que poder disfrutar de la bioluminiscencia en su máximo apogeo. Además, ¿conoces todas las que tienen bandera azul?
Los 8 km de la playa más larga de Galicia se ubican A Coruña, en el Concello de Carnota. Un bellísimo arenal de arenas doradas en el que es posible ver en acción a una de las especies de fitoplancton más habituales, la Noctiluca scintillans, responsable también de las mareas rojas. Conocido como “el mar de ardora”, se trata de un fenómeno imposible de predecir, ya que la bioluminiscencia depende aquí de la alta concentración de las algas. Esto no ha supuesto un impedimento para que, en pocos años, la playa de Carnota se haya convertido en uno de los lugares más frecuentados de Galicia, con miles de visitantes que abarrotan los accesos y esperan a que el agua se ilumine para grabarlo con su móvil y subir el vídeo a sus redes sociales. Ni siquiera los milagros están a salvo de la búsqueda del like.
En el pintoresco municipio de Muxía, en la Costa da Morte, también es posible visitar varias playas de aguas cristalinas (Nemiña, Lourido, O Lago, Moreira y O Coido), en las que presenciar este misterioso fenómeno natural. La playa de O Coido es sin duda una de las más bellas; casi virgen, y rodeada de roca, arena y bosque.
Otra playa coruñesa venerada por los amantes de esa luz azul milagrosa que, como se suele decir, brota del agua cuando la suerte y las algas están de buen humor.
Esta zona es perfecta para perderse en una escapada, con independencia del espectáculo de la bioluminiscencia; pero, si somos afortunados, podremos llevarnos el recuerdo de ese resplandor nocturno, propio de una película de ciencia ficción situada en un planeta remoto lleno de especies raras. La playa de Balarés se sitúa en la costa de Ponteceso, rodeada de naturaleza salvaje y bosque, para poder disfrutar de las dádivas del paisaje.
Seguimos en la Costa da Morte y nos vamos hasta Malpica para conocer otra de sus magníficas playas, siempre sobradas de arena fina y aguas transparentes. Un paraíso tan natural como mental, para dejarse ir y escapar del mundanal ruido. El hecho de poder practicar deportes acuáticos, muy populares en este arenal en concreto, le añade un punto extra de interés a la visita.
De las abrigadas, pequeñas y escondidas en el litoral gallego, con apenas 250 metros de playa y oleaje moderado. Muy visitada igualmente, ya que el fenómeno de la bioluminiscencia, por más discreta que sea la playa, acaba atrayendo la atención de los turistas que se dejan caer por la zona. Las vistas son espectaculares, por lo que el viaje merece la pena, ya sea de día o de noche.