Viajar es una de esas experiencias maravillosas para cuerpo y alma, un momento emocionante que nos permite explorar nuevos lugares pero que, además, en muchas ocasiones pone nuestro cuerpo al límite. El gran enemigo del ser humano cuando hablamos de los viajes transoceánicos es el jet lag.
Una condición causada por la discrepancia entre nuestro reloj biológico interno y el horario del lugar al que viajamos, que afecta de manera más que directa a nuestro día a día. El ser humano se rige por el ritmo circadiano, que es no es otra cosa que nuestro reloj interno, el que regula biológicamente nuestro tiempo de sueño y vigilia que además se sincroniza con la luz y la oscuridad del lugar donde estamos. El ritmo circadiano es el que determina cuando debemos estar activos y cuando ha llegado el momento de dormir.
Cuando atravesamos varias franjas horarias le estamos añadiendo o restando horas, según la dirección en la que nos desplazamos, y nuestro ritmo circadiano se ve claramente afectado. Desde Cinfa aseguran que “tras un vuelo de larga distancia o transoceánico, el reloj interno de la persona tiende a prevalecer frente al del nuevo huso horario del destino, sobre todo cuando se viaja hacia al este, en sentido opuesto al del reloj corporal. Ese desajuste entre las horas de luz del lugar al que llegamos y nuestro horario habitual de sueño causa un trastorno conocido como jet lag o síndrome de los husos horarios, y es más probable que aparezca cuando entre el punto de partida y el de destino existe un desfase de más de 5 husos horarios.”
¿Qué síntomas produce el jet lag?
Los signos y síntomas del jet lag varían de una persona a otra y dependen del número de husos horarios cruzados. Los síntomas más frecuentes son:
Cansancio general, fatiga: Las interrupciones del sueño pueden causar fatiga extrema durante el día.
Interrupciones del sueño: Dificultad para conciliar el sueño (sobre todo después de viajes hacia el este) o para despertarse temprano (después de viajes hacia el oeste).
Disminución de la concentración, falta de memoria: La concentración y el estado de alerta pueden verse afectados.
Cambios de humor, irritabilidad.
Molestias gastrointestinales: Vómitos y diarreas; también pueden aparecer dolores de estómago, estreñimiento o diarrea.
Disminución del apetito.
Disminución de rendimiento físico.
Trastornos del estado de ánimo: Puede aumentar la ansiedad y la irritabilidad.
Una vez aparecidos los síntomas se necesitan para recuperarse tantos días como zonas horarias se han atravesado cuando se viaja hacia el este. Cuando se viaja hacia el oeste, el jet lag puede durar la mitad del número de zonas horarias cruzadas. La adaptación resulta más fácil cuando el viaje se realiza hacia el oeste que hacia el este.
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¿Cómo prevenir el jet lag?
No existe una fórmula milagrosa, pero sí te podemos dar unos pequeños consejos para minimizar los efectos del jet lag:
Intenta anticiparte. Los días anteriores al viaje intenta acostarte más temprano y despertarte antes de lo habitual si vas a ir hacia el este, o bien quedarte despierto hasta más tarde y levantarte más tarde si es que viajas hacia el oeste.
Duerme bien antes del viaje. Para tratar de prevenir la fatiga provocada por el jet lag, es importante descansar lo suficiente antes del viaje.
Ajusta el horario al de tu destino. Durante el viaje, trata de ajustar tus horas de sueño a las del destino, intentando no dormir demasiado en el vuelo si vas a llegar por la tarde-noche o, por el contrario, aprovechando las horas de vuelo para dormir si vas a llegar a destino por la mañana, para mantenerte activo durante el día. Cambia la hora de tus relojes para ajustar también el horario por el que te vas a regir esos días.
Bebe agua en cantidad suficiente. El ambiente seco y la altitud propia de los viajes en avión harán que tu organismo consuma muchos líquidos, por lo que debes estar atento a hidratarte adecuadamente.
Evita el alcohol. Para paliar tu sed no recurras a bebidas alcohólicas, porque pueden empeorar la calidad del sueño y deshidratarte, por lo que es recomendable evitarlo, con el fin de no empeorar los síntomas del jet lag.
No te quedes quieto. Activa la circulación de la sangre dando algún paseo por el avión, levantándote de tu asiento o simplemente realizando unos ejercicios para mejorar la movilidad de las piernas. Así disminuirás también la tensión general de tu cuerpo.
Date tiempo para aclimatarte. Una vez en destino, y si el viaje va a durar varios días, trata de ajustar tu reloj biológico al horario local, cenando y comiendo regularmente a las horas correspondientes e intentando estar al aire libre durante las horas de luz.