España está repleta de pueblos llenos de encanto que ahora, en pleno verano, llenan sus calles de visitantes que las recorren para disfrutar de su historia, tradición o gastronomía. Más allá de los principales centros turísticos, hay cientos de localidades a las que quizá no se les presta tanta atención, pero que regalan una estampa impresionante a todo aquel que pasa por ellas. Precisamente uno de esos pueblos es Valldemossa, una localidad del interior de Mallorca con poco más de 2.000 habitantes y que durante siglos no solo ha enamorado a turistas, también a escritores.
En plena sierra de Tramontana, Valldemossa destaca por estar a tan solo 17 kilómetros de Palma de Mallorca y porque sus calles han sido una gran inspiración para los artistas y su obra a lo largo de la historia. Desde Miguel de Unamuno, hasta Rubén Darío o Fréderic Chopin encontraron en la localidad la inspiración necesaria para desarrollar su arte.
El gran descubridor del pueblo fue el escritor y jurista Jovellanos, que contó que en Mallorca existía un lugar impresionante que se escondía entre sus montañas. Solo unas décadas después la Real Cartuja se convirtió en el refugio de la escritora George Sand o del compositor Fréderic Chopin mientras buscaban remedio para la tuberculosis. El pueblo había sido recomendado por un profesor de canto de París y Chopin llegó a destacar en las cartas a sus amigos que la zona era “el lugar más hermoso del mundo”.
La estancia de la pareja en la isla dio sus frutos. Sand escribió ‘Un invierno en Mallorca’, mientras que Chopin dejó el piano que se había traído en la isla al venderlo a una familia local. Los dos ocuparon la celda cuatro, junto a un jardín de limoneros donde actualmente se encuentran muchos documentos originales de la época, como los del alquiler de la celda o sus gastos durante el tiempo que pasaron allí.
Pero ellos no fueron los únicos que quedaron prendados de la magia de Valldemossa. Rubén Darío visitó la localidad a comienzos del siglo XX, al igual que Miguel de Unamuno, que estuvo en el pueblo por primera vez en verano de 1916. “Pasará una temporada en casa de D. Gumersindo Solís, registrador de la propiedad de Manacor. Viene para descansar, aunque también se dedicará a la terminación de algunos trabajos literarios. Es la primera vez que viene a Mallorca”, decía la prensa ante la noticia de su llegada a la isla.
Precisamente en Valldemossa pasó unos diez días invitador por Joan Sureda y Pilar Montaner. “Valldemossa es el más célebre paisaje y lugar de retiro y de goce apacible de la naturaleza que tiene Mallorca”, escribió. Al final, tantas buenas palabras para la localidad acabaron con National Geographic destacando la localidad como una de las más bonitas del mundo, y la más bella de Mallorca.