El 1 de noviembre de 1755 un gran terremoto con epicentro oceánico al suroeste de la península ibérica no solo provocó una auténtica catástrofe en Lisboa, sino que creó un tsunami que arrasó las costas de Huelva y Cádiz dejando un gran caos a su paso. En España no suele darse este tipo de fenómeno, pero si sucedió una vez puede volver a repetirse. Con total seguridad. La pregunta es si la próxima vez estaremos preparados para prevenirlo.
Un tsunami es una serie de olas causada por el desplazamiento repentino de un gran volumen de agua. Este desplazamiento puede deberse a un terremoto, una erupción volcánica o un deslizamiento submarino. Según un estudio de 'Probabilistic Tsunami in the Mediterranean Sea' , el mar de Alborán -la parte más occidental del Mediterráneo- es una de las zonas con mayor actividad sísmica del país, por lo que podría causar maremotos que afectarían desde Valencia hasta Málaga, llegando incluso a Baleares.
De hecho, un choque tectónico en la falla marina Averroes, cerca de la isla de Alborán, podría generar olas de hasta seis metros de altura, alcanzando la costa entre 20 y 35 minutos. Un tsunami originado cerca del cabo de San Vicente tardaría 40 minutos en llegar a Cádiz. Ante esto, hay quien trabaja desde hace tiempo en planes de contingencia.
La región del Levante, desde Torrevieja hasta el Estrecho de Gibraltar, es la que presenta mayor actividad sísmica y, por tanto, mayor riesgo de tsunamis, según corrobora la Red Sísmica Nacional. Sin embargo, solo una ciudad española está actualmente preparada para recibir un maremoto. Se trata de la localidad gaditana de Chipiona, que lleva varios años diseñando planes de seguridad para actuar y evitar las posibles consecuencias.
El pasado 21 de junio, la ciudad fue reconocida con el estatus de 'Tsunami Ready' por la Unidad de Tsunamis de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO (COI). Pero, ¿qué es exactamente esta calificación? Tras el tsunami de 2004 que arrasó con las costas de Indonesia y Tailandia, varios organismos internacionales desarrollaron iniciativas para intentar reducir los riesgos relacionados con este tipo de sucesos. Así es como nació el COI.
Su objetivo, según define la propia organización, es "evitar la pérdida de vidas y medios de subsistencia provocada por los tsunamis, ofreciendo su apoyo a los estados miembros a la hora de evaluar el riesgo de tsunami, poner en marcha los sistemas de alerta temprana contra los tsunamis y concienciar a las comunidades en situación de riesgo sobre las medidas de preparación".
Una de las funciones del programa es evaluar los diferentes sistemas de seguridad creados por las ciudades para determinar si cumplen con los requisitos de la UNESCO. Las que sí lo hacen reciben la distinción 'Tsunami Ready'. Algunos indicadores que se tienen en cuenta son la existencia de mapas de evacuación de fácil compresión, la señalización con información en lugares públicos y la realización ejercicios de simulación de tsunamis cada dos años.
El indicador definitivo de la UNESCO hace referencia a la fase de respuesta. Para superarla es necesario haber aprobado un plan comunitario de respuesta de emergencia en caso de tsunami, disponer de capacidad para gestionar las operaciones de emergencias y contar con medios suficientes para difundir entre la población información sobre posibles maremotos.