Camisetas, un par de forros polares, un chubasquero, varios pantalones… Ángel repasa mentalmente lo que necesita meter en las bolsas para su próximo viaje en moto. Tiene 64 años y la jubilación ha llamado a su puerta tras casi 40 años trabajados. Con los nervios de aquel que va a cambiar radicalmente de vida, planifica perfectamente la ruta que va a realizar con su hijo por el norte de España. Una semana en la que recorrerán varias comunidades, mano a mano, como antaño. “Todos los veranos hacemos una ruta, de más o menos días, pero esta es, sin duda, la más especial. La hacemos para celebrar que comienza una de las etapas que más ganas tenía, acabo mi andadura laboral y ahora mi prioridad es disfrutar de mi familia, de mis aficiones y, en definitiva, de todo lo que hasta ahora me ha sido imposible”.
Motero desde que tenía apenas 16 años, su afición por este mundo se acrecentó hace diez cuando se compró una BMW de carretera. "Me dije que era el momento de darme un gusto. Con mis hijos ya mayores e independizados pensé: por qué no. Y la verdad que fue de las mejores decisiones que he tomado. Salgo de ruta con un grupo de amigos cada domingo. Quedamos a primera hora, desayunamos y nos ponemos en marcha. Hay días que vienen nuestras mujeres con nosotros, otros vamos solos. Paramos a tomar el aperitivo y a la hora de comer estamos en casa".
Algunos domingos, su hijo Ignacio también se apunta al plan. Tiene 38 años y dos hijos, pero antes de que naciesen era un habitual de las rutas dominicales, aunque es prácticamente veinte años menor al resto del equipo. "Me gusta poder compartir esta pasión con mi hijo, es una manera de pasar tiempo juntos y disfrutar a la vez. Como llevamos saliendo juntos en moto varios años, nos empezamos a plantear hace ya como diez dedicar unos días del verano a escaparnos, sin excusas. Ya se ha convertido en tradición. Hemos hecho hasta viajes internacionales para visitar carreteras imposibles", nos cuenta.
Los viajes que realizan conllevan una gran planificación. Mirar carreteras, evitar muchos kilómetros de autovías, gasolineras, el tiempo, lugares que visitar, buenos restaurantes… para Ángel el viaje empieza mucho antes de salir y es algo que le encanta. Nos cuenta que le da mucha más emoción y mentalmente es mucho más largo. La moto no es como el coche, entonces hay que saber improvisar, buscar alternativas y tener capacidad de adaptación para la situación meteorológica que se presente.
"Vamos solo con el alojamiento de la primera noche reservado. Tenemos una idea del recorrido, pero nos gusta ir sin prisa, si una zona nos apetece y queremos pasar más tiempo en ella, lo hacemos, al final queremos disfrutar. Lo mismo ocurre si al destino que vamos hace mal tiempo, pues pensamos otros, no hay necesidad de sufrir”. Cada noche, al llegar al hotel, piensan qué van a hacer por la mañana y ya reservan el alojamiento, así día a día puedes hacer el camino con tranquilidad. "Vamos sin prisa, hacemos visitas turísticas, comemos bien… son unos días estupendos".
Ahora que su vida ha cambiado, o lo va a hacer en los próximos meses, ya que está agotando los días de vacaciones previos a la jubilación, la moto le da toda la libertad que Ángel desea sentir en esta nueva etapa. Apenas ha pasado un mes desde que volvió del viaje con su hijo por el norte de España y va a volver a hacer las bolsas para escaparse a la otra punta de país. "Tengo una amiga viviendo en Cádiz y quiero aprovechar para bajar en moto a verla. Las carreteras del sur no las tengo tan vistas como las del norte, no voy a esa zona desde que mi hija era pequeña -ahora tiene 28 años- y en esta época es idóneo porque ya no hace tanto calor y te aseguras mejor tiempo que en el resto de la península".
Una vez vuelva a casa, reconoce que empieza una estación complicada para la moto, en noviembre las bajas temperaturas hacen más complicado poder salir y disfrutar , pero siempre que hace un buen día aprovecha para abrigarse bien y hacer una escapada. "Tengo buena ropa de abrigo, pero en invierno las placas de hielo me dan bastante miedo, así que prefiero optar por ir por carreteras más transitadas en lygar de por secundarias, como hago en verano".
Cuando le preguntamos si tiene en mente dejar la moto a corto plazo, su respuesta es contundente: no. "Solo dejaría la moto por comprarme otra más grande o potente, aunque a mi mujer le dé algo", comenta entre risas. "Es verdad que noto que ahora paro más a menudo y voy más sosegado, correr no es una prioridad, lo es volver a casa a disfrutar de mi familia. Como en la vida, también hay que madurar siendo motero".