La EBAU es uno de esos momentos críticos en la historia de cualquier familia. Hasta el punto de que parece que junto a los jóvenes se examinan padres, hermanos y abuelos. Preparar el acceso a la universidad lleva tiempo y un trabajo de adaptación a las diferentes pruebas que hay que dominar. Es decir, no solo hay que 'llevar puestos' los conocimientos objetivos, sino que hay que conocer el mecanismo del examen.
La novedad es que la prueba, tal y como la conocíamos, acaba de cambiar: el Gobierno ha diseñado una nueva Selectividad que reduce a la mitad el número de exámenes y gira principalmente en torno a una prueba de madurez académica, basada en las competencias del alumno y más cercano a los criterios de Pisa.
La propuesta, que el Ministerio de Educación quiere presentar esta semana a las comunidades autónomas y a las Universidades, incluye un periodo transitorio para docentes y alumnos puedan adaptarse al nuevo modelo. La iniciativa, según El País, representa la mayor reforma del sistema de acceso a la Universidad desde que se creó hace casi medio siglo. La implantación de esta nueva EBAU empezará de manera gradual en el curso 2023-24 y finalizará en 2027.
Los cambios no afectarán a los estudiantes que en septiembre comiencen segundo de Bachillerato. Los alumnos que el curso que viene empiecen primero de Bachillerato, así como los comiencen tercero y cuarto de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) tendrán un modelo transitorio de Selectividad con cambios, pero de menor trascendencia. Los estudiantes que el próximo mes de septiembre inicien segundo de la ESO y los niveles inferiores sí se presentará a la nueva Selectividad.
El modelo transitorio (antes del curso 2026-2027) incluirá un mínimo de cuatro ejercicios y de un máximo de seis (en la actualidad son ocho o nueve). En este periodo, los cuatro exámenes que todos los estudiantes deberán hacer pesarán lo mismo para la nota global de las pruebas, un 25%, y abordarán cuestiones sobre Historia de la Filosofía, Historia de España, la materia de modalidad obligatoria elegida por cada alumno y un cuarto examen de nueva creación, antecesor de la nueva prueba general de madurez académica que quiere medir destrezas en el ámbito lingüístico, que abarcará el castellano, la lengua cooficial, según la autonomía donde se haga el examen, y un examen en la lengua extranjera que haya estudiado, normalmente el inglés.
A partir del curso 2026/2027, los ejercicios específicos independientes de Historia de la Filosofía y de Historia de España desaparecerán y la evaluación de las competencias específicas de estas dos materias pasarán a ser asumidas por la prueba general de madurez.
Cambiar las pruebas de acceso a la universidad ha sido el objetivo de numerosos Gobiernos. Hasta la fecha solo han podido acometerse pequeños cambios con el fin de asignar plazas en un escenario muy competitivo, con carreras en las que la oferta es menor a la demanda.
Para ello, ha habido que valorar muchos parámetros en un número alto de exámenes: hasta un máximo de nueve, muy por encima de lo que es habitual en los países del entorno. Su otro gran punto débil es que las pruebas han permanecido ancladas en una concepción muy memorística, alejado de la renovación que en las últimas décadas han ido aplicando los principales países desarrollados siguiendo el camino abierto por el Informe Pisa, realizado cada tres años en 80 países de la OCDE.
Esta reforma educativa, basada en un modelo de competencias en el que los alumnos pueden relacionar de manera transversal los conocimientos adquiridos, necesita un cambio de perspectiva tanto del docente como del alumnado, que terminará más preparado para resolver problemas y situaciones lo más parecidas posibles a las que se van a enfrentar a lo largo de su vida.
Los responsables del ministerio también creen que el nuevo diseño competencial de la prueba permitirá calificaciones más equilibradas en las distintas Selectividades sin invadir las competencias autonómicas. Se descarta que vaya a aplicarse una misma prueba en todo el territorio nacional, pero se propone crear un marco común en el diseño de la prueba y en su corrección.
Aun no hay un criterio definido, a falta de la respuesta de todos los actores implicados. Sin embargo, el ministerio que dirige Pilar Alegría ha estudiado a fondo cómo funciona el sistema de acceso a la Universidad en el resto de países europeos. Entre ellos, destaca el modelo sueco, con mucha experiencia en la evaluación de capacidades generales. Curiosamente, el país escandinavo cuenta con un sistema híbrido de acceso a la universidad. Entre una y dos terceras partes de los estudiantes entran a la universidad en función de sus notas del instituto y del examen de acceso a la universidad. Sin embargo, realizar la prueba es elección del estudiante, ya que al menos otro tercio puede acceder sin haber pasado esta prueba con un diploma de instituto y otros documentos; entre ellos, un currículo que señale su experiencia previa, cartas de motivación o cartas de recomendación.